• ‘El Chayanne’ del narco: de galán de edecanes a gatillero de los Beltrán Leyva en la masacre de La Marquesa

Gerardo Álvarez Vázquez no quería mandar, quería brillar. Este narco financió fiestas, escorts y hasta su propia leyenda. Terminó comandando una masacre en La Marquesa.

Ciudad de México /

DOMINGA Desde las 5 de la mañana, la policía del Estado de México va casi a ciegas, apenas guiados por la luz estrecha de las lámparas de mano, buscando cadáveres en la negrura de la madrugada. Hasta las 6:30, ya con el amanecer sobre el paraje de San Isidro Tehualtepec, en las inmediaciones del Parque Nacional La Marquesa, encuentran lo que les había prometido un denunciante anónimo: una pila de cadáveres. Ahí están, apretados en un cuenco de tierra, 24 cuerpos.

Todos son hombres jóvenes, con marcas de tortura, con disparos en la sien o la nuca hechos por armas de calibres .38 Super, 45 y 9 milímetros. Unos desnudos, otros sólo descalzos, algunos más atados de pies y manos y unos pocos yacen con las extremidades abiertas. Los policías estatales no lo sabían en ese amanecer del 12 de septiembre de 2008, pero el más joven de las víctimas, Abraham Cinta, tenía 14 años cuando lo atormentaron por horas hasta asesinarlo. Es una masacre inédita, que lleva menos de dos años de la “guerra contra el narco”, declarada por el presidente Felipe Calderón.

Los cuerpos de 24 hombres yacían al alba en un paraje del Parque Nacional La Marquesa en el Estado de México | Cuartoscuro

El hallazgo llega rápido a los medios nacionales, cuyas redacciones en la Ciudad de México se encuentran a unos 30 kilómetros de la escena del crimen. Por la brutalidad de las imágenes, la prensa internacional se suma a la cobertura. El procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, siente la presión desde el extranjero y masculla que los muertos estarían relacionados con el crimen organizado. Un ajuste de cuentas, repite cada vez que es cuestionado, para darle carpetazo al multihomicidio.

Pero los familiares de los 24 niegan esa versión. Ninguno de los muertos tiene nexos con algún cártel y como prueba ofrecen a los medios un vistazo a sus hogares precarios en las regiones más empobrecidas de Veracruz, Oaxaca, Puebla e Hidalgo.

“¿Ustedes creen que si fueran narcos, vivirían tan jodidos?”, cuestiona Avelina Cinta frente a medios locales, mientras espera el ataúd de su sobrino Abraham en San Andrés Tuxtla, donde hoy está enterrado junto a sus primos Santos, Pedro y Ángel. Vecinos y amigos exigen que el gobierno federal rectifique: todos eran adolescentes, hombres de bien, no criminales.

Un mes más tarde, en la capital del país, la detención de un sicario poco conocido desmiente a las autoridades, confirma los dichos de las familias y, de paso, revela lo más aberrante del crimen: lo podrido en el alma del protagonista de esta historia, Gerardo Álvarez Vázquez, conocido como El Chayanne.

Veinticuatro albañiles engañados para construir narcotúneles

El crimen formó parte de la disputa que el Cártel de Sinaloa sostenía con el de los Beltrán Leyva en 2008 | Cuartoscuro

Víctor Hugo Martínez Rocha, El Rocha, jefe de pistoleros para el Cártel de Sinaloa, cae en un operativo federal en octubre de 2008 y, de inmediato, busca ser testigo protegido para reducir sus años en prisión. A cambio, colabora con las autoridades para resolverles la masacre de La Marquesa: asegura que los 24 fueron contactados por el Cártel en distintos territorios del país para que, sin conocerse, construyeran narcotúneles. Ninguno sabía quién era su empleador ni los detalles de la obra; eso lo sabrían hasta que llegaran a la frontera con Estados Unidos, lo que nunca ocurrió.

Según Martínez Rocha, los 24 salen entusiasmados de sus comunidades hacia un proyecto que, les mintieron, daría un pago generoso. Para no agotarlos con un trayecto directo, todos hacen una escala en una casa en Huixquilucan, Estado de México. Y ahí es donde todo se va al carajo.

La detención de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, motivó la fractura de la alianza entre el Cártel de Sinaloa y el de los Beltrán Leyva, lo que desató una sanguinaria disputa en 2008 (Javier García)

Apenas unos meses antes, los hermanos Beltrán Leyva se habían separado de sus socios El Chapo y El Mayo y, en busca de nuevos territorios, se asientan a las orillas de la Ciudad de México. Un halcón de los Beltrán Leyva que protege la plaza del Estado de México observa a estos 24 hombres foráneos entrar a una casa y piensa, equivocadamente, lo peor: que son enemigos infiltrándose en los nuevos terruños de sus patrones, así que avisa al jefe local, Óscar García Montoya, alias El Compayito, de la falsa incursión.

El Compayito, un tipo sádico y sin escrúpulos, acude personalmente a la casa en Huixquilucan. Irrumpe en la vivienda y sorprende a los 24. A todos los interroga con violencia, usando los métodos de presión que aprendió de kaibiles guatemaltecos y de los marinos mexicanos. Tras horas de terror psicológico se convence de que ninguno es criminal, sino albañiles engañados, según la declaración que dará a las autoridades tras su detención en 2015. Ninguno de los cuestionados representa riesgo alguno. Eso bastaría para no molestar más a ese grupo, pero ese hombre necio toma una decisión inesperada: aunque no son enemigos, todos deben morir, pues ya han visto su rostro.

Peor aún: El Compayito determina que los 24 morirán lentamente, castigados por una falta que no cometieron. Porque sí, porque quiere, porque le da la maldita gana.

Gerardo Álvarez Vázquez, 'El Indio' o 'El Chayane', se convirtió en el rostro de la brutal masacre de La Marquesa (Especial)

​Y elige a su verdugo favorito, el protagonista de esta historia, Gerardo Álvarez Vázquez, quien lleva a cabo la tarea con crueldad extrema y con objetivo en la mente: que su nombre y fotografía lleguen a los principales medios de comunicación, de acuerdo con el expediente PGR/SEIDO/UEIDCS/359/2010 al que DOMINGA tuvo acceso. 

Está obsesionado con ser famoso. Hará lo que sea, incluso masacrar a 24 inocentes, si eso hace que su nombre sea inmortal. Años más tarde se le cumplirá una máxima de vida: cuidado con lo que deseas porque se puede convertir en realidad.

El Chayanne movía drogas por el Pacífico estadounidense

El Departamento de Estado ubica como fecha de nacimiento de José Gerardo Álvarez Vázquez el 24 de febrero de 1965 | U.S Department of State

Gerardo Álvarez Vázquez (1965) es un criminal guerrerense de familia sinaloense de 186 centímetros con facciones angulosas en un rostro duro, como esculpido en piedra. Le gusta que le apoden El Chayanne desde l987, atraído por el éxito musical de “Fiesta en América” que reproduce una y otra vez en su casa en el condado de Chula Vista, San Diego, California. Ahí tuvo su centro de operaciones como distribuidor de metanfetaminas del Cártel de Sinaloa en la Unión Americana apenas a los 22 años.

También le agrada que le digan El Cantante, como si se tratara de un nombre artístico y no de un alias criminal. Mueve drogas por el Pacífico estadounidense y le reporta ganancias a los hermanos Amezcua Contreras y, luego, a los Beltrán Leyva cuando formaban parte del Cártel de Sinaloa. Mientras tanto, sueña con tener una estrella en el Paseo de la Fama en Los Ángeles y ser amado por mujeres bellas y famosas.

Pero Gerardo Álvarez no tiene dotes artísticos. Al menos, no sobresalientes. No canta, no baila ni compone canciones, a pesar de que lo intenta un par de veces en los estudios de grabación que pululan en California, según la ficha elaborada por el gobierno mexicano alimentada por datos de la DEA. Sólo le queda esa coquetería innata que, años después, lo llevará a las revistas del corazón en México.

Él mismo insiste que tiene “estrella”: es detenido y liberado en 1995, 1997 y 2003 como un traficante de poca monta. Cada vez que lo detienen, paga a una autoridad corrupta y lo dejan en la calle. Nada extraordinario hasta esa última liberación, que se vuelve la peor: seguro de que hasta las estrellas se apagaban, El Chayanne decide vivir intensamente y volverse una celebridad, aunque sea por todas las razones incorrectas.

‘El Chayanne’ pronto se vuelve mecenas de chicas de table dance

Arturo Beltrán Leyva encabezó uno de los cárteles más prolíficos y poderosos que han operado en México. Labor que consiguió gracias a colaboradores como 'El Indio' y Édgar Valdez Villarreal, La Barbie | Agencia AFP

En 2004, El Chayanne recibe un ascenso en el Cártel de Sinaloa que cambia su vida para siempre: los hermanos Beltrán Leyva le ordenan que se haga cargo de los aeropuertos de la Ciudad de México y Cancún. La nueva tarea no sólo aumenta su poder en la organización, sino que acerca al guerrerense a un sueño largamente acariciado: estar en una posición en la que pueda –y deba– mimetizarse como un rico empresario.

Gerardo Álvarez parece detestar su origen de pobreza en Guerrero. Todo lo que le queda es ocultarse tras ropa de marca y lentes oscuros de lujo, que le dan una apariencia enigmática. Para su nueva etapa como narcotraficante de altos vuelos, que debe justificar una presencia cotidiana en pistas de despegue y aterrizaje, construye otra versión de sí mismo y pide que también se le llame El Ingeniero, aunque no acabó la educación básica.

Muy pronto, hace mucho dinero. Más de lo que hubiera ganado como un simple traficante de pastillas de contrabando. Así que comienza a invertir en su pasión: mujeres jóvenes, bellas y ambiciosas.

El Cártel de los Beltrán Leyva y sus principales colaboradores vieron en los 'table dance' la oportunidad de un lucrativo negocio | Foto ilustrativa: Cuartoscuro

Según está consignado en el expediente en la Fiscalía General de la República, El Chayanne se vuelve socio silencioso de varios table dance en la Ciudad de México, Estado de México y Cancún, como los extintos Exxess y Douss. No sólo son establecimientos extraordinarios para lavar dinero por el uso común de efectivo, sino que ahí se le trata como una celebridad: las puertas se le abren al chasquido de sus dedos, las botellas de champaña no dejan de servirse y las cuentas “se pagan solas”. Lo mejor, para él, es que las bailarinas hacen fila para conocerlo y pedirle apoyo para encaminarlas a la farándula.

El Chayanne se vuelve mecenas de jóvenes que ven al table dance como una parada necesaria antes de una carrera en televisión. Los testigos protegidos que arman su caso cuentan que es un narcotraficante espléndido: paga cirugías y arreglos cosméticos a sus “noviecitas” que le dan compañía, cuando no están en algún casting probando suerte.

En la plenitud del poder mafioso, presume que una de sus novias es Alicia Machado, coronada como Miss Universo en 1996, y que incluso tiene una hija con ella. Se ufana de esa relación porque retrata su progreso: él, nacido en la nada, ahora lo tiene todo, incluso el amor de quien fuera considerada la mujer más hermosa del universo, una relación que la actriz y presentadora venezolana ha rechazado.

Alicia Machado habló sobre el padre de su hija durante el reality show 'La Casa de los Famosos' y, aunque no mencionó explícitamente su nombre, sí intuyó que estaba preso | Instagram

La vida es buena para El Chayanne. Por eso, defiende cada calle de su territorio con una violencia extrema: no teme torturar y matar a quien se atreva a pisar sus zonas de influencia y querer arruinarle sus sueños. Esa reputación negra viene con un apodo que le ponen sus enemigos, uno detestado por él, y que para su mala fortuna es el más conocido: le llaman El Indio.

Su caída se vuelve prioridad de Genaro García Luna

El Chayanne es un criminal particular. No lo mueve el dinero, sino la fama que conlleva tener fajos de billetes. No desea tener un perfil bajo, sino ser conocido y buscado. Le anima pensar, incluso, que en Estados Unidos hay quien ofrece dos millones de dólares por su captura y lleva meses frustrado por no encontrarlo, aunque se rodea en bares y restaurantes de mujeres que aparecen como extras de telenovelas o edecanes en comerciales.

En 2008, cuando sus jefes los Beltrán Leyva se separan del Cártel de Sinaloa, ve una oportunidad similar a su ascenso al control de los principales aeropuertos del país y pide ser encargado de las plazas de Ciudad de México, Estado de México y Guerrero, su tierra natal. Se le concede bajo las órdenes de Édgar Valdés Villarreal, La Barbie, y de Óscar García Montoya, El Compayito.

Édgar Valdez Villarreal, alias 'La Barbie', se convirtió en uno de los operadores más mediáticos del Cártel de los Beltrán Leyva (Mónica González)

Así es como comete la masacre de los 24 albañiles de La Marquesa. Y para agradar a sus superiores ejecuta el asesinato de decenas más, cuyas relaciones con el crimen organizado no son investigadas antes de sus muertes. Es parte de su estilo sanguinario: primero ordena, luego investiga. En la ficha que elabora el gobierno mexicano sobre su perfil se establece que su sola presencia en las calles dispara los homicidios. Su caída se vuelve prioridad para el secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, quien está hoy sentenciado en Estados Unidos a 38 años de cárcel por haber tomado el bando del Chapo en su pelea contra toda la organización de los Beltrán Leya.

Así que a unos ocho kilómetros de donde fue hallado el cuerpo de Abraham Cinta y los otros 23 albañiles asesinados, el Ejército y la Policía Federal rodea la casa del Chayanne en Huixquilucan, Estado de México, y desata un operativo a las 16:00 horas del 21 de abril de 2010.

Aunque el jefe criminal tiene un arsenal en su domicilio, y se rodea de 18 cómplices que le cuidan la espalda, todos son sorprendidos y fácilmente desarmados. La cuarta y última detención de Gerardo Álvarez Vázquez es un éxito.

Durante la acción armada de captura de Álvarez Vázquez resultaron tres personas muertas y un total de 15 detenidos, dos de ellos heridos| EFE

Al día siguiente, el gobierno mexicano presume al detenido como un trofeo de guerra: fiel a su estilo, El Chayanne no se deja ver con ropa buchona o el típico estilo del narcotraficante sinaloense. Al contrario: comprometido con su perfil de empresario y galán, es retratado por la prensa con una camisa blanca perfectamente planchada, un saco negro y la barba de candado bien recortada.

La Procuraduría General de la República omitirá un dato en aquella conferencia de prensa: que el poder del recién detenido es de tal tamaño que la casa donde fue detenido, su mansión, su centro de operaciones por años, estaba a sólo 300 metros de la "Residencia Ávila Camacho", un inmueble del gobierno federal usado por la Presidencia de la República.

El Chayanne dormía a sólo unos pasos del presidente Felipe Calderón.

El Chayanne se encuentra en la lista de capos para ser extraditados a Estados Unidos

'El Indio' fue puesto a disposición de la Subprocuraduría de Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) | Cuartoscuro

Desde su captura, Gerardo Álvarez Vázquez busca que su “estrella” no se apague. Amparo tras amparo, apelación por apelación, intenta salir del pabellón de los internos más violentos que integra el Centro Federal de Readaptación Social 1 en el Altiplano, Estado de México. Sus esfuerzos, finalmente, se derrumbaron en noviembre de 2024, cuando un juez federal confirma una sentencia de 20 años contra el jefe del cártel de los Beltrán Leyva por delincuencia organizada.

Según ese fallo judicial, saldría en 2030, es decir, a los 65 años, técnicamente ya como un adulto mayor. Sin embargo, el actual gobierno mexicano le alista una sorpresa.

Debido a que aún tiene pendientes con la justicia estadounidense que ya lo identifica como integrante de una organización terrorista, su nombre se encuentra en la lista de los siguientes capos del crimen organizado que serían trasladados o extraditados hacia Estados Unidos, siguiendo los pasos de los 29 cabecillas delictivas que llegaron a la Unión Americana en un viaje sorpresivo el 27 de febrero pasado.

Entonces, se cumpliría su sueño de ser famoso, de ver su nombre en los diarios y sus fotografías en la televisión estadounidense: El Chayanne o El Indio, el que soñó con fama y fortuna, castigado bajo la ley del presidente Donald Trump. Sería un viraje en el camino: del Paseo de la Fama al pabellón de la muerte.


GSC/ATJ 


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  • Óscar Balderas
  • Oscar Balderas es reportero en seguridad pública y crimen organizado. Escribe de cárteles, drogas, prisiones y justicia. Coapeño de nacimiento, pero benitojuarense por adopción.

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