El temible Osiel Cárdenas Guillén, ex líder del Cártel del Golfo y fundador de Los Zetas, regresó a México tras ser liberado el 30 de agosto del Centro Penitenciario de Alta Seguridad de Terre Haute en Indiana.
Reportes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas citados por Ángel Hernández para MILENIO dan cuenta de que el Mata Amigos fue entregado a autoridades federales mexicanas en Tijuana, específicamente en el Puerto Fronterizo de San Diego.
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Horas más tarde, el histórico capo fue trasladado a un viejo sitio que conoció décadas atrás antes de su extradición a Estados Unidos: el Centro Federal de Readaptación No. 1. En el también llamado Penal del Altiplano, Osiel Cárdenas Guillén enfrentará su proceso judicial por los delitos de delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita, contra la salud, acopio, portación y posesión de armas de fuego y cartuchos así como por cohecho.
El retorno de uno de los capos del narcotráfico más brutales de la historia de México generó gran impacto en la opinión pública. Y es que, tanto la vida como la trayectoria criminal de El Loco figuran como piezas fundamentales de todo el rompecabezas que explica el interminable espiral de violencia en el que se encuentra sumergido Tamaulipas y gran parte del noreste de México.
La trayectoria criminal de Osiel Cárdenas Guillén
La ubicación geográfica de Tamaulipas condenó al estado a ser un constante territorio de disputa para células criminales que buscan controlar las principales rutas de tráfico de drogas, armas y migrantes a Estados Unidos.
Poco a poco, las economías criminales que se gestaron en el noreste de México despertaron en un joven tamaulipeco la ambición de convertirse en aquel capo que películas como El Padrino (1974) o Caracortada (1984) ya comenzaban a retratar. Y lo consiguió.
Memorias de la vida de Osiel Cárdenas Guillén recopiladas y reconstruidas por el periodista Ricardo Ravelo dan cuenta de que fue el sexto hijo de un matrimonio de agricultores de maíz que trabajaban en el Rancho El Caracol.
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De acuerdo con la información plasmada en el libro Osiel: vida y tragedia de un capo (2012), el origen humilde del joven tamaulipeco lo llevó a dejar la escuela apenas terminó la secundaria para posteriormente desempeñarse en distintos oficios.
Desde lavaplatos y hasta mesero, Osiel Cárdenas Guillén buscaba la forma de ganar el dinero suficiente para pagarse el estilo de vida que anhelaba, hasta que la desesperación lo llevó a incursionar en una diminuta pero ilegal transacción en la que previamente ya había participado uno de sus hermanos.
Un modesto taller mecánico en Matamoros fue donde dio los primeros pasos de su carrera delictiva al comenzar a vender grapas de cocaína. Nadie nunca imaginó lo rápido que el líder criminal brincaría del narcomenudeo al narcotráfico.
Con policías cooptados y redes de trasiego perfectamente tejidas, poco a poco Osiel Cárdenas Guillén comenzó a enviar droga de México a Estados Unidos, empoderando así a un joven cuya baja estatura, temprana calvicie y grandes pies lo acomplejaban.
Osiel Cárdenas Guillén fue detenido por primera vez en Texas en 1992 en posesión de cocaína, sin embargo, un año más tarde regresó a México en donde permaneció recluido en el Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 3 en Matamoros, desde donde volvió a poner en marcha su plan para convertirse en un gran capo de las drogas.
“El Mata Amigos”
La primera liberación del tamaulipeco se suscitó en 1995 y mientras los cargamentos de cocaína y marihuana continuaban cruzando a Estados Unidos, a los oídos de Cárdenas Guillén llegó la noticia que lo catapultó al liderazgo del Cártel del Golfo cuando el sobrino de Juan Nepomuceno Guerra -fundador de la organización delictiva- fue detenido.
"Luego del arresto de Juan García Abrego el 14 de enero de 1996 dos facciones se disputaban el poder, una de ellas liderada por Óscar Malherbe de León y Hugo Baldomero Medica Garza, mientras que la otra era encabezada por Salvador Gómez Herrera y Osiel Cárdenas Guillén", explica el documento Dignificando la Memoria emitido por el Gobierno de México en 2019.
La primera facción se debilitó cuando Óscar Malherbe fue aprehendido, por lo que el liderazgo de la organización delictiva lo asumió Salvador Gómez Herrara. El gusto le duró tan solo unos meses pues, dispuesto a convertirse en el jefe indiscutible, Osiel Cárdenas Guillén ordenó su asesinato.
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Aquel episodio terminó por consolidar al tamaulipeco bajo el alias de El Mata Amigos, pues no le importó quitar de su camino a quien fuera con tal de llegar a sus objetivos.
Envalentonado por el dinero que su lucrativo negocio le dejaba, El Loco se dio a la tarea de crear su propio brazo armado, un grupo de sicarios que se dedicaran a cuidarle las espaldas. Por el grado de complejidad no podían ser pistoleros cualquiera sino unos bien capacitados, con conocimientos sobre guerra, armas y estrategias.
Sabía dónde encontrarlos pero jamás dimensionó que aquella decisión abrió uno de los capítulos más violentos de la historia del narcotráfico en México.
El origen de Los Zetas
Durante la década de los 90 's, dentro del Ejército Mexicano fueron seleccionados soldados de élite a quienes fue encomendada la misión de realizar operaciones específicas gracias a su alto grado de entrenamiento obtenido en cursos otorgados por Fuerzas Especiales de Estados Unidos, Francia e Israel.
El Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) se ubicaba en la cúpula de las Fuerzas Armadas de México hasta que inesperadamente alrededor de 30 de sus integrantes desertaron en 1997.
Los hechos violentos suscitados tras aquella renuncia al Ejército Mexicano confirmaron lo que las autoridades temían: los soldados ahora trabajaban para el crimen organizado.
"Su entrenamiento militar y su furia desenfrenada cambiarían las reglas del juego en el hampa de México e, incluso, llevarían a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) a describirlos como el grupo paramilitar más tecnológicamente avanzado, sofisticado y violento", señala en un artículo InSight Crime.
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En un abrir y cerrar de ojos, aquellos GAFES se convirtieron en Los Zetas y, encabezados por Arturo Guzmán Decena, alias Z-1, pusieron sus conocimientos y vida al servicio de Osiel Cárdenas Guillén y el Cártel del Golfo.
Además de la seguridad del capo tamaulipeco, el brazo armado también tuvo como tarea el apoderarse de plazas y territorios clave que les facilitaran el envío y tránsito de drogas, de modo que su imperio comenzó a expandirse fuera de Tamaulipas.
Ambas organizaciones delictivas colaboraban en un esquema dividido en el que a Los Zetas se le delegaron economías criminales como la extorsión y el secuestro mientras que la organización delictiva continuaba traficando millonarios cargamentos de narcóticos.
"El Cártel del Golfo a través de Los Zetas mantuvo por muchos años presencia permanente y control de muchas ciudades del país en entidades como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, San Luis Potosí, Veracruz, Zacatecas, Puebla, Hidalgo, Estado de México, Michoacán, Guanajuato, Tabasco, Chiapas, Campeche y Quintana Roo", relata el documento Dignificando la Memoria del Gobierno de México.
El miedo fue su sello y la violencia su bandera. No se sabe si fue su entrenamiento militar, pero lo que sí consta a analistas en seguridad y a las mismas autoridades es que la fundación de Los Zetas elevó el salvajismo en México a niveles nunca antes vistos.
"Los Zetas no compran sus alianzas si no que más bien aterrorizan a sus enemigos, torturan a sus víctimas, cuelgan cuerpos y masacran indiscriminadamente", puntualiza sobre su forma de operar la fundación dedicada al estudio de amenazas de seguridad nacional de América Latina y el Caribe.
El poderío que el Cártel del Golfo alcanzó con Los Zetas como brazo armado provocó que se intensificara el proceso de reclutamiento y, aunque ya no todos eran militares, dentro de sus filas comenzaron a surgir nuevos liderazgos que eventualmente terminaron por convertir al brazo armado en un cártel por derecho propio.
Sumado a ello, la independización de Los Zetas del Cártel del Golfo fue inminente cuando en el marco del juicio que Osiel Cárdenas Guillén enfrentó en Estados Unidos, líderes del recién creado cártel presintieron que el capo tamaulipeco estaba proporcionando nombres, rostros, rutas y detalles sobre sus actividades criminales a cambio de beneficios judiciales.
La “traición” de su líder provocó que la organización delictiva no solo se enfrentara ahora al Cártel del Golfo sino que también surgieran múltiples escisiones que, incluso con Cárdenas Guillén en prisión, continuaron sembrando terror y violencia por cada rincón de Tamaulipas y el noreste de México.
El regreso de Osiel Cárdenas Guillén a México revive la herida de aquel periodo de violencia que Los Zetas desataron, un legado criminal que dejó una deuda en la sociedad mexicana que no se paga únicamente con los veinte años en prisión que pasó en Estados Unidos.
ATJ