El Tezontle olvida a Heriberto Lazcano en el Día de la Candelaria

A diferencia de otros años, está vez no hay nada que lo recuerde, ni flores, ni letreros en su honor

Iglesia del Tezontle. (Alejandro Reyes)
Alejandro Reyes
Pachuca /

Es Día de la Candelaria y acá en el Tezontle, al sur de Pachuca, es un día normal, con un sol lleno de furia por la mañana y juegos mecánicos salpicados entre las calles de la cabecera.

Hoy no se recordó con arreglos florales en la iglesia a Heriberto Lazcano, extinto líder de los Zetas. En esta ocasión solo hay un letrero que dice Tezontle 2023, a diferencia de otros años, esta vez no hay nada que lo recuerde.

No hay misa, no hay niños Dios, no hay tamales. No hay quién se acuerde ni hable del “Lazca”. No hay gente vigilando en las esquinas. Las puertas de la iglesia están abiertas de par en par par los fieles y visitantes.


Frente al templo una camión de sanidad muncipal espera a que los trabajadores del Ayuntamiento de Pachuca terminen de limpiar la calle. Barren el polvo con sus escobas y este se levanta en el aire negándose a terminar en el camión.

Acá hay juegos mecánicos, puestos de comida y pan repartidos en las calles aledañas. La mayoría están cerrados, tapados con sus lonas multicolores. La gente pasa de a poco con la mañana en flor.

En la iglesia hay cuatro personas respartidas en las bancas. Dos guardan silencio al frente sumidas en sus pensamientos. Dos mujeres en la parte de atrás aprovechan para ponerse al día, de un tema pasan a otro sin importarles que las escuchen.

Son cerca de las diez de la mañana y en la iglesia de la Asunción no hay misa para venerar a los niños Dios en este 2 de febrero de la Candelaria. Las imágenes de la Virgen, Cristo crucificado, el Sangrado Corazón de Jesús y San Judas Tadeo cubren la entrada y el atrio. Una mujer de la tercera edad se santigua en debajo del vitral del espíritu Santo.

-¿Sabe si habrá mis para los niños Dios?-, pregunta una mujer que pasa de los 60 años a un joven de chamarra azul.

-No lo sé, estoy esperando la misa pero no hay nada-, le responde.

-Vine a la iglesia pero no sé ve nada-, le dice la mujer a manera de despedida y se pierde entre las calles.

Dos personas más entran a la iglesia, las otras se han ido ya. Hay silencio. El Tezontle está en calma. Ya no sé recuerda a Heriberto Lazcano ni hay tamales. El sol sigue con furia.


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