Tras 20 años de una huelga que lo mantuvo sin actividad y en un proceso de deterioro, el Frontón México es restaurado por el arquitecto mexicano José Moyao López. Además de rescatar el espacio para el deporte que fue creado, el jai alai, proyecta la creación de un centro de espectáculos, un casino, un restaurante y un sky lounge en la superficie de 5 mil m2.
La inversión para la restauración de todo este conjunto ronda los 35 millones de dólares; se trata de una obra que actualmente lleva 60 por ciento de avance y que será culminada en marzo del año próximo. La segunda parte del proyecto consta de un hotel de 100 habitaciones sobre la acera de Ponciano Arriaga, cuyo costo será de aproximadamente 15 millones de dólares.
“Me ha correspondido, como en otros casos, rescatar un inmueble que es un referente urbano y requiere mucho cuidado para que la intervención se haga de la mejor manera y no pierda su esencia icónica, pero que a la vez resulte un inmueble novedoso y diferente del anterior”, señaló el arquitecto en entrevista con MILENIO.
Proyectado por los arquitectos Teodoro Kinhard y Joaquín Capilla, el edificio fue inaugurado por el presidente Emilio Portes Gil el 10 de mayo de 1929; con el tiempo se hizo muy famoso y en su mejor momento fue concurrido por figuras públicas, políticos y estrellas del espectáculo.
Cuando Moyao inició la obra en diciembre de 2015, “nos encontramos un inmueble bastante deteriorado porque estuvo abandonado durante muchos años; había algunas filtraciones y todas las ventanas y la madera en sus diferentes espacios estaban podridas. El edificio fue liberado de muros divisorios que se hicieron en intervenciones pasadas.
“El frontis, la superficie sobre la que rebota la pelota, estaba intacto, porque está hecho con piedra de chiluca, que es muy dura; la pelota con la que se juega es durísima, casi como una bola de billar, y en cada golpe va a casi 300 kilómetros por hora. Ese frontis solo lo vamos a pintar de negro para que se vea más moderno”.
Reestructuración
Para la intervención del edificio, que es estilo art déco, se contó con la asesoría de Gabriel Merigo Basurto, especialista en este tipo de arquitectura. Bajo su supervisión se hicieron calas a la fachada, y de los diferentes tonos de pintura que presentaba se eligió retomar un tono rojizo, que es el que presenta ahora el inmueble.
“En realidad —detalló Moyao— el inmueble es un gran galerón porque está pensado para el juego de jai alai, un deporte vasco bastante complicado, sofisticado y raro. Lo que hicimos fue rehabilitar la cancha, que va a seguir teniendo el mismo uso, pero demolimos el graderío bajo y lo sustituimos por una grada retráctil de tal manera que puede tener una capacidad de mil 800 espectadores o llegar hasta 4 mil, haciendo combinaciones.
“La estructura de la cubierta o techo la reestructuramos para poder tener una capacidad de carga hasta de 70 toneladas para diferentes producciones; es decir, la reja que delimita la cancha se levanta como si fuera una cortina y se puede poner un escenario para espectáculos o pasarelas, conciertos, etcétera. Estamos aislando acústicamente la cubierta con materiales, tanto en el exterior como el interior, para que ni la lluvia haga ruido adentro ni el ruido de la música salga”.
El arquitecto, también académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, indicó que la emblemática fachada pan coupé de este inmueble, que contiene grabado el nombre del edificio, no fue tocada en absoluto.
Monumento
El inmueble tiene cuatro niveles, y serán distribuidos de la siguiente manera: al entrar por los dos cilindros del frente del lado izquierdo estará el acceso al casino, del lado derecho habrá una zona para ir a la parte central y la entrada al Centro de Espectáculos. Hacia arriba, dos y medio niveles estarán dedicados a un casino, un restaurante, dos pequeños restaurantes en la parte del tercer nivel y en la azotea, y en la quinta fachada habrá un sky lunch, para ver el Monumento a la Revolución.
Explicó Moyao López que la obra ha avanzado, de diciembre de 2015 a la fecha, 60 por ciento. Entre las intervenciones más importantes es que se ha habilitado un sistema de aire acondicionado que no tenía y que exige la normatividad para el casino, así como sistemas de seguridad, control de accesos, iluminación y dos cisternas, una para captar agua de lluvia que dará servicio a ciertos baños y una más para protección contra incendios.
“Para el tema del sonido se ha contado con la asesoría de Cristian Ezcurdia y Jorge Romero, quienes, dependiendo del tamaño del espacio, han propuesto diferentes materiales; en este caso se ha utilizado una serie de micrófonos y sobre las superficies de tres paredes se tiene una especie de colchonetas de una fibra especial que absorbe el ruido”, indicó Moyao.
Añade que para todos los trabajos se ha contado con la autorización del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), pues además de ser un monumento artístico se trata de la cancha más grande del mundo para jai alai.
Deporte colonial
El arraigo de este deporte en México proviene de la Nueva España, porque llegó junto con los españoles. La primera cancha en nuestro país fue inaugurada en 1895 (eder jai), y le siguió el jai alai; su “aparición significó un gran evento en la vida de la Ciudad de México, pues no existían hasta entonces espacios dedicados al deporte con sitio para espectadores”, explica la Fundación UNAM en su página electrónica dedicada al tema.
El tercer espacio, el Frontón Nacional, se abrió en la calle de Iturbide, pero debido a la prohibición de las apuestas, los frontones fueron clausurados. En 1906 el Nacional reabrió sus puertas, lo cual desató de nuevo el furor por la pelota vasca. Ello provocó que resurgiera con éxito el deporte, al punto de que en 1929 abrió sus puertas el histórico Frontón México, donde figuraron grandes pelotaris como Aquiles Elorduy.
En esta época comenzaron a proliferar frontones de barrio en las colonias Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Tacubaya, Polanco y Mixcoac, así como en muchas residencias particulares.
En 1996, tras una serie de conflictos entre sus dueños y concesionarios fue cerrado en acuerdo entre Miguel del Río, quien rentaba el inmueble al dueño, Moisés Cosío, quien estableció una huelga con los trabajadores y pelotaris para evitar la quiebra. Al momento de cerrar tenía 489 empleados.
El nombre del juego
Su nombre es cesta punta pero en México se le conoce como jai alai o pelota vasca, por su origen: es un símbolo fundamental del pueblo vasco. La forma más popular de practicarlo es con una cesta de mimbre, aunque también se golpea con la mano. La cesta moderna lanza la pelota contra la pared, exigiendo al pelotari gran agilidad física y mental para tomarla y dejarla deslizar hasta el extremo de la cesta, desde donde saldrá despedida contra el frontón, intentando hacer un tanto para conseguir el mayor número de puntos.
En la modalidad de parejas, la cesta es de 68 centímetros para los zagueros y 62 centímetros para los delanteros La cesta se fabrica con madera de castaño y tejida de mimbre; no obstante, en la actualidad se utilizan materiales sintéticos. La forma de la cesta curva, cóncava, alargada y estrecha, es al parecer una modificación de la antigua chistera. Encaja en la mano a modo de guante (atándola con una cuerda) y va provista de una bolsa que ayuda a retener la pelota.