El origen de los terroríficos personajes de Halloween

Aquí te contamos por qué el Diablo es rojo y Drácula chupa sangre, quién creó a Frankenstein y por qué las momias y los hombres lobo nos dan miedo.

Conoce la historia de tu disfraz de esta noche.
Francisco Masse
Ciudad de México /

Hoy es noche de Halloween, y una de las partes más divertidas será cuando pequeños y grandes se disfracen de terroríficos personajes como el temible Diablo, el vampiro Drácula, la vetusta momia, el hirsuto Hombre Lobo o el gigantesco Frankenstein. Pero, ¿sabes cuál es el origen de estos personajes?

Aquí te contamos brevemente estas cinco interesantes historias, y te aseguramos que más de una te sorprenderá.

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El Diablo


Este personaje, que para los cristianos encarna al Mal en sí mismo, también recibe el nombre de Satán, Satanás, Lucifer, Luzbel o El Adversario. En un libro titulado The Devil: A Biography, el historiador británico Peter Stanford nos explica que, a pesar del papel protagónico que el Diablo tiene como principal opositor de Dios, se le menciona poco en la Biblia y no se ofrece una descripción de él.

Entonces, ¿cómo es que el Diablo tomó la forma que conocemos? Según Stanford, los primeros cristianos dotaron a Lucifer con la apariencia de varios dioses paganos señalados como "malignos": los cuernos de Cernunnos, una deidad con cornamenta de los celtas; el color rojo de Seth, dios egipcio de la fuerza bruta, el caos y la sequía; y las patas de cabra de Pan y el tridente de Poseidón, ambos del panteón griego.

Siglos después, durante las Cruzadas, al Diablo se le añadieron rasgos como los de los "infieles musulmanes2 que combatían los cristianos en Tierra Santa: ojos oscuros, grandes y profundos, barba hirsuta y nariz aguileña. Todo un coctel cultural.

Drácula, el vampiro


¿Quién era Drácula? En primer lugar, fue un hombre: un príncipe de Valaquia —hoy Rumania— llamado Vlad Tepes, el cual combatió con singular crueldad a sus enemigos, por lo que se ganó el mote de 'El empalador'.

En segundo lugar, Drácula fue un personaje de ficción: basándose en ciertas tradiciones orales y en el recuento del tétrico príncipe Vlad, el escritor irlandés Bram Stoker cinceló al personaje principal de su novela 'Drácula', la cual publicó en 1897, y era un vampiro milenario que se alimentaba de la sangre de los vivos. Pero este personaje era muy diferente al que encarna el actor Christopher Lee sobre estas líneas, y parecía más un exangüe muerto que un elegante conde.

El paso de Drácula hacia el "éxito mediático" sucedió cuando Hamilton Deane adaptó la novela de Stoker en una exitosa obra de teatro que recorrió Inglaterra y llegó a los Estados Unidos, posicionando el personaje en el imaginario colectivo.

Después, en 1931, el director Tod Browning eligiría al actor húngaro Béla Lugosi para encarnar al inmortal vampiro, y éste lo representó como todo un conde: vistiendo un elegante frac negro, el pelo relamido hacia atrás y una capa que hacía más dramáticas sus entradas y salidas. Basados en la interpretación de Lugosi, actores como Lee en los años 60 —o Germán Robles en el cine mexicano— inmortalizarían la figura del 'vampiro elegante' que tanto éxito tiene en estas fiestas.

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Frankenstein


De entrada, hay que aclarar que la criatura gigantesca, armadas con pedazos de cuerpos de varios muertos, pesados zapatos y un par de tornillos en el cuello para transmitir la chispa de la vida, NO se llamaba Frankenstein.

Este monstruo, de apariencia temible pero corazón tierno, en realidad no recibió nombre alguno por parte de su creadora, quien se refería a él llamándolo únicamente 'La criatura'. Pues bien, esta criatura fue el fruto de la fértil imaginación de Mary Shelley, una novelista británica que lo concibió a principios del siglo XIX.

Cuenta la historia que en 1816, la erupción del volcán Tambora provocó que en Europa lloviera mucho más de lo habitual. Encerrados en la Villa Diodati, Mary Shelley, su esposo P. B. Shelley y el poeta Lord Byron, para combatir el aburrimiento, se impusieron un reto: escribir una historia de terror. Y así fue que Mary Shelley confeccionó la novela 'Frankenstein o el moderno Prometeo', en el que un atribulado doctor Frankenstein busca resistirse a la muerte creando un ser a partir de los cuerpos de otros, y trasmitiéndole la vida mediante el uso de la electricidad.

Si no has leído la novela, vale la pena que lo hagas y te des cuenta de que el verdadero villano no es la criatura… sino el doctor Frankenstein.

La momia


A mediados de la década de 1920, un insólito descubrimiento asombró al mundo entero: en el Valle de los Reyes, en Egipto, el arqueólogo Howard Carter descubrió la fastuosa tumba y la momia del faraón Tutankamón y, al hacerlo, desató el furor por el Egipto antiguo y, desde luego, por la momia del 'Rey Tut'. No obstante, pocos años después el principal patrocinador de la expedición, el noble británico Lord Carnarvon, murió de forma misteriosa en El Cairo. Este hecho desató la idea de que una poderosa maldición había alcanzado a quienes habían osado perturbar el sueño eterno de la momia.

Con esta jugosa leyenda en la mente de todo el mundo, los productores de Hollywood aprovecharon para lanzar una película basada vagamente en la idea de una momia que regresa a la vida alimentada por la venganza y el amor: La momia (1932) dirigida por Karl Freund y protagonizada por Boris Karloff.

El éxito de esta película hizo que hubiera una enorme cantidad de secuelas, imitaciones y remakes cinematográficos a lo largo de las décadas —¡hasta una momia azteca en el cine mexicano!—, consolidando a la figura de la momia egipcia como una de las infaltables en el Halloween.

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El Hombre Lobo


Los mitos y el folclor en torno a los licántropos u hombres lobo —así como de otros seres humanos que pueden convertirse en animales— son de una añeja tradición en diversos pueblos europeos, y su origen en la imaginería popular puede rastrearse hasta los escritos de Petronio, en el siglo I de nuestra era, o en el Medievo con Gervasio de Tilbury.

Fue en el siglo XIX cuando ciertos autores de ficción empezaron a dotar a la criatura de las características con que los asociamos hoy: que están cubiertos de pelo, que su transformación depende de las fases de la Luna —en especial con la Luna llena—, el hecho de que un Hombre Lobo puede 'contagiar' a otro con una mordida, y que son vulnerables a las balas de plata.

Pero el verdadero salto del Hombre Lobo hacia la cultura popular del siglo XX vino, como es de esperarse, del cine de Hollywood: en 1941, Lon Chaney Jr. encarnó a The Wolf-Man, una película dirigida por George Waggner. El éxito de la película determinó la presencia y el aspecto de los licántropos entre las criaturas terroríficas que pueblan la imaginación y las Noches de Brujas, como la que hoy vivimos.

Y tú, ¿de qué te vas a disfrazar esta noche?


FM

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