“La sociedad debe ganarle los jóvenes al narcotráfico”

El economista y consultor argentino Bernardo Kliksberg afirmó que los miembros de la delincuencia son adolescentes que no tuvieron oportunidad  de estudiar, y por ello resaltó la necesidad de impulsar programas de inclusión

Gabriela Jiménez
Ciudad de México /

Para combatir la desigualdad y la pobreza, el gobierno, la sociedad y la iniciativa privada, deben asumir que están en una competencia con el crimen organizado por los jóvenes marginados.

Bernardo Kliksberg, economista, sociólogo y consultor argentino, destacado por sus trabajos sobre pobreza y considerado el padre de la gerencia social, afirma que muchos de los miembros de la delincuencia son jóvenes y adolescentes que no tuvieron oportunidad de estudiar ni trabajar.

Por ello resalta la necesidad de impulsar programas de inclusión educativa y laboral, a fin de evitar que ese sector de la población se sume a las filas del narcotráfico.

Kliksberg es un pensador reconocido y tiene 49 doctorados honoris causa por distintas universidades. Actualmente labora como asesor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo de América Latina y el Caribe.

¿Cuál es el mayor obstáculo para lograr combatir el problema de la pobreza en América Latina?

América Latina ha sido bendecida por la divinidad por riquezas naturales excepcionales: tiene un tercio de todas las aguas limpias del planeta, tiene yacimientos de todas las materias primas estratégicas, es la mayor reserva de petróleo a largo plazo, tiene una naturaleza excepcionalmente apta para la producción de alimentos, pero tiene la mayor desigualdad de todo el planeta.

Esto no se generó de un día para otro, pues primero fue la desigualdad de la propiedad de la tierra. El coeficiente de Gini en esto es todavía peor que el de distribución del ingreso.

En los años de las independencias y la formación de las naciones, la tierra se repartió de una manera absolutamente desigual; los latifundios y los minifundios son dos figuras de desigualdad muy claras de América Latina.

Pero hay otros tipos de desigualdad. El 20 por ciento de la población de América Latina de menores ingresos está a distancia sideral de lo que recibe el 1 por ciento de mayores ingresos, por eso es la región más desigual del planeta.

También hay una desigualdad muy grande en el acceso a una educación de buena calidad, y ese es uno de los bienes más valiosos que puede tener una persona para poder prosperar en la sociedad.

Hay una desigualdad a acceso de servicios de salud de buena calidad que hace que haya esperanza de vida muy distinta según los sectores sociales. Esto sucede en Monterrey mismo: sales de San Pedro y recorre unos pocos kilómetros y tienes municipios que tienen una esperanza de vida muchísimo más baja.

Según su visión, ¿el problema de la violencia que se ha vivido en México a raíz de la lucha contra el crimen organizado se relaciona directamente con la desigualdad?

Así es. Yo me enojo cuando hablan de los nini porque pareciera que eligieron no estudiar, pero se ha demostrado que no los han dejado; pareciera que eligieron no trabajar, pero nadie quiere darles trabajo. Son los nono, porque los han excluido del sistema educativo y del mercado de trabajo. Esa es la población joven marginada de América Latina, donde se calcula que sea del 20 al 25 por ciento, o sea uno de cada cuatro.

Ellos son doblemente vulnerables; al no tener ninguna salida, pueden caer en el reclutamiento de las bandas del narcotráfico. La sociedad tiene que verse compitiendo con el narcotráfico por esos jóvenes, y para eso tiene que extenderles una mano amiga, es decir, ayudarles a terminar el colegio, a tener pasantías en las empresas que les permitan hacer experiencias laborales.

En Chile, por ejemplo, ha tenido un gran éxito un programa en donde se tomaban jóvenes marginados y el gobierno ayudaba a las empresas a contratarlos para pasantías; tenían un pequeño ingreso y se formaban. Después las empresas se quedaban con los jóvenes que mejor rendían, y lograron bajar la marginalidad de forma muy importante.

Se necesitan muchos programas de ese tipo, donde se alíen política pública e iniciativa privada con la ayuda de la sociedad civil. Eso va a debilitar totalmente la posibilidad del narcotráfico.

¿Ve avances o retrocesos en el combate a la pobreza y la desigualdad en el país?

No quiero dar una evaluación superficial, pero comparativamente con América Latina, diría que es muy positivo que el gobierno haya puesto como prioridad la lucha contra la pobreza. Estos programas sociales tienen fortalezas y también errores, pero claramente las transferencias condicionadas se han impuesto en toda América Latina. Hay 80 en todos los países, en diferentes modalidades y bajo diferentes nombres. Hay mucho que corregir y mejorar, pero uno se pregunta cómo sería México sin esos programas; claramente la pobreza sería muchísimo mayor.

Yo estoy recomendando, humildemente –algunos presidentes me han escuchado–, lo que llamo hacer una gerencia social eficiente de los programas. Soy el padre de esta nueva disciplina.

Los elementos son, primero, tratar de organizar a la comunidad pobre. Esto ha dado resultados fenomenales, porque el interlocutor no son personas sueltas, sino una comunidad organizada.

En segundo lugar, que los programas sociales se articulen; normalmente están dispersos, pero hay que tratar de articularlo con alianzas estratégicas al interior del gobierno y coordinar la política social con la económica.

En tercer término: dar los subsidios a la madre pobre, no al cónyuge masculino, porque en mi experiencia en América Latina, la madre pobre es una administradora excepcional de recursos escasos. Esto lo midieron en varios países.

A detalle

El sociólogo consideró que existe una desigualdad muy grande en el acceso a una educación de buena calidad, como también de servicios de salud.
Kliksberg dijo que este problema se relaciona directamente con la violencia que se vive en el país a raíz de la lucha contra el narcotráfico.

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