Mientras cursaba la preparatoria Marlies Solís Rodríguez comenzó a trabajar en la elaboración de bioplástico a base de desechos alimentarios con alto contenido de almidón. Ahora como universitaria, dos años más tarde, continúa con esta investigación la cual espera en breve patentar.
Al estudiar la preparatoria en la Universidad Autónoma de La Laguna, trabajó de la mano con la ingeniera bioquímica Valeria Alejandra Rodríguez Moreno en el laboratorio, y ahora como estudiante de Ingeniería Bioquímica en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Coahuila, Unidad Torreón, continúa desarrollando su investigación, gracias a la cual logró la publicación de su investigación en la Revista Iberoamericana de Divulgación y Cultura Científica ORAMA.
En 2020 participó en la convocatoria El reto emprende, organizada por la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología Aplicada (SOLACYT) participando en la categoría de Artículo Científico.
En su cuarta edición el tema era covid-19, así que Marlies decidió que en lugar de combatir una sola problemática que era la contaminación, buscó darle un enfoque de utilidad dentro de la pandemia y diseñó bioplástico con utilidad en el sector salud, creando uniformes quirúrgicos desechables.
Luego de participar junto a más de 800 jóvenes, Solís Rodríguez fue la ganadora de Coahuila y quedó entre los primeros cinco lugares, logrando así la publicación de su artículo en la revista de nivel internacional.
La investigación en una primera parte consistía en dejar de lado el uso de plásticos derivados del petróleo, por lo que Marlies buscó combatir la problemática de contaminación y se interesó en elaborar material que pudiera reemplazar el plástico convencional, "existen muchos tipos de bioplástico y todo lo que es biodegradable sí se encuentra en el negocio por lo que tenía que innovar y se me ocurrió que mi materia prima fuera el migajón del pan, el cual es deshecho alimentario por lo cual los costos del bioplástico disminuyen".
Explicó que existe la creencia que un producto biodegradable como el bioplástico normalmente es caro en el mercado y esto sucede porque comúnmente están hechos de papa, mango, yuca, plátano y no son residuos de alimentos, el cual resulta más caro.
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Actualmente, Marlies Solís trabaja con algunas pruebas de resistencia, además tiene el interés de abarcar el sector salud, crear utensilios de cocina y desarrollar tanto prendas de vestir como zapatos.
"Al concluir las pruebas iniciaré el trámite de patente, mi proyecto ya tuvo algunas para sacar las biopelículas, que son unas muestras finas con el que se hacen algunos estudios como son el financiero para ver si es verdad que el costo realmente disminuye y cuánto disminuye", resaltó.