Contar con el apoyo de consejeros vocacionales globales, que se alejan de test estáticos para privilegiar exploraciones activas, suele ser una acertada decisión en jóvenes que tienen dudas sobre la selección profesional.
Ana Claudia Sada, quien cuenta con más de 20 años de experiencia en el área educativa, desarrolló un método para ayudar a los chicos en el proceso de elegir qué estudiar tanto en universidades de México, como las opciones que se ofrecen en el extranjero.
“Los consejeros vocacionales que ayudamos a los muchachos con dificultades para definir sus intereses y metas educativas, tenemos una formación específica que nos permite explorar sus intereses, habilidades, valores y proyecto de vida. Utilizamos una variedad de herramientas, como pruebas de aptitud, evaluaciones psicológicas y entrevistas, para comprenderlos mejor “, dijo.
Explica que es a través de este proceso, que pueden ofrecer información detallada sobre diferentes carreras, sus perspectivas laborales y las trayectorias educativas necesarias.
Adicionalmente brindan apoyo emocional y estratégico para ayudar a tomar decisiones informadas y alinear las metas personales con las opciones profesionales disponibles tanto en el país como en el exterior.
“Nuestro objetivo principal es que elijan carreras que se ajusten a sus fortalezas y preferencias, lo que puede contribuir significativamente a un mayor sentido de satisfacción y éxito en el futuro”, recalcó.
Ana Claudia quien por su proyecto laboral viaja constantemente, menciona que encontrar personas preparadas en este campo puede ser difícil debido a la complejidad de las habilidades necesarias para realizar esta labor.
Actualización
“Se requiere no solo conocimiento académico, sino también empatía, habilidades de comunicación y actualización constante sobre las tendencias y oportunidades en el mercado laboral. Con el rápido cambio en las tendencias laborales y educativas, es crucial que los orientadores nos mantengamos al día con las oportunidades emergentes, las habilidades relevantes y las demandas del mercado laboral actual”.
Para Claudia Sada trabajar con jóvenes y sus familias en este contexto puede ser un desafío, ya que implica no solo entender las necesidades y aspiraciones individuales, sino también navegar entre las expectativas del núcleo familiar y sus visiones culturales.
Sin embargo, resalta que, a pesar de los retos, el trabajo de orientación vocacional es gratificante. “La satisfacción radica en guiarlos hacia un futuro que los inspire y les brinde oportunidades para desarrollarse y contribuir de manera significativa a la sociedad”.
Ventajas al recibir asesoría
Claudia, quien cursó la maestría en Educación en el Tecnológico de Monterrey, señala que la orientación vocacional especializada ofrece una gama más amplia de beneficios a los jóvenes en comparación con el apoyo limitado que se encuentra cada vez en un menor número de escuelas a través de los programas de orientación vocacional académico.
“Como orientadores especializados, nos centramos en cultivar el autoconocimiento de los jóvenes. Les proporcionamos un espacio personalizado donde explorar y comprender sus intereses, habilidades y análisis de un proyecto de vida. Nuestro enfoque incluye el uso de herramientas psicológicas que les ayudan a identificar sus fortalezas, preferencias y áreas de interés específicas”.
Refiere que además, integran herramientas transaccionales para analizar las oportunidades laborales desde una perspectiva práctica, al ofrecer un espacio para evaluar no solo la pasión por un campo determinado, sino también, la viabilidad financiera y el potencial crecimiento en las áreas profesionales que son de su interés.
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Jóvenes tras la pandemia
El confinamiento durante la pandemia generó desafíos únicos, confirma Claudia, que el aislamiento puede haber limitado su exposición a diversas experiencias, lo que a su vez afecta su capacidad para explorar y descubrir sus intereses vocacionales.
“La falta de interacciones sociales y oportunidades prácticas podría haber generado incertidumbre y dudas adicionales en el proceso de selección de carrera. Pero algo que también he notado es que la falta de experiencia y comprensión de conceptos básicos sobre profesiones no se puede atribuir únicamente a la pandemia”.
Para quien es miembro de la Asociación Mexicana de Profesionales de Orientación, dice que la falta de experiencia se puede ver en cosas simples que antes se consideraban parte del aprendizaje, como manejar transacciones bancarias, colaborar en las tareas del hogar, manejar sus finanzas personales, o enfrentarse a responsabilidades propias de su edad. Dicha carencia de experiencias está provocando que los jóvenes tengan una menor capacidad para visualizar cómo funcionan las cosas en su entorno.
“La pandemia puede haber agravado esta falta de exposición y experiencia, pero es esencial considerar que esta situación ya estaba en evolución mucho antes de la emergencia sanitaria. Ayudar a los jóvenes a obtener una comprensión más completa del mundo laboral y fomentar experiencias prácticas desde edades tempranas se vuelve fundamental para que puedan tomar decisiones vocacionales informadas y ajustadas a la realidad que les rodea”.
Finalmente, declara que antiguamente, la orientación vocacional solía centrarse en pruebas estáticas y cuestionarios que buscaban encasillar a los jóvenes en carreras específicas según sus habilidades aparentes.
“Hoy en día, la orientación vocacional se enfoca en el autoconocimiento, exploración de intereses, habilidades y valores personales. Debe adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos. Los orientadores deben actualizar sus conocimientos así como incrementar su experiencia práctica y estar en contacto con diferentes campos laborales para ofrecer una orientación completa y realista”.