Toda historia tiene que llegar a su fin. Así lo entendió Jorge Cantú, cuando el 4 de abril de 2022 decidió que no estará en los diamantes para 2023. Y como en todo viaje, el destino es importante, pero eso no significa que no se pueda disfrutar del trayecto.
Después de todo, no es sencillo despedirse de un deporte al que le has dedicado toda tu vida y en el que te volviste un referente para tu país. Además, parte de ese camino será fundamental para que el trayecto rumbo al título no sea tan turbulento... sobre todo si hay 17 equipos que aspiran a lo mismo que tú.
“Cuando anuncié mi retiro, se me vinieron a la mente 23 años en cinco minutos”, reconoció el Bronco Cantú en entrevista con MILENIO-La Afición, “Es muy difícil (decir adiós), no puedo explicarlo completamente… me tomaría una noche. Lo voy a extrañar, pero la decisión está tomada”.
Un título, el adiós ideal
Cantú creció con beisbol. Nació el 30 de enero de 1982 en Reynosa y a los seis años entró a la Liga Treviño Kelly de su ciudad. Ahí comenzó una historia que lo llevó a mejorar su juego hasta que le tocó su primera oportunidad en 1999, cuando firmó con los Devil Rays de Tampa Bay y debutó con los Renegades de Hudson Valley, el equipo de Nivel A-.
Fueron cinco años en sucursales hasta que debutó con Tampa en 2004, en un juego contra Orioles de Baltimore. Desde entonces, tuvo una exitosa carrera en Tampa Bay (2004-2007), Rojos de Cincinnati (2007), Marlines de Florida (2008-2010), Rangers de Texas (2010, con quienes jugó la Serie Mundial) y Padres de San Diego (2011). Pero con tantos momentos en las Mayores, rememora su inicio como ese capítulo especial en su vida. El comienzo de su historia.
“Le doy gracias a ese niño de seis años que nunca se dio por vencido en la Liga Treviño Kelly en Reynosa. Ese niño fue a esa Liga, agarró un bate y no lo soltó jamás. A ese niño Jorge Luis Cantú Guzmán es al que le quiero dar las gracias”, dijo el pelotero, visiblemente emotivo.
Llegó a la Liga Mexicana de Beisbol en 2013 con Tigres de Quintana Roo y ganó el título. Se fue a Corea del Sur a probar suerte con los Doosan Bears, pero regresó con los de Bengala y repitió el campeonato. Para 2019, firmó con el México, por lo que espera coronarse como lo hizo en Cancún.
“Yo quiero ser campeón con Diablos Rojos desde el primer momento en que llegué. No se ha podido, es mi tercer año aquí y sería la cereza del pastel ahora que me retiro. Tenemos todo el tiempo y tenemos que ganar”.
Atreviéndose a soñar, el cierre perfecto sería con un triunfo en el estadio Alfredo Harp Helú, con una ceremonia en el centro del diamante y con la Copa Zaachila en sus manos, frente a miles de aficionados. “Sería de Cenicienta la historia. Ojalá estemos en ese juego final… Es un orgullo despedirse con esta franela, que tiene tanta historia en el beisbol mexicano y me iré por la puerta grande, no lo puedo decir mejor”.
La familia, el impulso
Incluso cuando haces lo que amas, llega un punto en el que tienes que apartarte de ahí para que el trabajo no te consuma. Así lo entendió Cantú.
“Fue una decisión que tomé por mi familia, en cuanto a mi trabajo aquí en el beisbol ya veía yo una titulación, ya donde el vaso ya se estaba derramando por la rutina, los viajes. Llegué a un límite”, apuntó el segunda base.
Es por lo que anhela ser más regular en la última mitad campaña y que sus hijos puedan verlo en el más alto nivel, que se inspiren y lo vean en un festejo de campeonato. “Ellos saben perfectamente quien soy. Estamos en la casa, en el patio y quieren batear como yo, pegarle a la pelota como yo, fildear como yo. A mí eso me enorgullece, me siento como un pavo real. Qué bonito que se fijen en su papá”.
La idea de colgar los spikes se le pasó por la mente tiempo atrás, pero después de analizarlo, tomó la decisión de que fuera este año, con posibilidades de ir por la Copa Zaachila. “Por eso sigo jugando, porque pensaba en el retiro años atrás, pero vi toda esa carrera y lo decidí por ellos, porque quiero que sepan quién fue su papá”.
FCM