La segunda ola de contagios por Covid-19 ha llegado. Los países han adoptado diversas restricciones para poder controlar la pandemia dentro de sus fronteras. Este problema me hizo preguntarme ¿cómo se están viviendo estas medidas alrededor del mundo? Por ello entrevisté a cinco amigas que viven en Madrid, Dublín, Berlín y Santiago, para conocer su percepción sobre la forma en la que se ha manejado la pandemia y saber más sobre la lectura en tiempos de confinamiento.
Madrid, España
Ana Flores es una periodista española, originaria de Palencia, lleva 4 años viviendo en Madrid. Relata que a raíz de la pandemia, encontrar trabajo en España se ha vuelto aún más complicado, sobre todo para los jóvenes. En cuanto a las restricciones, Ana opina que los españoles van a salir expertos en derecho comunitario pues las medidas varían mucho de una comunidad a otra, lo cual además de confusión, genera caos. En lo que respecta a la comunidad de Madrid, se ha dividido en zonas sanitarias y no se puede entrar o salir entre ellas. Hay limitación de movilidad, cierres perimetrales, confinamiento en algunas zonas y toque de queda, de 12 de la noche a 6 de la mañana las calles deben permanecer desiertas. Flores lamenta la falta de acuerdos entre el gobierno central y el autonómico ya que cada día cambian los criterios, lo cual confunde a la población, ya cansada de la especulación.
Ana siempre ha sido una ávida lectora y afirma que sus hábitos de lectura no han cambiado mucho, sin embargo ahora lee más en papel, pues tras tantas horas detrás de una pantalla, ha encontrado refugio en el formato físico. También dice buscar lecturas diferentes, en especial de poesía. Actualmente lee Los perros de Tánger (2020) de Isaak Begoña, un libro poético que mezcla tres idiomas: castellano, francés y árabe. Flores asevera que la lectura siempre está bien. Las restricciones no cambian mi perspectiva sobre la lectura. Para mí leer siempre está bien.
Dublín, Irlanda
Fernanda Cortés es licenciada en finanzas, mexicana, actualmente lleva un mes y medio viviendo en Dublín. Cruzó el Atlántico en plena pandemia para cumplir su sueño de estudiar una maestría en Trinity College. Adaptarse al nuevo lugar ha sido toda una experiencia, tomando en cuenta todos los protocolos y restricciones que ha tenido que superar desde el día que pisó Dublín. Y es que tan solo al llegar tuvo que pasar una cuarentena forzosa de 14 días, en los que no podía salir de la residencia universitaria y cuando por fin cumplió sus 14 días, Dublín entraba a nivel 5, en decir, el de máximas restricciones. Así pues Fernanda salió al mundo exterior pero lo que encontró fue una ciudad cerrada. Las visitas en casa están prohibidas y solo puede salir a caminar un máximo de 5km a la redonda. Fernanda lamenta no poder vivir esta etapa universitaria como había deseado, sin poder participar en eventos ni sociedades de alumnos. Si bien la mayoría de sus clases son en línea, sí puede asistir a 2 clases presenciales e ir a estudiar a los espacios habilitados en la biblioteca. Actualmente está leyendo El nombre del viento (2007) de Patrick Rothfuss. Leo fantasía para olvidar lo que está pasando en el mundo. Cortés permanece optimista y espera que el confinamiento solo dure el mes de noviembre ya que la población sí respeta las reglas y los contagios han disminuido.
Berlín, Alemania
Inés Vachez es una arquitecta mexicana, lleva dos años y medio viviendo en la capital alemana y actualmente estudia un máster en la Technische Universität Berlin (TU Berlin). Para Inés, este es su segundo confinamiento o lockdown como lo llaman allá, mas dice que en comparación al primero, este parece más suave. Todos los puntos de convivencia como restaurantes, espacios recreativos e incluso las propias universidades permanecen cerradas. Cuenta Vachez que les habían dicho que los cierres permanecerían hasta el 4 de diciembre pero nadie lo cree, ya que los casos son incluso mayores que en marzo, cuando inició el primer confinamiento. En comparación a otras ciudades europeas, en Berlín no era obligatorio el uso del cubrebocas en la calle, sin embargo están comenzando a adoptar esta medida y por lo pronto ya es forzoso en l0 de las calles más concurridas. Vachez está de acuerdo con las medidas pues reconoce que en el verano los habitantes se relajaron y ahora el esfuerzo del gobierno se concentra en recordarle a la ciudadanía que es responsabilidad de todos.
Tras pasar más tiempo en casa, Inés ha podido enfocarse en dos proyectos personales de escritura e ilustración. También ha tenido oportunidad de leer más; desde la comodidad de su hamaca lee Circe (2018) de Madeline Miller, y hace poco terminó: Metafísica de los tubos (2000) de Amélie Nothomb y Sputnik, mi amor (1999) de Haruki Murakami. Vachez afirma que la lectura es buena en el confinamiento porque Netflix nos enajena del mundo y con los libros no apagamos el cerebro; mejor invertir el tiempo en lectura.
Santiago, Chile
Daniela Morano es una escritora y traductora chilena, ha vivido toda su vida en Santiago y cuenta que la vida en la capital chilena está funcionando casi con normalidad. Morano dice estar de acuerdo con el plan paso a paso del gobierno, pues el manejo de la información ha sido bueno, así como el hacer pruebas PCR por comunas. También relata que hubo un cambio de ministro de salud y que desde su percepción, el manejo de la pandemia ha sido mejor que en otros países. Ahora es verano en el hemisferio sur y pueden disfrutar “harta libertad” tras muchos meses de un confinamiento estricto.
Durante la cuarentena Daniela se aburrió de las redes sociales y dice haber ocupado su tiempo en algo más productivo como la lectura, en especial la de clásicos como Jane Eyre (1847) de Charlotte Brontë. Morano hace énfasis en el riesgo que implica pasar tanto tiempo en redes sociales durante el confinamiento: informarse en exceso sobre la situación de la pandemia y buscar de forma constante las cifras de contagios y decesos, puede ser dañino para la salud mental. Creo que más que leer para alejarse de la realidad, hay que acercarnos a la lectura para tener un pensamiento más crítico como sociedad. Ahora se encuentra leyendo A contraluz (2014) de Rachel Cusk.
Carolina Rizo también vive en Santiago de Chile, es una historiadora mexicana y lleva dos años de haber emigrado a la capital chilena. A diferencia de Daniela, Carolina siente que la vida no ha vuelto a la normalidad, pues aún siguen vigentes medidas como el toque de queda, el control de aforo incluso en los parques y el uso permanente de cubrebocas en todo lugar. Rizo considera que la principal diferencia en cuanto al manejo de la pandemia en contraste México y Chile es que la sociedad chilena es más rígida, respetan más las reglas; tal vez por la huella que dejó la dictadura militar, supone la historiadora. En opinión de Rizo, las medidas impuestas en Santiago fueron extremas y provocaron desempleo masivo, sobre todo en el sector artístico, que es en el que ella se desenvuelve. También lamenta la campaña de miedo propagada por los medios de comunicación.
Por su parte la lectura le ha servido como medio de transporte hacia otros países ahora que es difícil viajar. Durante el confinamiento leyó libros que la transportaron a Brasil, Argentina y por supuesto, a su México lindo y querido. Ahora se encuentra leyendo Memorias del águila y del jaguar (2019) que es un compendio de una trilogía de Isabel Allende.
Guadalajara, México
Por mi parte, la primer ola de la pandemia la viví en Madrid. Fue una experiencia muy dura, pues no imaginaba experimentar una situación de tal magnitud, sola. Leí mucho durante esos tres meses que pasé confinada en una pequeña habitación a la que nunca le llegaba el sol. Tenía que hacer muchos esfuerzos para poder concentrarme en la lectura porque vivía abrumada por el exceso de información, la incertidumbre, el miedo y por sentirme vulnerable al no tener a nadie cerca.
Esta segunda ola la vivo diferente pues ya estoy de vuelta en mi casa en Guadalajara, Jalisco. En contraste a como lo viví en Europa, considero que aquí las medidas son muchísimo más relajadas.
Para mí leer en tiempos de confinamiento, más que ser una actividad recreativa o de escape de la realidad, debería ayudarnos a asimilar lo que estamos viviendo. Ahora estoy leyendo Formas de estar lejos (2019) de Edurne Portela, desde mi balcón, en donde sí llega el sol.
¿Qué te parecieron estos testimonios? ¿Tus hábitos de lectura han cambiado a raíz del confinamiento? ¿Te gustaron las recomendaciones literarias? ¿Qué libro abriste durante la cuarentena?
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