Ahí viene Cascarrabias era una caricatura especial por varias razones. Su estética y sus argumentos eran absolutamente psicodélicos y parecía notablemente influida por el filme de animación Yellow Submarine, protagonizado por los Beatles en caricatura, y estrenado en 1968. Cuando era niño no lo sabía, solo me gustaba mucho y literalmente me ponía a volar con los mundos, personajes y situaciones que planteaba.
La historia era algo extraña: la Princesa Amanecer, su extraña mascota con nariz desprendible, Bip, y su amigo Terry, huían en un carruaje-globo aerostático del malévolo brujo Cascarrabias, quien los perseguía montado en un dragón alérgico que se la pasaba estornudando y al que el gruñón hechicero no bajaba de “estúpida sabandija”. Buscaban la cueva de las orquídeas susurrantes donde estaba escondida la llave de cristal que libraría al reino de la Princesa Amanecer de una maldición impuesta por Cascarrabias: “la maldición de la melancolía”.
El asunto es que en lo que encontraban la cueva o Cascarrabias los atrapaba, iban llegando a lugares insospechados, reinos alucinantes y llenos de colores donde podían habitar globos, zapatos vivientes o girasoles parlantes con ideas estrambóticas. El trabajo de los escritores me recuerda los maravillosos delirios que logran hoy quienes escriben los guiones de Hora de Aventura o de Rick y Morty. Tardé años en volver a encontrar en la vida una experiencia parecida a ver Ahí viene Cascarrabias, pero eso lo contaré en mi próxima entrega dedicada a mis aventuras con el LSD.
Here comes the grump tiene una caricatura hermana que comparte su espíritu psicodélico: La Pantera Rosa. Nacieron simultáneamente en 1969 por obra de la misma productora, e incluso hay capítulos de ambas series dirigidas por la misma persona. Gerry Chiniquy es un ejemplo de ello. Por cierto, la genial música original de la caricatura Ahí viene Cascarrabias es obra de Doug Goodwing, quien compuso también el tema de salida de la caricatura de la Pantera Rosa.
Tanto La Pantera Rosa como Ahí viene Cascarrabias tienen que ver con el talento de ese genio de la animación que fue Friz Freleng. Uno de los mejores caricaturistas, directores y productores que engrandecieron a la Warner Brothers, creador, entre otros personajes, del cerdo Porky, Piolín, el gato Silvestre y Sam Bigotes, a quien retomó para hacer al destemplado Cascarrabias. De hecho, el origen de Cascarrabias se puede ubicar directamente en un capítulo de las caricaturas clásicas de Looney Tunes, titulado Knighty knight Bugs, en el que el caballero Sam Bigotes persigue montado en un dragón muy parecido al de Here comes the Grump a Bugs Bunny, quien se ha robado una espada. Hay dos running gags o chistes recurrentes en este episodio que se volvieron fundamentales para el personaje de Cascarrabias: uno, cuando el dragón se detiene de golpe y Sam Bigotes se sigue de largo golpeándose con las protuberancias dorsales del dragón y dos: cuando el “estúpido dragón” estornuda fuego de modo recurrente, carbonizando a “Yosemite Sam”.
Debemos detenernos aquí para decir que parte del encanto de la versión al español de esta caricatura tiene que ver con el título. La palabra “grump” pudo haber provocado una traducción literal y haberse llamado “Ahí viene el gruñón”, pero el que un héroe anónimo haya decidido utilizar la palabra “Cascarrabias” le dio un toque verdaderamente memorable. Cascarrabias es una de mis palabras favoritas. En el doblaje de la caricatura destaca la participación de Polo Ortín como el narrador y del niño Juan Antonio Edwards como Terry.
En Ahí viene Cascarrabias conocimos el pueblo de Villa Ruedillas, a donde solo se puede entrar si se tienen ruedas; el Reino de Cristal, la Isla Eco con sus montañas de queso gruyere y también Globolandia, habitada por los valerosos soldados globolandeses. Vimos una playa con peces asoleándose en la arena, y una comunidad de corazoncitos alados y cursis que hablan en verso. Conocimos a personajes extraños como el madero carnero, el Rey Shampoo, los pájaros constructores con picos de martillos y serruchos, así como al terrible Ronquidón, azote del pueblo dormido, donde todos sus habitantes duermen para no despertar a Ronquidón.
Algunos de los mejores capítulos de la única temporada que se produjo de Ahí viene Cascarrabias son “El mar de limonada”, “El alegre pueblo de Salto Feliz”, “Azúcar y discusión”, “Las pícaras ruedillas”, “La descabellada máquina voladora”, “El país del tiempo” y “Apache Chu-Chu”. Varios de ellos pueden verse actualmente en YouTube, si es que igual que yo han tenido un súbito ataque de nostalgia al ver los espectaculares de Ahí viene Cascarrabias y les da un poco de miedo, como a cualquier cinéfilo que se respete, ir a ver una nueva versión de algo que solíamos amar en otro tiempo.
Hay muchas leyendas sobre el desenlace de Here comes the Grump. Unos dicen que sus protagonistas nunca encuentran ni la Cueva de las Orquídeas susurrantes ni la llave de cristal. Otras teorías más aviesas sugieren que la llave de cristal podría haber estado todo el tiempo oculta en las narices del dragón, provocándole recurrentes estornudos y fogonazos. Personalmente, prefiero pensar que la persecución continúa y que movidos por la obsesión de Cascarrabias, Terry, Bip y la princesa Amanecer seguirán recorriendo mundos alucinantes. En una de esas, un día se nos aparecen por acá.