En 1950, Ray Bradbury impactó al mundo literario con sus Crónicas marcianas, cuentos relacionados con una posible llegada y colonización al planeta Marte. En aquellos días eso era apenas la idea de una posibilidad tan inalcanzable, que generaba miedo pensar que se hiciera realidad. Dos años después, el escritor estadunidense fue más allá, bajo la premisa de que los mundos desconocidos pueden estar en la Tierra, en un mañana incierto donde se rompan los esquemas impuestos por la cultura y la sociedad. Así nació Farenheit 451, una novela futurista (aunque la narración se sitúa apenas unos años después de 2010) que plasma una civilización en donde los libros están prohibidos.
Recorriendo las calles hay bomberos dedicados no a apagar incendios, sino a generarlos apenas vislumbren las páginas de algún libro, pues están prohibidos, y es justamente a 451 grados fahrenheit ( 232.8 centígrados) a los que el papel se inflama y arde.
Uno de estos "crea fuegos" es Guy Montag, quien se comienza a preguntar qué es lo que contienen esos "ejemplares del demonio" tan prohibidos. Cuando descubre el poder de las palabras y el sinsentido de la condena, se convierte, junto con unos cuantos aliados, en un reducto en resistencia que hará lo que esté en sus manos para evitar reducir a cenizas lo que quede del compendio de saber que significan los volúmenes que aún quedan intactos.
Se ha dicho que la idea de Bradbury tenía que ver con la amenaza de quemar libros "indebidos" en la era McCarthy de Estados Unidos y también que era un destello de la manera en que los medios masivos de comunicación podrían acabar con la literatura.
Aunque aún no llegamos a ese momento, Ray imaginó un mundo donde la gente se entretenía día y noche mirando los muros digitales en sus casas, interactuando con sus amigos a través de esas pantallas, escuchándolos a través de “radios auriculares” insertados en sus oídos, tecnologías que se han hecho realidad.
En el cine se han producido dos películas basadas en Farenheit 451.
La primera, dirigida por François Truffaut, estrenada en 1966 y protagonizada por Oskar Werner, Julie Christie, y Cyril Cusack. En ella, tuvieron que arder libros de Faulkner, Sartre, Proust, Genet, Salinger, Audiberti y otros clásicos, aunque los productores de la Universal se escandalizaron por ello.
En 2018 se estrenó una nueva versión para HBO dirigida por Ramin Bahrani y protagonizada por Michael B. Jordan, Sofia Boutella y Laura Harrier, la cual ha recibido una crítica regular, pues se considera que perdió lo fantástico para darle paso a la acción, probablemente porque el destino de Bradbury nos alcanzó y, aunque aún no se queman libros, podrían quedarse en el olvido frente a nuevas plataformas y posibilidades de entretenimiento que ahora piden escenas trepidantes.
Los tiempos corren hacia esa dirección, pero aún nos queda la literatura y el cine para acercarnos a la obra de este autor emblemático que sentenció: "No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe".