EL ÁNGEL EXTERMINADOR
Daniel Herrera
@puratolvanera
Imaginemos a un adulto cuarentón que ha decidido acompañar a su hijo de nueve años mientras observan televisión. Siente que es el deber de todo buen padre inmiscuirse en lo que hace su niño. Si al mocoso le gustan las caricaturas, es probable que, por primera vez, conozca Hora de Aventura. ¿Cuál será su reacción? No es que quiera ser pesimista, pero no auguro nada bueno. Tal vez, incluso, decida prohibir a su hijo que vea tal programa. Cuando era adolescente, supe que a algunos compañeros del salón les prohibieron ver Los Simpsons. Si eso sucedió hace más de 20 años, no me cuesta trabajo pensar que con Hora de Aventura pasaría lo mismo.
Ahora, imaginemos al mismo adulto imbécil observando Rick and Morty. Lo que tienen en común la caricatura de Cartoon Network y la de Adult Swim es que dejan desarmados a aquellos que se incomodan ante historias y personajes extraños. Las dos pueden ser chocantes si el humor del espectador es demasiado sensible. También causan repugnancia a quien gusta de ver el mundo en tonos pastel. El asunto es que Rick and Morty, además de estar dirigido a los adultos, tiene un humor muchísimo más ácido.
Para más señas, la serie es sobre una familia: los Smith, formados por Beth, una responsable y racional cirujana cardiaca de caballos que se siente infeliz porque pudo ser doctora, pero la vida se le atravesó con un embarazo no deseado junto a un hombre mediocre, su marido y padre de sus hijos: Jerry, inseguro, disperso y fracasado. Al principio de la primera temporada, tenía un trabajo pequeño en una agencia de publicidad, pero pronto queda desempleado. Intenta ejercer autoridad, pero nadie dentro de su familia le obedece.
Los hijos son Summer, 17 años, superficial y obsesionada con la popularidad; y el más chico, Morty, 14 años, inseguro como su padre, nervioso y encandilado con el sexo. En el fondo es un buen muchacho que no sabe cómo imponerse ni alzar la voz de manera efectiva.
Quien se lleva la serie es Rick Sanchez, padre de Beth, egocéntrico, alcohólico, desagradable, siempre con una frase hiriente o un eructo en la boca, salivando en todo momento, insensible y enloquecido científico quien ha logrado viajar por distintos universos utilizando una extraña pistola que abre portales entre dimensiones. Rick ha decidido que necesita un compañero de aventuras y ha elegido a su nieto Morty, quien, con su estupidez no solo propia de la adolescencia, sino también heredada de su padre, se convierte en la pareja ideal del abuelo.
Cada capítulo es una locura bizarra, entendida la palabra “bizarra” en su acepción original, que significa generoso o espléndido. Cuando uno cree que se ha llegado al momento más raro de la serie, el siguiente capítulo es todavía más extraño.
Por ejemplo, en el capítulo que abre la primera temporada observamos a Rick, Morty y Summer atrapados en un loop temporal que se multiplica una y otra vez. Afuera de la casa donde viven, flotan miles de gatos de Schrödinger. Así, la pantalla se va subdividiendo y cada personaje ve solo su realidad que son muchas y distintas al mismo tiempo.
En el segundo capítulo, Rick, Morty y Jerry viajan por el universo porque Rick desea visitar una sala de videojuegos intergaláctica. Lo malo es que el padre de los niños se ha colado y entonces Rick decide dejarlo en una guardería de Jerrys, sí, así de raro… en realidad, no es tanto. En fin, en algún momento Morty decide salvar a una nube de antimateria que estaba a punto de ser asesinada. La nube tiene la habilidad de manipular el pensamiento de las personas. A Morty lo envuelve con una balada llamada “Goodbye, Moonman”, una parodia a las canciones de David Bowie. Quien le da voz a la nube que Morty decide llamar “Pedo”, es Jermaine Clement, integrante del dueto ficticio que protagonizó la serie Flight of the Conchords.
Leo el párrafo que acabo de escribir y me doy cuenta que tal vez he exagerado en todas mis referencias ligeramente geeks. No importa, de eso trata Rick and Morty y como espectador no solo se debe seguir las historias, sino también de estar al pendiente de las múltiples conexiones con la ciencia o el arte.
Rick and Morty no está a la altura dramática de Bojack Horseman, pero le gana en mala leche. A pesar de lo anterior, creo que es satisfactorio para todos aquellos que crecimos con Ren & Stimpy o las animaciones de MTV de los noventas. Hemos avanzado mucho en el humor que ahora reina en las caricaturas. Tan lejos se ven ahora los guiones malos de Los Picapiedra.
Las dos primeras temporadas se encuentran en Netflix y algunos esperamos con impaciencia la tercera. ¿Qué pasará con la Tierra ahora que es parte de la Federación Galáctica? Casi no puedo esperar.