EL ÁNGEL EXTERMINADOR
Guillermo Guerrero
Usted los conoce: de un tiempo para acá los términos “veganismo” y “vegano” se han popularizado ¿Son profetas del brócoli? ¿Teme que haya desabasto de tacos de bistec? ¿Todos ellos son activistas enfurecidos? Le despejamos sus dudas.
Los veganos vienen en todas las formas. Son como esos catálogos de sillas, de formas extrañas o clásicas y en los que al final, cumplen la misma función. Hay veganos flacos como Moby, que está como charal; hay veganos más robustos (léase cachetones) y hay unos que son fisicoculturistas que ya quisiera Lou Ferrigno. Tampoco todos son hipsters: hay unos que visten de traje, hay quienes fodongones y otros de los cuales nunca sospecharías. Unos son diseñadores, otros biólogos moleculares y otros contadores. Su dieta también es variada como pocas: hay quienes solo comen cosas crudas, hay quienes se pueden dar el lujo de ir a comer a restaurantes finolis de la Condesa o de la zona nice de su ciudad de origen, y hay otros que son pobretones y que se alimentan de tlacoyos de haba con nopal y quelites.
Tampoco todos piensan igual: hay veganos rudos que te juzgan cuando te ven comiendo un taco de carne y hay otros que nomás fruncen la nariz cuando pasan por un puesto de barbacoa. Hay quien quiere cambiar el mundo poco a poco y hay algunos que no pierden oportunidad para hablar de sus ideales, como predicador brasileño. Cabe mencionar que ninguno de ellos vive de ensalada, como reza el mantra de los Simpsons.
Sin embargo absolutamente todos, gordos, flacos, patones o cabezones, tienen algo en común. Una cosa tan sencilla y básica que permite tal diversidad de especies vegánicas: todos ellos respetan a los animales.
Claro, usted puede decir que también le tiene respeto a su taco de carnitas mientras le mete dos mordidas con su respectiva salsita amartajada. Pero al mismo tiempo estoy seguro que no dejaría que nadie agarrara a su perro Solovino, le diera dos tablazos en la cabeza y luego lo abriera de tripas para de ahí servirse una fritanga. Tampoco estoy muy seguro de que dejaría que su gato, al que tanto adora, viviera en un espacio similar a una caja de zapatos mientras que gente extraña le hace cosas que evidentemente lo van a hacer sufrir por toda su vida.
Pues el ideal vegano va por ahí: simplemente es trasladar lo que usted siente por su animal de compañía a otras especies. Todos los animales sienten dolor: si le aplasta la pata a su perro, seguro llora ¿y si le mete un picotazo en el lomo? Bueno, pues eso viven millones y millones de animales de granja cada día.
No pensar en este asunto es muy sencillo, al final lo único que ve en su plato es un pedazo de tocino, ¡el tocino no llora! Bueno, un día sí lo hizo, se lo aseguro. Muchos comienzan a tener conciencia de ello. Según el Primer Censo Vegano en México (que puede encontrar en veganpolice.com.mx) la mayoría de la gente que concuerda con esta filosofía de vida es gente joven y con una educación universitaria o superior, lo cual podría indicar una tendencia en la empatía hacia los animales. Sería una cuestión de educación.
Pero además hay otra cosa: nuestro deseo por comer carne todos los días le está dando al traste al planeta. Ese es un hecho irrebatible: el agua que se utilizó para que usted se comiera una hamburguesa (una sola) equivale a haber dejado su regadera abierta durante dos meses. De haberlo sabido, ¿hubiera pagado ese precio? Y más: 91 por ciento del espacio de las Amazonas que se ha perdido ha sido para dárselo a la ganadería. No hay una industria que contamine más como la ganadera (¿y usted pensaba que los microbuses eran un problema?). ¿Estos son datos alarmistas de radicales veganos? No: la ONU, el Departamento de Agricultura de EU o la Agencia de Protección Ambiental de nuestros vecinos del norte (con cientos de universidades en todo el mundo) han advertido que si no desaceleramos nuestro consumo de animales, a este planeta se lo va a cargar pifas.
¿Se espantó? Debería. El consumo de carne en nuestro país ha aumentado dramáticamente en los últimos años, así como el de la leche y huevo. ¿Le da miedo que dejando de comer carne se quede ñango y se le vaya la virilidad? De ninguna manera: de hecho una buena dieta basada en vegetales puede mejorar dramáticamente su calidad de vida (incluida la sexual). Según el censo antes citado, aunque la mayoría de los veganos lo hicieron por cuestiones éticas, algunos cuantos lo hicieron por salud y les ha ido bastante bien.
El respeto por los animales ha llevado a algunos veganos a hacer ferias y bazares en casi todo el país. Hay algunos emprendedores que hacen negocios que hace años serían impensables (como ejemplos en la CdMx están Veggino’s Pizza, servicio a domicilio; Gatorta, torta callejera Godín libre de sufrimiento; y en Monterrey está Olivia Vegan Food, que son tacos para trasnochadores). Hay algunos que fundaron Santuarios como Libres al Fin en Monterrey o Granjita TyH en el Estado de México, tan solo para demostrar que un cerdito o una cabra pueden ser tan cariñoso como Firuláis. También hay quienes cantan consignas veganas con grupos de rock y hay otros que prefieren ir de escuela a escuela poniendo documentales.
Usted puede pensar que comerse esa salchicha del refri no le va a hacer mal a nadie. Bueno, eso es cuestión de perspectiva. Pero la siguiente vez que vaya al súper, en vez de comprarse un solomillo, lleve más verduras: hasta su bolsillo se lo agradecerá. Y si de un tiempo para acá ha escuchado cada vez más y más el término “vegano” le aseguramos que no es por moda: simplemente hay muchas más opciones en el mercado para todas aquellas personas que amamos a perros, gatos, marranos, ratas y sapos. Es por los animales. Tan simple como eso.
:CLAVES
El veganismo, mucho más que un estilo de vida, es una postura ética que reconoce en los animales no humanos individuos con intereses, por lo tanto, se aleja tanto como sea posible y practicable de cualquier actividad que los oprima y explote.
La palabra nació en Inglaterra y es una contracción de la palabra inglesa vegetarian. Se acuñó por primera vez en The Vegan Society (La Sociedad Vegana), en el año de 1944.
Aquellos que se adhieren a esta filosofía no incluyen animales ni sus derivados en su alimentación, ni en las prendas para vestir o el calzado. Tampoco asisten a eventos donde se les explote, lastime o mate, tales como circos, espectáculos marinos, corridas de toros o peleas de gallos.
Aún no existe un conteo oficial de esta población, aunque más de 30,000 personas se han registrado hasta el momento en la página howmanyvegans.com