Impositivos, violentos, fríos, paternalistas, autoritarios. ¿Hay alguna característica entre las comúnmente asociadas a los hombres y las masculinidades que sea positiva? Alguna vez, no hace mucho, tuve esta conversación con una amiga, quien defendía que la masculinidad no es en sí misma una categoría negativa; insistía, por ejemplo, en que los hombres pueden ser protectores. "¿Protectores?", le cuestioné; "¿no te parece que eso es paternalista o condescendiente?". Y es que por aquellos días yo desconfiaba de la tan popular búsqueda de "masculinidades alternas".
"¿Se puede ser un buen hombre?", me preguntaba; o dicho de otro modo, ¿es posible identificarse con lo masculino sin por ello llevar a cabo las prácticas más tóxicas y violentas de las masculinidades? La pregunta no ha ido sino resonando con cada vez mayor fuerza en mi cabeza, en gran medida gracias a mi transición de género y, sobre todo, a la oportunidad que he tenido de conocer a hombres trans maravillosos, quienes me han hecho ver las distintas violencias a las que se enfrentan y que yo había decidido no ver hasta ese momento.
"Deseo que ningún hombre trans ponga en pausa su transición porque le han hecho creer que está transicionando a un monstruo sólo por identificarse con lo masculino": éstas palabras de Josué Adonai Urrea, fundador de Trans Pride World, formaron parte de la lista de deseos de personas trans publicada hace dos semanas en este mismo espacio.
Meses atrás, cuando Adonai me explicó el porqué algunos hombres trans deciden abandonar esa categoría identitaria para pasar a definirse como transmasculinos, algo me hizo cortocircuito en la cabeza. El término, simétrico a transfemeninxs, me sonaba violento. Y me sonaba de esa manera porque las personas transfóbicas que no se cansan de decirnos a las mujeres trans una y otra vez que nunca seremos "mujeres de verdad" usan precisamente el término transfemenino para desacreditar nuestra identidad. "No eres mujer, eres un transfemenino", exclaman.
¿Por qué entonces algunos hombres trans habrían de abandonar su categoría de hombres para abrazar la de transmasculinos?
La masculinidad está tan estrechamente asociada con características como lo impositivo, lo violento, lo autoritario, que resulta difícil pensar que alguien "elija" por voluntad propia habitarla. Y resulta difícil porque, en realidad, cuando pensamos en "masculinidad", la pensamos así, en singular, nos remitimos de inmediato a la masculinidad hegemónica, ésa que, en efecto, representa los patrones de conducta antes descritos, es decir, aquella que involucra la complicidad y el pacto patriarcal, por ejemplo.
El grave problema --que aunque enorme no siempre lo vemos-- es que no todos los hombres se benefician de igual forma de las masculinidades hegemónicas y éstas terminan convirtiéndose en una especie de prisión y detonante de ansiedad para aquellos hombres que son críticos y desean ejercer otro tipo de masculinidades. Se convierte, pues, en un destino manifiesto... y viene a mi cabeza aquel número musical de Crazy Ex-Girlfriend, en el que las protagonistas se dedican, con justa razón, a criticar los comportamientos más violentos de los hombres: "todos son monstruos, son asesinos, son violadores", dice la canción. "Esperen, tengo hijos", dice de pronto una de ellas desconcertada. "Tus hijos serán violadores", le responden las demás.
Por supuesto, se trata de una valiente e inteligente crítica irónica por parte de Crazy Ex-Girlfriend a las masculinidades hegemónicas, pero la cuestión es: si los hombres son educados bajo las normas de las masculinidades, ¿de qué forma pueden escapar del "destino manifiesto" vinculado con la violencia del que hablábamos arriba? Me parece preocupante que aunque esta canción sea simplemente una ironía, se trate de una postura política cada vez más fuerte y con mayores adeptos entre ciertas corrientes del feminismo, para las cuales los hombres y las masculinidades son los enemigos a vencer (y no el cisheteropatriarcado como sistema de opresión para todas las identidades sexogenéricas).
Son justamente estas corrientes del feminismo las que emplean el pasado o presente masculino de las personas para desacreditarlas, negarlas, violentarlas y discriminarlas. "¿Eres una mujer trans?, pues entonces eres violenta porque fuiste socializada como hombre"; "¿eres un hombre trans?, entonces eres una traidora porque estás abandonando la categoría política de mujer para sumarte a las filas del enemigo (los hombres)".
Y es luego de toda esta reflexión (que aunque ahora la pienso sencilla y clara, me tomó años construirla), que las palabras de Adonai (y muchos hombres trans y personas transmasculinas) me resultan tan pertinentes, a la vez que me ponen, nos ponen, en frente un problema irrenunciable e impostergable: en cierta medida, la forma en que hemos construido y articulado nuestra lucha contra las masculinidades hegemónicas ha permeado también, y de forma violenta, en aquellas masculinidades otras, como las de hombres cisgénero gays u hombres trans que se han sentido interpelados por todos estos cuestionamientos desde las luchas feministas y quienes, debido a ello, ven en su propia masculinidad una categoría impresentable, abominable.
Del mismo modo en que ciertas mujeres trans afirmamos que el transicionar no significa reificar los estereotipos y roles de género (es decir, que no significa abrazar la pasividad y condición de víctima comúnmente asociadas a la feminidad), tendríamos también que poner sobre la mesa todas las personas trans, en tanto grupo vulnerable, en tanto comunidad, el hecho de que para los hombres trans la transición tampoco significa caminar hacia el rol de violentador y machista.
La búsqueda no debería ser por la abolición del género. La búsqueda no debería ser por la abolición de las masculinidades y feminidades. Los hombres trans y personas transmasculinas tienen derecho a redefinir, reinventar y habitar sus propias masculinidades sin que éstas sean vinculadas necesariamente con las prácticas violentas de la masculinidad hegemónica. Debemos reconocer incluso que son precisamente ellos los sujetos políticos que más se han esforzado y se esfuerzan por deconstruir los modelos de las masculinidades dominantes; en fin, debemos reconocer que son los hombres trans y personas transmasculinas quienes con su propia existencia nos demuestran que otras formas de habitar y vivir la masculinidad son posibles.
***En relación con este texto, agradezco a Josué Adonai Urrea, por compartirme su experiencia; a Siobhan Guerrero, porque en cuanto busqué información sobre el tema, me encontré con una brillante reflexión en su canal de YouTube; y finalmente a Rita Segato, cuyo pensamiento me hizo abandonar la idea equivocada de considerar a las mujeres como víctimas únicas del heteropatriarcado y de ver a los hombres y las masculinidades como el enemigo a vencer.
- Twitter, Facebook, Instagram y TikTok: @laurelyeye
- YouTube: Láurel Miranda
- #SerEsResistir se publica en MILENIO cada semana
Láurel Miranda es una mujer trans, periodista, licenciada en Ciencias de la comunicación y egresada en Historia del arte por la UNAM. Es SEO Manager en Grupo MILENIO; además, se desempeña como profesora de periodismo multimedia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de Marketing Digital y Planeación de Medios Digitales en la Universidad de la Comunicación. Ama a su familia, su gato y el chocolate caliente.