Las voces trans merecen respeto

Ser es resistir

Láurel Miranda

Las voces trans importan (Shutterstock/Milenio Digital).
Láurel Miranda
Ciudad de México /

¿Cuál es la diferencia entre travesti, transgénero y transexual?, ¿qué significan los prefijos cis y trans? Al iniciar este blog en octubre, bien podría haber comenzado abordando estos términos. Después de todo, son algunas de las preguntas más comunes que la prensa nos hace a las personas trans al entrevistarnos (ya sea en junio, mes del Orgullo LGBT+, o en marzo 31, por aquello del Día de la Visibilidad Trans). Podría también haber iniciado con alguna reseña sobre Pose o Veneno, dos series sobre la experiencia trans que, al final del día, se colocaron como algunas de las producciones más exitosas de la televisión en 2020.

Pero iniciar con la discusión de dichos temas me habría parecido una oportunidad desperdiciada. Si ya había logrado abrirme la puerta en los medios para usar mi voz como mujer trans de manera semanal, y además en el sitio de noticias más leído a nivel nacional, lo iba a hacer para hablar de los temas que realmente nos preocupan a la comunidad trans en México. Creo que en pleno 2021 la discusión sobre las personas trans en la prensa ya no puede ni debe quedarse estancada en las preguntas arriba mencionadas. 

Si la sociedad no ha avanzado en la charla es porque no ha querido, no porque nosotrxs no hayamos hablado, expuesto, discutido, publicado. Nuestro trabajo teórico, reflexivo, artístico, periodístico y de activismo ahí está, sólo hace falta que haya tantita disposición para ser abordado y entendido. Necesitamos que la conversación avance a qué nos interpela, qué nos violenta, qué hace de México el segundo país con más transfeminicidios en el mundo, qué hace que la esperanza de vida para mujeres trans trabajadoras sexuales sea de apenas 35 años. Tenemos que hablar de esas situaciones, porque son ésas las que nos están matando, no que la gente cisgénero no sepa distinguir entre un término y otro.

Fue así que con cierta ingenuidad, pero también con bastante tesón, inicié este espacio hablando sobre la despatologización de las identidades trans, para luego abordar la violencia que, aun en cuarentena, estábamos enfrentando las personas trans en espacios que, hasta ahora, algunxs habíamos entendido como nuestro “hábitat natural” o, cuando menos, espacios aliados: me refiero, claro, a la comunidad LGB y el movimiento feminista. Y es que por un lado, pintas con la frase “los trans también violan” habían sido colocadas en uno de los antros gay más populares del Centro de la Ciudad de México; mientras que, por otro, de cara al 8M el movimiento feminista radical transexcluyente cobraba más y más fuerza en redes sociales, con un discurso de odio que comenzaba a materializarse en el espacio público con llamados a marchas o manifestaciones en contra de la conquista de derechos para las personas trans.

Nada nuevo bajo el Sol

En mi condición de comunicóloga y mujer trans, me era inevitable abordar la forma en que transfobia, racismo y otros discursos de odio se han ido incubando dentro del movimiento feminista en México (aunque ciertamente es un fenómeno que ocurre a escala global, con especial peligrosidad en América Latina, una de las regiones más letales para las personas trans). Sin embargo, no imaginé la discusión que se generaría tras la publicación de mis textos y, por supuesto, gracias también a la reacciones que estos provocaron. No es que haya dicho nada nuevo, porque las premisas que planteé (transfobia amparada en el feminismo, violencia contra las transmasculinidades, terapias de conversión contra las personas trans), ya habían sido denunciadas y mucho mejor abordadas por otrxs academicxs y activistas trans desde hacía tiempo (pienso, por ejemplo, en los esfuerzos de todas las personas mencionadas en esta pieza). Pero no era sino hasta ahora que dichas violencias eran abordadas en el medio más leído a nivel nacional.

Por ello agradezco a MILENIO y al equipo que me respaldó durante el inicio de mi transición de género por abrirme la puerta para expresar mis ideas en este blog. No recuerdo en este momento ningún otro espacio de opinión concedido de manera periódica a alguna persona trans en cualquiera de los medios nacionales. Reconozco la importancia de que MILENIO haya dado voz a una periodista trans, pues como también dije aquí, es urgente que las experiencias, vidas y problemáticas de las personas trans sean abordadas precisamente por nosotras; es urgente que luego de décadas y décadas en que la representación de nuestra comunidad en los medios ha corrido a cargo de personas cisgénero, finalmente se salde la deuda y nuestras voces sean escuchadas con el respeto que merecemos.

Visto así, este blog, Ser es resistir, fue un ejercicio interesante, pero perfectible.

Apertura y respeto para nues-trans voces

Si bien con la llegada del 8M esta vez el tema de la transfobia en México fue discutido más ampliamente en medios independientes nacionales, así como extranjeros (eso sin mencionar la bandera interseccional propuesta por Fernanda Dudette), lo cierto es que la mayor parte de la conversación se enfocó en lo que el movimiento feminista representa, en términos de oposición y demandas, hacia el gobierno de AMLO y la 4T. Es un tema importante y por demás interesante, pero en este momento de la historia me parece primordial que los medios y sus redacciones estén preparados para una mayor problematización de esta lucha política, que les permita abordar con conocimiento las distintas coyunturas.

Como decía hace un momento, las situaciones que expuse en este blog ya habían sido desarrolladas antes por muchas otras personas trans… pero en “nuestros espacios”: quiero decir, en el ámbito académico sobre género y feminismo, en los espacios de activismo, así como en medios digitales y canales de YouTube creados por y para personas LGBT. Guardadas las proporciones, así como la pintura de Zapata creada por Fabián Chairez ya existía desde hacía tiempo, pero no se abrió la discusión sino hasta que llegó a un público con identidad sexogenérica normativa, ocurrió ahora algo similar pues las reflexiones sobre la transfobia amparada en el feminismo venían dándose desde hace años, pero no fue sino hasta que llegaron a un medio nacional que el sector más conservador de la sociedad reaccionó de la forma en que lo hizo.

Es precisamente por ese motivo que me parece necesario e impostergable que los medios enfrenten la responsabilidad social que descansa sobre ellos, de tal modo que sus redacciones estén preparadas, capacitadas y sensibilizadas para cubrir las problemáticas y violencias a las que se enfrentan las poblaciones vulneradas: y no sólo estoy hablando de la que enfrentamos en la comunidad trans, sino también, por supuesto, de la que viven día a día las mujeres cisgénero, las personas racializadas, las personas indígenas, campesinas, pobres, marginadas. Es necesario que sean capaces de reconocer los discursos de odio para evitar su difusión y propagación. Y, finalmente, también es fundamental que reconozcan que el movimiento feminista, como cualquier otra lucha política, tiene distintas ramas, que suelen coincidir en muchas de sus posturas, pero que en otras suelen ir por caminos separados y, a veces, incluso opuestos.

Porque mientras eso no ocurra, mientras las voces trans no sean escuchadas con el mismo respeto y consideración con que se escucha a las personas cis, seguiremos expuestas, expuestos y expuestes a una violencia que es sistémica y que literalmente está acabando con nuestras vidas.


QuiéremeTrans

Este blog estará de vuelta muy pronto para su audiencia en otro espacio informativo. Y porque es importante que las personas trans tengamos mayor control sobre nuestras narrativas y la difusión de ellas, no me quiero despedir sin compartirles que en los próximos meses podrán ver el nacimiento de una nueva plataforma digital enfocada en nuestra comunidad.


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  • Ésta es la última entrega de #SerEsResistir para MILENIO 

Láurel Miranda es una mujer trans, periodista, licenciada en Ciencias de la comunicación y egresada en Historia del arte por la UNAM. Es SEO Manager en Grupo MILENIO; además, se desempeña como profesora de periodismo multimedia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de Marketing Digital y Planeación de Medios Digitales en la Universidad de la Comunicación. Ama a su familia, su gato y el chocolate caliente.