“¿Por qué me sabrá mejor la comida cuando estoy contigo?”.
Me regalaron este libro en un cumpleaños desenfrenado, de esos que no llegas a tu casa para apagar la velita del pastel y tus papás a nada estuvieron de irte a denunciar como persona desaparecida. En esas épocas sabía lo que quería, no como ahora. Postergué la lectura porque los vicios y los amigos eran más importantes.
Me lo regaló una mujer con apellido alemán y enormes ojos verdes que después se convirtió en una amiga y confidente. La distancia nos alejó un poco, pero de vez en cuando nos mandamos un mensaje para confirmar que seguimos vivas. Me dijo que era un libro valioso para ella y en una de las tantas mudanzas que viví, terminó deshojándose. Cuando lo vi tan arrinconado y un poco deshecho, decidí hacerle caso, debieron pasar algunos años —siempre recreando los mismos patrones—.
El título me pareció peculiar porque nunca pensé que una cocina inspirara a alguien. Un lugar en el que la magia gastronómica se lleva a cabo, pero, ¿qué podría haber de interesante allí? A mí sinceramente me evoca ajetreo, estrés y un poco de frustración porque ese lugar es un ciclo tóxico en el que limpiar y ensuciar son el eterno castigo de quien decide meter sus narices al estilo Ratatouille para experimentar con distintos guisos.
Las cocinas en las que he estado son pequeñas y, si todos ayudamos a cocinar, ni siquiera cabemos; terminamos chocando en algún momento. Además, quitar el cochambre es igual de complicado que pedir perdón, olvidar a tu ex, bañarte con agua fría o despertar 6 a. m.
Sin embargo, después de ver la cocina desde la perspectiva de Mikage Sakurai, como un rincón acogedor -incluso, para dormir- que, además, puede contar la historia de una familia, me sensibilicé totalmente hacia cada espacio de mi casa y me cuestioné sobre qué parte de mi hogar era la que contaba nuestros detalles; ¿cuál cuenta los tuyos?
The Kitchen te va envolviendo de una manera interesante. Desde el momento en el que la protagonista pierde a su abuela y un extraño, conocido de la fallecida, toca a su puerta y la invita a vivir con él y su padre-madre por un tiempo para superar la pérdida. Posiblemente, la mayoría de nosotros pensamos que nadie aceptaría esa invitación, pero Mikage lo hace.
¿Qué tan solo y triste debes estar para aceptar el consuelo de desconocidos? ¿Cuántas veces te has sentido tan indefenso y a la deriva como Mikage?
Cuando la joven entre a casa de Los Tanabe, descubrirá que la soledad y la nostalgia son la forma de unión más pura.
Básicamente, en eso consiste la novela de Banana Yoshimoto; dos nostálgicas historias, llenas de lunas y silencios introspectivos que se solucionan con sopas katsudon o con eventos sobrenaturales que ayudan a desprenderse a los protagonistas de los últimos recuerdos de quienes alguna vez amaron para continuar con sus vidas, como en el segundo texto del libro titulado Moonlight Shadow, donde dos amigos pierden a sus parejas y cada uno sufre a su manera el duelo hasta que uno de ellos se encuentra con una extraña mujer que les mostrará cómo decir adiós de una forma alucinante a la orilla de un río.
Extraños que coinciden y comparten sus miserias en este viaje llamado vida, de eso se trata el primer libro de la novelista japonesa contemporánea, de quien aún estoy por leer N.P., así que esperen la próxima reseña, amixes.
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