Eran las 21:00 horas y a la noche calurosa de la colonia San Lorenzo Tezonco la adormecía la rutina, el sonido de las ruedas sobre el asfalto de los autos en movimiento, el claxon de los coches cuando la desesperación se apodera del conductor, el ruido del choque del viento; las luces de los carros y los postes de luz tomaban su papel de iluminar parte del oriente de la Ciudad, un oriente muy abandonado y que un espejismo llamado Línea 12 iluminó con la ilusión de permitir que muchos regresaran a sus casas más seguros, sin miedo a la delincuencia y los asaltos en el transporte público.
A esa hora Marco ya había terminado su turno en el Hospital de Especialidades Dr. Belisario Domínguez, concluyó su papeleo para pasar la estafeta al turno nocturno y como cada noche se dirigió a su casa. Llegó a las 21:40 horas, cenó algo y se fue a su cuarto a descansar. No pasó una hora cuando los mensajes de WhatsApp comenzaron a llegar con imágenes que pudieron haber sido sacadas de las páginas de una historia apocalíptica: el Metro había colapsado.
“En varios de esos grupos se empezó a correr la noticia, básicamente fue lo primero que vimos, vimos las fotos y dijeron que era en Olivos, es la estación Olivos, nosotros conocemos bien la estación Olivos, es a una estación del hospital, es Tezonco y Olivos hacia Tláhuac. Sabíamos que muchos de nuestros compañeros, porque hay otro turno de otros compañeros que salen a las 22:00, entonces esos compañeros que salen a las 22:00 utilizan esa línea del Metro”, narró Marco.
Los enfermeros, médicos y personal de salud comenzaron a buscar a los compañeros que son usuarios de esa línea, algunos se reportaban en los mismos grupos de WhatsApp, otros avisaban a sus colegas que estaban a salvo, pero de otros no se sabía mucho más.
[Foto: Araceli López]
Una lideresa del sindicato, quien es enfermera en el hospital, mandó un mensaje a los grupos de WhatsApp. Solicitaba la ayuda de personal médico de todos los turnos para poder atender a los heridos que iban llegando al hospital Belisario Domínguez: fracturas, dislocaciones, contusiones, amputaciones y hasta cadáveres. Sabían que debido a la magnitud de la catástrofe se necesitaría toda la ayuda posible.
“Le dije a mi hermano, llévame, por favor. Se cayó el Metro y está a una estación del hospital, necesitamos manos y pues voy a ir, entonces me dijo mi hermano 'sí, déjame conseguir una moto' porque sabíamos que en carro nunca íbamos a llegar, entre ambulancias y calles cerradas. Al final mi cuñado me hizo favor de conseguir una moto, me llevaron y a darle. Ya había bastante personal, ya estaban muchos compañeros de diferentes turnos, llegaron de otros servicios, de mantenimiento. La gente se solidarizó mucho en ese momento de crisis y no era para menos”.
Tras la pandemia, el Hospital de Especialidades Belisario Domínguez se convirtió en un lugar cien por ciento covid-19 para atender a pacientes con este padecimiento. Durante esta etapa el personal de salud ha tenido que lidiar con emociones como el burn out, la ansiedad e inclusive la desesperación de no tener la capacidad de atender a los pacientes que llegaban graves día con día. El miedo, la angustia y la tristeza de tener tan cerca a la muerte han provocado que estos sentimientos se mantengan al límite.
Marco Antonio recibió a una paciente de la tercera edad, presentaba una fractura de cadera, pero a pesar de su dolor, la mujer era demasiado insistente.
—Joven, dígame por favor, si ya sacaron a todos, le insistía la mujer de la tercera edad.
Marco la escuchaba y le pedía que se tranquilizara, pero él sabía que ya no podía más, tenía que decirle algo a la mujer que seguía insistiendo. El enfermero estaba destrozado, se volteó a otro lado, no quería que viera las lágrimas que le corrían por sus ojos, sabía que si comenzaba a llorar, la paciente haría lo mismo. La respuesta ni él sabía.
—Sí, madrecita, no se preocupe, todo va a estar bien, ya parece que todo está solucionado, mintió el enfermero.
— ¿Y mis hijos?, por favor, mis cosas, mi celular, decía preocupada la mujer por sus pertenencias.
[Foto: Cuartoscuro]
Mientras eso sucedía, Marco sabía que tres de sus compañeros habían estado en el accidente, una de ellas, Jazmín Zulema ya estaba siendo operada en el área de quirófano, pues presentó una ruptura del bazo, de la que afortunadamente la atendieron a tiempo, pero había perdido cuatro litros de sangre.
“Yo ya sabía en ese momento que tres de mis compañeros habían estado involucrados en el accidente y no sabíamos de ellos, no sabían dónde estaban. Una ya la estaban operando en el hospital y teníamos esa carga, el estar pendiente de ella, estar atendiendo a los pacientes y estar buscando a los otros dos y encima estas palabras de la señora me quebraron”.
Después de un par de horas, el personal de salud, entre quienes estaba Marco, ayudó a estabilizar a la mujer de la tercera edad por su fractura de cadera, una fractura que a su edad podría ser mortal. La paciente tuvo que ser llevada a otro hospital para su recuperación debido a que el hospital sólo atiende casos de covid-19.
[Foto: AFP]
“Llegaron las ambulancias por los pacientes, una organización increíble que yo no había visto antes, llegaron ambulancias afortunadamente del ERUM, de Sedena, ambulancias militares de la Secretaría de Salud, del IMSS, del ISSSTE, había mucha gente apoyando, la verdad es que es admirable cómo nos podemos unir para apoyar y esas ambulancias se llevaron a los pacientes a diferentes hospitales”.
Marco nunca se dio cuenta del tiempo que había transcurrido desde que llegó a la sala de urgencias, hasta que se desalojó el área del hospital. Había trabajado más de cinco horas apoyando a los pacientes que llegaban. El enfermero de más de 15 años de experiencia nunca había vivido algo de tal magnitud, a pesar de que todos los días lidia con la muerte, más ahora que el covid-19 ha dejado sus estragos en todo el país.
El enfermero recuerda las palabras de su tía y reafirma que tenía razón y ahora con una pandemia que ha dejado miles de muertes en el país y una tragedia provocada por la negligencia y la corrupción, seguramente jamás olvidará sus consejos cuando el joven no sabía qué estudiar: “de la enfermería nunca te vas a morir de hambre, de eso siempre vas a tener trabajo”, le recomendaba.
bgpa