A sus 36 años, Norberto Torres Esquivel, cardiólogo electrofisiólogo, ha dedicado 15 años a prepararse para salvar corazones. Su trayectoria profesional, lo ha llevado a cruzar fronteras y formarse en instituciones de alto prestigio, como el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, la Universidad Complutense, así como la Universidad Rey Juan Carlos, en España.
Desde la secundaria y la preparatoria, se mostró como un joven con vocación de servicio, y muy pronto se sintió atraído por el funcionamiento del cuerpo humano. “Se me hacía fascinante ver cómo tiene tantos mecanismos para mantenernos vivos”. Esa combinación de intereses lo llevó hacia una de las profesiones más demandantes: la medicina.
Egresado de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED). La pasión por la medicina lo llevó a especializarse en Cardiología en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) 71 del IMSS y posteriormente, a profundizar en electrofisiología en Europa.
“Es una especialidad donde, como médico, puedes ayudar mucho al paciente: primero, mejorando su calidad de vida; y segundo, porque es muy notoria la mano del médico cuando logra salvar a alguien que está en peligro”.
Para él, la medicina es 50% ciencia y el resto, contacto humano. Sostiene que la empatía es una parte fundamental en la atención. Sabe que el simple hecho de ir a consulta genera estrés en algunas personas, y aunque los padecimientos pueden no ser graves, para el paciente sí lo son.
Como electrofisiólogo —subespecialidad de la cardiología que aborda problemas del sistema eléctrico del corazón—, su práctica está ligada a la colocación de marcapasos cuando el órgano no puede mantener una frecuencia adecuada. “Es como un cableado artificial que reemplaza esa función eléctrica”. También realiza procedimientos de ablación para tratar arritmias.
“Antes solo se manejaban con medicamentos, que a veces no funcionaban del todo. Ahora, con la ablación, podemos eliminarlas por completo. Es un procedimiento de mínima invasión que se realiza por la ingle y tiene una tasa de complicaciones muy baja”.
Formación para ayudar
Sobre la salud mental en los médicos jóvenes —tema que hoy se discute más abiertamente—, reconoce que el estrés es real. “Sí, es mucho trabajo y presión, pero todo ese esfuerzo tiene un propósito. Formarse bien tiene un impacto directo en cómo puedes ayudar a los demás”.
El cardiólogo vivió la experiencia de estudiar y trabajar en el extranjero, una etapa especialmente exigente. Eran años pesados, pero él tenía claro que rendirían frutos.
“Mi idea siempre fue prepararme lo mejor posible para brindar atención de calidad a mis pacientes y traer a mi ciudad lo que aprendí en centros donde se hacen las cosas con excelencia”.
El joven especialista transmite su energía y fascinación cada vez que habla de la cardiología, un campo que considera uno de los más innovadores en la medicina.
“Lo que realmente impresiona es la tecnología del intervencionismo, que ahora permite realizar reconstrucciones del corazón en tercera dimensión, en tiempo real, casi como si fuera un video- juego de última generación”.
A su regreso a su tierra, volvió a trabajar en el Seguro Social y combina esta labor con la práctica privada. Cuestionado sobre ello, dice que se mantiene en el IMSS porque le tiene un profundo cariño, al haber sido formado ahí como especialista.
“Cada caso que atiendo me enriquece profesionalmente y me ayuda a ser mejor. Es cierto que el trabajo es pesado y que el sistema de salud público enfrenta muchas dificultades. Aunque el sistema es muy mejorable, si cada uno aporta su esfuerzo, podemos contribuir a que funcione un poco mejor cada día”.
Para quienes están pensando en estudiar la carrera de medicina, les comparte un consejo: “Es una profesión muy bonita, la más humana. Hay que ser pacientes, perseverar y enfrentar las adversidades. Pero vale la pena ayudar a los demás”, finalizó.
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