Desde el año 2012, cada 27 de febrero se celebra el Día de Concienciación de la Anosmia, dedicado a educar y sensibilizar a las personas acerca de las causas de la pérdida del sentido del olfato y su impacto. La iniciativa fue del estadounidense Daniel Schein, un hombre con disfunción olfativa.
Con la celebración de esta efeméride se pretende apoyar la investigación, desarrollo y aplicación de tratamientos para este trastorno.
La anosmia es la pérdida total del olfato. Cuando la pérdida es parcial se conoce como hiposmia, y si es unilateral, la anosmia suele pasar desapercibida.
Esta patología se produce cuando una inflamación intranasal u otra obstrucción impide que los olores ingresen en el área olfatoria; también, cuando el neuroepitelio olfatorio está destruido o cuando se destruyen los filamentos, los bulbos, los trayectos o las conexiones centrales del nervio olfatorio.
Los primeros síntomas de que una persona padece anosmia es la pérdida de la capacidad de oler. Aunque también puede manifestarse de forma inicial un cambio en la forma en que huelen las cosas, aquellas que le son familiares comienzan a no tener olor alguno.
Un médico diagnostica la falta del sentido del olfato por medio de: Antecedentes familiares y personales. Un examen de la cabeza, el cuello y la nariz. En algunos casos, es posible que también le hagan: Pruebas para ver si puede oler ciertos aromas u olores. Un análisis de sangre para detectar una deficiencia vitamínica u otro problema de salud.
Asimismo, le pueden realizar una resonancia magnética o una tomografía computarizada para detectar problemas en el cerebro.
La anosmia se debe, fundamentalmente, a dos motivos: Patologías que impiden que el aire llegue a los receptores olfativos situados en la parte alta de las fosas nasales: catarro común, rinitis (alérgicas, vasomotoras, infecciosas, medicamentosas), sinusitis, desviación del tabique nasal, hipertrofia de los cornetes, tumores.
Influyen las patologías del aparato receptor nervioso y de la vía nerviosa central: traumatismos craneoencefálicos (adultos jóvenes), envejecimiento, enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer (adultos mayores).
De igual forma, puede afectar la radiación previa de cabeza y cuello. La cirugía reciente nasal o de los senos. Los tumores nasales y cerebrales. Las toxinas. Los fármacos pueden contribuir a la anosmia en pacientes susceptibles.
Prevención
Entre las medidas de prevención recomendadas para evitar la pérdida de olfato se encuentran evitar la exposición prolongada a productos tóxicos o contaminantes y, en caso de que sea inevitable, usar mascarilla. Hidratarse bien. Evitar el contacto con alérgenos.
También ayuda la vacunación antigripal, ya que el virus de la gripe es responsable de un buen número de anosmias.
Cabe aclarar que no existe ningún tratamiento específico para la anosmia, pero se pueden tratar las causas que la originan.
Las infecciones y la inflamación de los senos paranasales se tratan con inhalaciones de vapor, aerosoles nasales, antibióticos y, en algunos casos, cirugía.
Los tumores se extirpan quirúrgicamente o se tratan con radioterapia pero este tratamiento, por lo general, no restaura el sentido del olfato.
Los pólipos en la nariz se extirpan, con lo que se consigue, en algunos casos, recuperar la capacidad olfativa.
Una vez que se ha diagnosticado la causa principal de la pérdida del olfato, hay que tratar de solucionar el problema corrigiendo el trastorno subyacente si es posible. Se deben tratar las causas específicas, aunque no siempre se recupera el olfato, ni siquiera tras el tratamiento exitoso de una sinusitis.
Para un correcto diagnóstico y tratamiento de la anosmia, es necesario consultar a un experto en Otorrinolaringología.
CHM