Asma y covid, un doble desafío

Norma Lizzete desarrollo el asma a los 21 años y contrajo covid a los 38 años de edad. Hoy todavía tiene secuelas de esta dupla

Inhaladores para enfrentar asma y covid-19. (Francisco Villeda)
Francisco Villeda
Pachuca /

En julio de 2020 Norma Lizzete Ramírez Martínez, una instructora de Icathi de 38 años de edad contrajo covid-19. Hasta ahora no sabe cómo o en dónde fue que se contagió, a pesar de que implementaba todas las medidas sanitarias, especialmente porque sabía que podría presentar complicaciones por padecer asma.

A los 21 años, después de su primer embarazo se le desarrolló el asma; desde entonces su vida cambió por las dificultades de este padecimiento. Antes gustaba de jugar basquetbol, pero a raíz del asma tuvo que dejarlo pues se sofocaba rápidamente, lo mismo que con otras actividades cotidianas, pero no usaba spray auxiliar aún.


Por un tiempo estuvo en tratamiento, y parecía mejorar, sin embargo recayó al grado de que estuvo a punto de tener un paro cardiaco y tuvo que restringir drásticamente actividades y extremar cuidados.

Debido a la pandemia de covid-19, Norma Lizzete, originaria de Atotonilco de Tula, extremó sus precauciones pues sabía que el asma implicaba un riesgo adicional en esta pandemia. Aún con todos los cuidados contrajo el nuevo coronavirus, pero no lo supo de inmediato.

Cuando comenzó con malestares, acudió al médico, aunque estás molestias se las atribuían al asma, pero una semana después ya presentaba neumonía y fue internada en un hospital privado ubicado en el estado de México, al contar con seguro de gastos médicos mayores.

Un mes estuvo internada en terapia intermedia para evitar complicaciones mayores, y ahí, en el hospital se percató que el covid-19 no sólo afecta al cuerpo, sino también a la mente, causando estragos en el estado anímico.

Al tercer día de estar internada decayó su ánimo, sintió el temor de las complicaciones; dice que muchos pacientes con los que platicó tuvieron el mismo sueño que ella: su propio funeral. Sin embargo, tomó fuerzas y salió de esa tristeza intensa en la que estaba entrando, pues sabía que el estado anímico repercutía en las defensas de su cuerpo.

A pesar de su fuerza de voluntad la situación no era sencilla, pues en el hospital había pacientes que ya no tosían, sino gritaban de dolor, el que les provocaba la enfermedad. El ala en donde se encontraba estaba a un lado de la de terapia intensiva, por lo tanto escuchaba a los pacientes críticos.

El panorama en el hospital cambiaba a diario, pues cuando los gritos cesaban y parecía haber calma en el nosocomio, se debía a que habían empeorado los pacientes y los habían ingresado a terapia intensiva o habían fallecido. Ella evolucionó favorablemente, y dejó en agosto de 2020 el hospital aunque con terapias pulmonares y medicamento anticoagulante por un mes, y la indicación de que su recuperación llevaría aproximadamente ocho meses, aunque ella consideró que era un periodo exagerado.

Ahora sabe que no fue así. Ocho meses después usa Salbutamol en spray pues se sofoca mucho. Todavía no recupera del todo el olfato y el gusto, y tiene un marcado trastorno de sueño que le ha impedido recuperar sus horarios habituales.

Sus dos hijas también se contagiaron, pero pasaron su cuarentena en su vivienda, pues sólo presentaron pérdida de olfato y gusto, así como dolor en articulaciones. Hoy en día siguen con los cuidados extremos para evitar un nuevo contagio.

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