Bajo las aguas del Caribe podría estar escondida la receta definitiva para acabar con la epidemia de obesidad que tan preocupada tiene a la OMS.
Se trata de una toxina presente en el veneno de la anémona sol, Stichodactyla helianthus. George Chandy y sus colegas de la Universidad de California, en EU, demostraron que bloquea los canales de potasio Kv1.3 de los linfocitos del sistema inmune, que entre otras cosas regulan el ritmo del metabolismo y el peso corporal.
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Administrando una copia sintética de la molécula, Shk-186, a ratones que ingerían grandes cantidades de grasas y azúcares en su dieta, los investigadores no solo impidieron que los roedores engordaran, sino que incluso lograron reducir sus depósitos corporales de grasa.
Con el tratamiento, los ratones también mantuvieron a raya tanto la glucosa en sangre como el colesterol. Chandy sospecha que este espectacular efecto antiobesidad se debe, principalmente, a que la molécula activa la grasa parda o grasa buena, que quema calorías en lugar de depositarlas en forma de sebo.
Si finalmente llega a las farmacias, podría evitar parte de los 300 millones de casos de diabetes que se prevén para el año 2030.
JCH