Todo el mundo recuerda la primera vez que besó a una persona, o la primera vez e la que se sintió increíble hacerlo. En la actualidad, no es posible concebir hablar de amor sin ellos, y tampoco, demostrarlo si no se besa. Es posible que incluso, en tiempos de covid- 19, dejar de hacerlo sea probablemente una de las partes más difíciles del distanciamiento social.
El Día Internacional del Beso Robado, celebrado cada 6 de julio, conocido simplemente como Kissing Day en Reino Unido, nació en 2006 como una tradición que buscaba animar a las personas a declarársele a la persona por la que se sintieran atraídos dándole un beso por sorpresa, sin embargo, si pensamos en que todas las muestras de amor deben ser consensuadas esto dejó de ser en realidad algo romántico, por lo que éste se convirtió más bien en un día en el que en aquél país se le rinde homenaje a la mejor manera que tenemos de demostrar amor. Pero ¿Por qué besamos para hacerlo?
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En realidad, no se conoce a ciencia cierta la razón por la que comenzamos a besarnos para demostrar afecto. Algunos científicos defienden la teoría de que los besos son una cuestión instintiva adquirida de nuestros antepasados, cuando las madres masticaban la comida y la pasaban, boca a boca, a sus crías desdentadas y que incluso, cuando estas ya tenían dientes, las mamás seguían colocando sus labios en las mejillas de sus hijos para reconfortarlos.
Esto tomaría fuerza al observar a la naturaleza, en donde varios animales tienen conductas similares a la de besar, por ejemplo, cuando un par de bonobos unen sus labios tras una pelea o establecer lazos sociales, o cuando los perros lamen a sus potenciales parejas reproductivas o cuando los elefantes enroscan sus trompas. Sin embargo, según una investigación antropológica sugiere que esto no tendría sentido si se toma en cuenta las civilizaciones del pasado que lo practicaban.
La investigación, realizada por un equipo de antropólogos estadunidenses, titulada "¿Es el beso romántico una conducta humana universal? publicado por la Asociación Americana Antropológica, arrojó como resultado que en realidad, sólo el 46 por ciento de las culturas estudiadas se besaban.
De estas, en América del Sur sólo cuatro de las 33 estudiadas se besaba, mientras que en Oriente Medio, casi todas practicaban el beso romántico, lo que hizo creer a los antropólogos que entre más avanzada o compleja fuera la civilización solía besar más que, por ejemplo, las tribus cazadoras o recolectoras, que lo encontraban como algo desagradable. Por lo que la conclusión fue que no, el beso no era algo universal y que por esta razón era dudoso que su práctica fuera adquirida de nuestros ancestros homínidos.
¿Entonces, cuál es la explicación?
No se puede encontrar el origen de esta costumbre, sin embargo, un estudio de la Universidad de Albany de Nueva York publicado en la revista Evolutionary Psychology señala que el primer beso es fundamental tanto para el hombre como para la mujer para decidir si continuar o no la relación y es que sugieren que podría haber mecanismos que analizan la compatibilidad genética a través del beso.
Esto sugiere que por medio de un beso podemos analizar, incluso, si la persona es ideal para tener descendencia sana pues nos dejamos llevar por las feromonas y marcas químicas que hasta podrían darnos información sobre el sistema inmune del otro.
Esto es posible, pues según recoge el periódico La Vanguardia, en un beso de 10 segundos intercambiamos cerca de unos 80 millones de bacterias lo que da información suficiente a nuestro cerebro de identificar ciertas cosas.
Por otra parte, el beso podría ser simplemente un estimulante que buscamos por puro placer, pues según el punto de vista neurocientífico, cuando besamos se liberan endorfinas, debido a que nuestra boca y lengua están repletos de terminaciones nerviosas que mandan señales al cerebro, que además, produce dopamina, oxitosina y serotonina a la hora de besar.
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