Astrónomos han observado por primera vez de manera directa la formación y expansión de un chorro de material expulsado por un agujero negro supermasivo tras destruir una estrella.
En el trabajo, cuyos resultados se han publicado en la revista 'Science', han colaborado investigadores de 26 instituciones internacionales.
En enero de 2005 se detectó, en el núcleo de la galaxia en proceso de fusión 'Arp 299-B' —a casi 150 millones de años luz de la Tierra—, un brillante destello que se consideró una explosión supernova.
El seguimiento con una red internacional de radiotelescopios durante más de una década permitió presenciar cómo el destello detectado a longitudes de onda de radio se expandía en una dirección —tal como se esperaría para un chorro— a una velocidad de unos 75 mil kilómetros por segundo, un cuarto de la velocidad de la luz.
La combinación de observaciones a distintas longitudes de onda durante todo este tiempo permitió al equipo descartar escenarios como una explosión de supernova o una explosión de rayos gamma, determinando que la explicación más probable era que el agujero negro supermasivo de 'Arp 299-B', con unos 20 millones de masas solares, hubiera destruido una estrella con una masa entre dos y seis veces la del Sol.
Según los modelos teóricos, en los eventos de disrupción por mareas, en los que un agujero negro desgarra una estrella, la mitad de la masa de la estrella es expulsada al espacio, mientras que la otra mitad es absorbida por el agujero negro supermasivo, como se ve en la impresión artística que acompaña esta nota.
La súbita inyección de material produce un brillante destello —visible en rayos gamma, rayos X y óptico—, seguido de emisiones transitorias en radio y de la formación de un chorro de material que se mueve inicialmente a velocidades muy cercanas a la de la luz.
"Nunca antes se había podido observar directamente la formación y evolución de un chorro como consecuencia de este fenómeno", apunta el investigador del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), Miguel Pérez-Torres.
Con el paso del tiempo, el nuevo objeto se mantuvo brillante en las longitudes de onda infrarroja y de radio, pero no en las longitudes de onda visibles y de rayos X. "Esto se debe, probablemente, a que el polvo denso presente en el centro de la galaxia absorbió los rayos X y la luz visible y lo irradió como infrarrojo", añadió Seppo Mattila, de la Universidad de Turku.
FM