En agosto de 2019, un astrónomo aficionado descubrió algo completamente fuera de lo conocido: un inmenso y raro objeto interestelar que cruzaba nuestro sistema solar a 177 mil kilómetros por hora; se trataba de Borisov, el primer y único cometa interestelar detectado por humanos.
- Te recomendamos Cometa Leonard podría ser el más brillante de 2021; te decimos dónde y cuándo verlo Espacio
Fue un auténtico hallazgo en su momento, sin embargo, un estudio publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, demuestra que en la Nube de Oort, un congregado de desechos situado en los límites del sistema solar, los objetos interestelares superarían en número a los propios de nuestro sistema solar.
"Antes de detectar el primer cometa interestelar, no teníamos ni idea de cuántos objetos interestelares había en nuestro sistema solar. La teoría sobre la formación de los sistemas planetarios sugiere que debería haber menos visitantes que residentes permanentes, pero ahora hemos descubierto que podría haber un número sustancialmente mayor de visitantes", afirma el coautor Amir Siraj del Centro de Astrofísica de Harvard y Smithsonian (CfA)
Los autores explican que, pese a que hay un sinnúmero de componentes interestelares en nuestro sistema solar, sólo hemos detectado uno ya que aún no tenemos la tecnología necesaria para verlos, pero esperan próximas generaciones de tecnología les ayuden a comprobar sus estudios.
La Nube de Oort abarca una región que se encuentra a una distancia de entre 200 mil y 100 mil millones de kilómetros de nuestro Sol y, a diferencia de las estrellas, los objetos que alberga no producen su propia luz, lo que hace que los desechos del sistema solar exterior sean increíblemente difíciles de ver, explica el astrónomo.
Según Avi Loeb, otro coautor del estudio y profesor de astronomía de Harvard, "los objetos interestelares en la región planetaria del sistema solar serían raros", pero los resultados del estudio "muestran claramente que son más comunes que el material del sistema solar en los tramos oscuros de la nube de Oort".
Es por ello que ya esperan poder usar tecnología de última generación que ayude a demostrar su tesis, como la del Observatorio Vera C. Rubin, situado en Chile, el cual empezará a operar en 2022 y "hará saltar por los aires las búsquedas anteriores de objetos interestelares", asegura Siraj. Plantean que esto ayude a encontrar más cuerpos interestelares, como lo fue con Borisov.
Asimismo, el Estudio de Ocultación Automatizado Transneptuniano (TAOS II), diseñado específicamente para detectar cometas en los confines de nuestro sistema solar, también podría detectar uno de estos transeúntes. De hecho, TAOS II podría empezar a funcionar este mismo año, lo que levanta grandes expectativas en el descubrimiento del espcio exterior.
caov