El 18 de febrero se conmemora el “Día Internacional del Síndrome de Asperger”, un trastorno del neurodesarrollo considerado dentro del espectro autista porque comparte algunos rasgos característicos, aunque pueden ser expresados en diferente intensidad.
Se estima que a nivel mundial, de cada mil personas entre tres a siete viven con esta condición. A pesar de ser un trastorno frecuente se conoce muy poco sobre él.
En esta fecha se conmemora a este síndrome porque coincide con el natalicio de Hans Asperger, psiquiatra y pediatra austriaco quien, en el año de 1943, lo describió. El término fue utilizado por primera vez en 1981 por la psiquiatra inglesa Lorna Wing en la revista Psychological Medicine, como un reconocimiento a su descubridor.
Con esta celebración se pretende sensibilizar a la sociedad de este tipo de autismo, de origen neurológico, que provoca un trastorno severo del desarrollo humano, especialmente incluye un conjunto de alteraciones en la interacción social.
Quienes padecen el síndrome de Asperger se caracterizan por tener intereses limitados y muy absorbentes, patrones de conducta repetitivos o rutinarios, y una marcada dificultad para comunicarse e interactuar con los demás.
De igual forma, presentan una discapacidad para relacionarse socialmente, ya que muestran conductas poco adaptativas y dificultades para desenvolverse.
Una persona con Asperger no reconoce el lenguaje corporal ni el tono de la voz, tiene dificultades para hacer amigos y le resulta casi imposible interpretar las acciones y pensamientos de los demás.
También presentan problemas de comunicación verbal, pues habla demasiado formal o de forma monótona; y no verbal, pues tienen expresiones faciales limitadas o mirada rígida, así como movimientos motores torpes y no coordinados.
Sin embargo, las personas con esta condición tienen un aspecto e inteligencia normal o incluso superior a la media, pese a ello les resulta difícil comprender las reglas sociales “no escritas” por lo que, a veces, pueden comportarse de manera inadecuada.
Por ello hay que comprender que su comportamiento no es intencionado y sólo refleja una manera distinta de comprender y desenvolverse en el mundo.
A diferencia de otros síndromes que se manifiestan mediante ciertas características fenotípicas muy claras, como el de Down, el de Asperger no es evidente a simple vista.
En su aparición están involucrados desde factores hereditarios y síndromes genéticos, hasta infecciones virales durante el embarazo de la madre.
Así pues, para diagnosticarlo correctamente es necesario realizar una evaluación clínica y del desarrollo neuropsicológico, motor, verbal, auditivo, social y físico.
Por lo general, los niños con un trastorno del espectro autista tienden a tener el perímetro encefálico más grande de lo normal, lo cual implica estudios genéticos y metabólicos, pruebas neuropsicológicas, mediciones antropométricas.
AFM