El consumo de grasas de origen animal incrementa los infartos cardiovasculares, en tanto, los ácidos grasos trans o grasas trans aumentan la mortalidad cardiovascular total, los infartos cerebrales y la diabetes tipo 2, afirmó Patricio Heriberto Ortiz Fernández, jefe de Hospitalización en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez.
Ortiz Fernández detalló que la ingesta de grasas trans se proyectó a gran escala en la Segunda Guerra Mundial, cuando los combatientes podían llevar entre sus provisiones manteca, margarina, galletas y otros productos con esa grasa añadida.
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A escala comercial, fue en los años 60 y 70 que la venta de productos con esos componentes alcanzó su máxima expresión en el mundo y en México, donde modificamos nuestra dieta ancestral de carbohidratos y grasas animales, sustituyéndola en gran medida por los aceites parcialmente hidrogenados y ácidos grasos trans o grasas trans, como se les identifica.
Manteca vegetal, galletas y chocolates, fueron y son algunos de los productos que utilizan grasas trans, lo que a decir del especialista entraña un alto riesgo para la salud; aunque las grasas saturadas o grasas animales son dañinas, los aceites parcialmente hidrogenados y las grasas trans son peores ya que aumentan el colesterol de baja densidad y de muy baja densidad (el colesterol malo) y disminuyen el de alta densidad (el bueno) en el organismo.
Recordó que las enfermedades cardiovasculares representan la tercera parte de los decesos en el mundo y que en México dichos padecimientos ocupan el primer lugar como causa de mortalidad, que en muchos casos es prematura o discapacitante. Cuando esto último sucede, la persona enferma también discapacita a otra persona más (esposa, hija, etcétera) quien debe dedicarse a cuidarla, dejando a un lado su trabajo o estudio.
Erick Antonio Ochoa, director de Salud Justa Mx y adherente a la Coalición México Salud-Hable, destacó que la sociedad civil participa con tomadores de decisiones para incorporar en nuestra legislación medidas que eliminen o reduzcan al mínimo el uso de grasas trans en la producción de alimentos.
México forma parte de los países en los que se desencadena el 75 por ciento de las muertes asociadas al consumo de alimentos con grasas trans, atribuyéndose anualmente al territorio nacional casi seis mil decesos a dichos componentes artificiales, explicó el especialista.
En fecha reciente, la senadora Margarita Valdés, con el apoyo de integrantes del Senado, presentó una iniciativa de regulación que va sumando apoyos, destacando que la misma puede considerar dos opciones, según lo recomendado por la Organización Panamericana de la Salud: la prohibición total del uso de aceites parcialmente hidrogenados en la industrialización de alimentos y la restricción del uso de grasas trans a no más de dos gramos por cada cien gramos de producto, aunque puede darse una combinación de ambas, en la propuesta planteada para actualizar la Ley General de Salud.
Subrayó asimismo el trabajo paralelo de la Secretaría de Salud para modificar el Reglamento de Control Sanitario sobre Productos y Servicios para limitar el uso de grasas trans. Incorporarán un título sobre aceites y grasas comestibles y sobre alimentos reparados y semi-preparados.
Antonio Ochoa comentó que el etiquetado a alimentos que se empezó a aplicar desde 2019 ya establece la advertencia “Exceso de grasas trans”, para orientar a los consumidores hacia mejores decisiones.