Tania es una madre joven, quien tiene dos niños y una niña, esta de un año y dos meses, nacida en el año de la pandemia (2020), por lo que tendrá que adaptarse junto con sus hijos al nuevo comportamiento social, derivado del covid-19.
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Considera que la “nueva normalidad”, no será fácil de inculcar en los niños, ya que la educación y la enseñanza que proviene de los padres y de la escuela, no se ajusta a este nuevo comportamiento social.
“Estoy consciente que voy a aprender junto con mis hijos, en cómo, en qué y en dónde, nos tendremos que comportar de manera preventiva para no contagiarnos de algún otro virus”, explicó. Enfatizó que tiene muy claro que la vida no será igual, “ya no regresará ese tiempo en el que éramos en cierta manera libres de comportarnos según nuestros criterios”.
Bebés y la nueva normalidad
Con respecto a la escuela, dijo que ahora se tendrá que ajustar a las nuevas disposiciones de los planteles educativos, es decir, la nueva forma de enviar a los niños a la escuela.
“Tenemos que acatar un nuevo reglamento, en el que se indicará cuándo serían las clases presenciales y cuándo serían las clases a distancia, que a decir verdad, la gran parte de esa nueva conducta recae en los padres de familia”.
“Tan sencillo como hacer el súper en cualquier tienda de autoservicio, que ahora te exige, no entrar con niños; formarte antes de ingresar y mantener la sana distancia. Que decir de la aduana que está instalada en la entrada, que te revisa temperatura y obliga a ponerte gel antibacterial en las manos, muy tedioso”.
Presión social por medidas sanitarias
Argumentó que es muy complicado comprender este nuevo comportamiento social, “ya que en mi caso crecí con conductas generales y congruentes que estaban ajustadas a un estándar”.
Reflexionó, “por ejemplo, si te enfermabas de una fuerte gripa y andabas en la calle, la sociedad no te condenaba, como ahora que te condena”. Señaló que el proceso de enseñanza hacia las nuevas generaciones, con respecto a este nuevo comportamiento social, será de manera natural y paulatina.
“Creo que la pandemia nos ha dejado mucho dolor y una sabia enseñanza, que no cualquier persona puede asimilar en su comportamiento”, comentó.
Bárbara nace en pandemia
Bárbara nació en mayo de 2020, en plena pandemia, justo cuando los casos de contagios y decesos de coronavirus se incrementaban, según las estadísticas que informaba el gobierno federal. Fue en julio de 2019, cuando Tania se embarazó, a partir de ahí prepararía la llegada de Barbie, sin imaginar que vendría una terrible pandemia que colapsaría todos los hospitales, al menos de la Comarca Lagunera.
Cuando entró enero de 2020, se contagió de influenza estacionaria y afrontó esta enfermedad embarazada. Esto la aterraba con el simple hecho de pensar que su bebé estaría en alto riesgo y para ese entonces Barbie tenía cinco meses de gestación.
Inmediatamente el cuadro clínico se le manifestó, con fiebre, cuerpo cortado, dolor de cabeza, náuseas, entre otros síntomas. Fueron días muy complicados y al final se sobrepuso a la enfermedad.
Para mediados de marzo, el gobierno federal ordenaba la reducción de la movilidad urbana, con esto el cierre de negocios no esenciales y el encierro en casa. En mayo, llegó el momento del alumbramiento y Tania no sabía dónde daría a luz a su bebé.
Crisis en sistema de salud
Los hospitales estaban colapsados, con pacientes de covid-19, además esto la llenó de terror y pensaba que podría resultar contagiada junto con su bebé. Terminó en el ISSSTE de Torreón y bajo medidas estrictas sanitarias y cuidados intensivos, dio a luz a Bárbara que nació en perfectas condiciones de salud.
Tres meses después, a principios de agosto, Tania y su familia, incluyendo a su bebé, se contagiaron de covid-19. El terror se apoderó de ella, pensaba que morirían todos por covid-19; sin embargo, no sucedió así.
Se sobrepuso a todos esos malos pensamientos generados por la falsa información que se publicaba en redes sociales.
“Para mí fue terrible, porque mi bebé que tenía tres meses de edad, se contagió de covid-19 y la verdad no sabía cómo afrontar esto”. Después de tres días de contagio, notó que a su niñita se le dificultaba respirar, situación que la puso en máxima alerta.
“Yo contagiada junto con mi marido, ambos no podíamos salir de casa y fue un momento de mucho terror, porque nadie vendría a ayudarnos”, expuso. Recordó que venía de la mala experiencia de la influenza, con el bebé adentro de ella y ahora experimentaba con su niña afuera y ambas contagiadas.
“No sé cómo le hice para sacar adelante a mis niños que estaban contagiados y creo firmemente que Dios tuvo mucha misericordia de mi familia, tan es así que todavía estamos aquí”, narró.
RCM