No morían por la vacuna, pero saben que es necesaria

CRÓNICA

Es más tardado entrar que salir; la amabilidad y la organización es lo que resalta en la vacunación en Mineral de la Reforma

Aplicación de la vacuna contra covid-19 en Mineral de la Reforma. (Jorge Sánchez)
Alejandro Evaristo
Mineral de la Reforma /

Si algo permea en el módulo de vacunación en el Centro de Alto Rendimiento Centenario de La Providencia, en Mineral de la Reforma, es amabilidad y organización.

Es más tardado entrar que salir. Una primera fila es para ingresar a las instalaciones y esta es resguardada por personal federal que indica los documentos necesarios para obtener la primera dosis de la vacuna contra la covid-19. “INE en mano y comprobante de domicilio, recuerden que el periodo es para personas de 50 a 59 años y para mayores de 60 rezagados”.


Luego entregan un papelito con un número, es “el turno”, explican a la gente. Nadie puede entrar acompañado, a menos que sea estrictamente necesario, solo la persona que recibirá la vacuna.

Después de ingresar a las instalaciones del Centro y recibir gel antibacterial, la gente se encuentra un primer filtro con sillas dispuestas para recibir a unas 50 personas. Ahí deben llenar la Carta de Consentimiento Informado para la Aplicación de la Vacuna contra la covid-19. La mayoría cuenta con su propio bolígrafo y los menos deben esperar a que alguien termine de usar algunos de los que el personal de Bienestar facilita en calidad de préstamo para que de puño y letra coloquen su nombre y edad al frente del documento y en la parte trasera su dirección, el tipo de vacuna que recibirán y otra vez su nombre y firma.


Luego hay que entrar al enorme complejo deportivo. En el acceso hay personas que ofrecen otra vez gel antibacterial para entrar y una botellita de agua de 500 mililitros. En la cancha central se han dispuesto siete hileras con un promedio de 20 sillas cada uno, donde personal del propio Programa va asignando lugar a las personas que ingresan. Cada lugar está dispuesto de tal forma que se respeta la distancia indicada por las autoridades del sector salud para aminorar la posibilidad de un contagio entre los asistentes.

Personal de Bienestar nuevamente se acerca y pide a la gente escribir al frente de la Carta si son afiliados al IMSS, al ISSSTE o a ninguno de estos, luego la recogen y se van.

Todos ahí usan cubrebocas. Atienden con disposición e interés las indicaciones del personal médico que ahí se encuentra, quienes se acercan para saber si sufren de hipertensión, si son alérgicos a algún medicamento, si padecen diabetes, si han donado órganos o si son receptores de quimioterapia o radioterapia.

También preguntan si en las últimas dos semanas han tenido episodios de tos, fiebre, dolor muscular o cansancio repentino. Toman nota de las respuestas, comentan que luego de recibir la vacuna tendrán que esperar 30 minutos y hacen algunas recomendaciones: en caso de dolor no presionar el sitio de la inyección y tomar un paracetamol; evitar asolearse y seguir una dieta normal.

Acá están aplicando la vacuna de Pfizer, la que tiene un 91 por ciento de efectividad contra el virus durante seis meses y 95 por ciento contra los síntomas severos de la enfermedad luego de las dos dosis obligadas con una diferencia de 21 días entre la aplicación de una y otra, aunque al momento analizan la posibilidad de aplicar una tercera, pero ello se determinará al término del estudio para averiguar si es o no necesaria para reforzar la respuesta de los anticuerpos al virus.

El personal de las diferentes instancias, dependencias y sectores no tiene autorizado hablar con los medios, pero acceden a contestar algunas preguntas desde el anonimato. La posibilidad de una tercera dosis de Pfizer no es una de ellas.

Coinciden en la gran respuesta de la población, el compromiso cívico que implica vacunarse y la necesidad de hacer un frente común para enfrentar esta pandemia. No ha habido incidentes graves ni han tenido la necesidad de usar la ambulancia dispuesta en el lugar para efectuar un traslado en el caso de que alguna persona presente reacciones riesgosas luego de ser inoculada. Por eso todos deben esperar 30 minutos en el sitio después de vacunarse.

En el lugar hay elementos de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano. Dicen estar ahí para resguardar la seguridad de la población, el traslado de las vacunas y enfrentar cualquier incidente que pudiese presentarse, lo cual no ha sucedido desde la semana pasada, cuando inició el proceso para las personas adultas mayores de 60 años.

En los pasillos hay estaciones de vacunación móviles que los recorren una y otra vez luego de vacunar a la gente. En ellas hay dos personas del sector salud: una prepara la jeringa y el biológico mientras la otra se presenta con el o la paciente y le explica el procedimiento. Nuevamente hace las recomendaciones pertinentes y recibe la jeringa, muestra que hay líquido en ella y aplica la inyección. Todo es nuevo, lo usan una sola vez y luego lo desechan. Ninguna de las personas con quienes hubo oportunidad de hablar explicó el destino del material que ya ha sido usado.

Las personas vacunadas esperan sosteniendo un algodón contra el punto en donde recibieron la vacuna. Todos coinciden en el excelente trato, la rapidez y la necesidad de recibir la vacuna. No morían por ella, pero saben que es necesario, como Ramón, quien odia las inyecciones pero tuvo que asistir porque es taxista y la suya es una actividad de riesgo, dice. Alberto no quería vacunarse, confiesa que le tiene miedo a las inyecciones, pero tenía que hacerlo.

Las mujeres son las más valientes. Responden con una sonrisa y dicen sentirse un poco más seguras, aunque deben esperar a la segunda dosis, en 21 días. Algunas confesaron haber seguido a la letra las indicaciones y no salieron de sus hogares para nada. Otras, como María, tenían la necesidad de salir por su trabajo, por la comida o por alguna otra situación y se contagiaron. Ella se enfermó en enero pasado, pero afortunadamente resultó asintomática y no pasó a mayores.

En el lugar conocimos el caso de Víctor, quien trabaja en la Ciudad de México pero vive en Hidalgo, en Mineral de la Reforma para ser precisos. Este jueves le corresponde acudir a recibir la primera dosis de la vacuna anticovid en el Centro de Alto Rendimiento Centenario, pero sus jefes allá, en la empresa de seguridad donde trabaja, se niegan a darle permiso para asistir a la cita, a pesar de que ya se ha registrado.

Le dicen que busque por allá dónde vacunarse, dice Helena, su esposa, quien ha acudido al sitio a pedir informes y saber qué hacer.

A ver qué pasa…

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