De colores o con forma de ovni: estas son algunas de las nubes más raras del mundo

En la Ciudad de México recientemente fue captada un nube lenticular, al no ser tan común despertó alerta por un posible terremoto

Estas nubes son raras debido a que requieren de condiciones meteorologías muy precisas para su formación | Foto: Especial
Lizeth Hernández
Ciudad de México /

Navegantes del aire o mensajeras del clima: las nubes nunca son las mismas. Se deshacen, se reúnen, se estiran y reagrupan, adquiriendo una infinidad de formas a diferentes alturas del cielo. De ahí que existan tantas clasificaciones, todas reunidas en el Atlas Internacional de Nubes de la Organización Meteorológica Mundial.

Su formación se da cuando, por algún mecanismo, el aire húmedo sube y se enfría hasta condensarse; sus principales ingredientes (además de vapor) son gotitas de agua y/o cristales de hielo que quedan suspendidos en el aire.

Si bien suelen dividirse en 10 grandes géneros, existen ciertas subcategorías que rara vez pueden ser apreciadas en la atmósfera ya que dependen de condiciones orográficas y climáticas muy particulares. Recientemente, el cielo de la Ciudad de México fue lienzo de dos de ellas.

Nube lenticular u ovnis en el cielo

Esta nube suele darse en sierras o montañas aisladas, pero también puede observarse en regiones en las que no existe un relieve marcado. Tienen una forma de lente o almendra, a menudo muy alargadas y de contornos en general bien definidos lo que le hace asemejarse a un platillo volador.

En ocasiones presenta irisaciones (un fenómeno óptico en el que se pueden apreciar distintas coloraciones). Los principales responsables de su formación son oscilaciones de corrientes húmedas y frías que se posan sobre una atmósfera más cálida, dando la forma lenticular tan característica de estas nubes, según explica el Servicio Meteorológico de Estado Unidos.

Se les suele asociar con los terremotos, pues se cree que su presencia es presagio de un movimiento telúrico, sin embargo, los geólogos reiteran que esto es un mito, pues no existe ninguna evidencia científica que compruebe esta teoría.

Nubes mastodónticas (mammatus)

Como tal, no son un tipo de nube, sino el nombre que recibe la forma que adopta su base. El Glosario de Meteorología define las nubes mammatus (o mamma) como “protuberancias colgantes, como bolsas, en la superficie inferior de una nube”.

Su formación es bastante compleja, de acuerdo con un artículo publicado en el Journal of the Atmospheric Sciences, cuando hay vientos fuertes en altitudes medias y altas de la atmósfera, se puede formar una capa de nubes muy amplia que se extiende por debajo de la parte principal de la nube. Esta capa se llama "yunque".

Las partículas que forman la parte alta de la nube son llevadas por el viento. Estas nubes en forma de yunque pueden ser muy grandes en comparación con la parte activa de la nube. Cuando la nube comienza a disiparse, puede quedar una capa de donde 'cuelgan' formaciones parecidas a gotas. 

Cuando hay muchos cristales de hielo o agua líquida en la parte del yunque, comienzan a caer como precipitación. En las nubes mammatus, el aire saturado comienza a bajar, llevando consigo gotitas de agua y cristales de hielo.

A medida que el aire saturado desciende, se calienta y las partículas de agua se evaporan o se derriten, lo que hace que el aire se caliente menos de lo esperado, pero aún así se mantiene saturado.

Así, las protuberancias que se pueden ver son las áreas donde la base de la nube se está hundiendo más. Si bien, no trae consigo lluvias, su presencia es señal de que una fuerte tormenta se avecina.

Olas en el cielo (nubes Kelvin-Helmholtz)

Su nombre técnico es Stratocumulus fluctus, en este caso, tampoco son un tipo de nube como tal, sino un rasgo suplementario causado por la cizalladura (corte o deformación ocasionado por fuerzas opuestas, iguales o paralelas) del viento.

Es así cómo se forman olas en el cielo. De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, tienen una vida relativamente corta y aparecen sobre la cima de una nube, con aspecto de rizos u olas rompientes.

Ola en el cielo | Foto: Organización Meteorológica Mundial

Gloria en la mañana y un arco en el cielo  

Conocidas popularmente como nubes morning glory, son un fenómeno meteorológico de forma tubular visible entre septiembre y noviembre en Australia, justo después del amanecer, de ahí su nombre.

Las nubes en forma de enormes rodillos de cocina dan la sensación de girar lentamente sobre un eje horizontal; su masa suele ubicarse en la parte baja del cielo y suelen ser nubes solitarias. Esta masa puede ir acompañada de ráfagas de viento repentino e intensas cizalladuras en la parte baja de la atmósfera.

Nube Morning Glory | Foto: Especial

Cabe señalar que hay una nubes muy parecidas conocidas como Arcus (que se pueden observar en México), de acuerdo con el Atlas de Nubes, al igual que la que se captan en Australia, son en forma de rodillo denso y horizontal. 

Sin embargo, estas nubes tienen bordes más o menos deshilachados, y se sitúa en la parte delantera e inferior de ciertas nubes adoptando el aspecto de un arco oscuro y amenazador (se observa en los Cumulonimbus y, con menor frecuencia, en los Cumulus).

Nubes nacaradas

Cuando la luz forma juegos de múltiples colores que recuerdan a las conchas de los moluscos es probable que se esté ante nubes nacaradas o estratosféricas polares de hielo.

Su aspecto da la impresión de que un arcoiris se mezcló con una nube. Este fenómeno aparece principalmente por tres factores:

La composición de la nube: al estar compuestas por cristales esférico de un tamaño de aproximadamente 10 micromoles de diámetro permite la difracción e interferencia de las ondas de luz que dan como resultado el abanico de colores. 

Nubes nacaradas | Foto: Atlas de Nubes

La estación invernal: la formación de esta nubes solo se puede dar a temperaturas sumamente bajas, es decir, alrededor de los -85 °C.

La posición de los rayos solares: de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, los colores más brillantes se observan cuando el Sol se encuentra varios grados por debajo del horizonte.

Este tipo de nubes son más comunes en la Antártida, aunque también llegan a observarse en el Ártico, Escocia, Escandinavia, Alaska, Canadá y el norte de Rusia.

Nubes Asperitas

Con estas nubes, el cielo parece estar ‘revuelto’. Se presenta como múltiples ondulaciones, como si fuera agua agitada y suelen advertir la llegada de una tormenta.

En el Atlas Internacional de Nubes son descritas como “estructuras bien definidas en forma de onda” que se acomodan de manera “caóticas”.

“Este rasgo se caracteriza por la existencia de ondas localizadas en la base de la nube, que pueden ser lisas o estar moteadas con elementos más pequeños que, en ocasiones, descienden de forma abrupta, como si se observara desde abajo la superficie de un mar embravecido”, explica la Organización Meteorológica Mundial.

Gracias a los juegos de la luz y el espesor de la nube, se llegan a dar espectaculares efectos visuales.

Asperita | Foto: Organización Meteorológica Mundial

Cavum

Más que una nube, es un rasgo suplementario, que se define como un agujero bien definido (por lo general circular, aunque hay ocasiones en que puede ser linear).

Se forma cuando un una aeronave (directa o indirectamente) interactúa con una nube (ya sea del tipo altocumulos o cirricumulus).

Cavum | Foto: Organización Meteorológica Mundial

Iridiscencia en las nubes

Los colores de la irisación o iridiscencia no son exclusivos de las nubes nacaradas. Aunque es un fenómeno muy poco común, se puede ver en distintos tipos de nubes como los altocúmulos, cirrocúmulos y nubes lenticulares.

Iridiscencia |Foto: Organización Meteorológica Mundial

Estas se forman cuando la luz del sol se difracta, o se desvía, al pasar por pequeñas gotas de agua o diminutos cristales de hielo presentes en las nubes. Este proceso de difracción hace que cada rayo de luz solar se desvíe de manera individual dando como resultado un arcoíris nebuloso.

Los colores son muy brillantes, parecido a los observados en nubes nacaradas y se suelen dar en temporadas frías, a una distancia del sol menor de 10°.

LHM

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