La tecnología nos facilita la vida en muchos sentidos, pero cuando se hace uso excesivo de ella también puede hacernos pasar dolores y padecimientos que deben tratarse a tiempo para evitar que se conviertan en algo que frene nuestras actividades.
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Hasta hace unos años, el Síndrome de Túnel Carpiano era uno de los más populares, ya que se origina por el uso prolongado del teclado y ratón de las computadoras, pero con la llegada de los teléfonos inteligentes también aparecieron nuevos padecimientos, como "el cuello de WhatsApp".
Este malestar se refiere al dolor en el cuello y cervicales que las personas experimentan por pasar de dos a cuatro horas diarias leyendo y contestando mensajes en el teléfono celular, mismo promedio de tiempo que invierten los mexicanos en esta actividad, según la UNAM.
Este dolor se da debido a que el cuerpo se ve forzado a adoptar posiciones que no son naturales durante mucho tiempo, como inclinar la cabeza para poder ver la pantalla del celular.
El Cuello de WhatsApp comienza con ligeras molestias en el cuello al finalizar el día, cuando los músculos que ayudan a la cabeza a permanecer inclinada se relajan y regresan a una posición natural.
Pero si esto no se atiende a tiempo, puede convertirse en un dolor crónico en el cuello, hombros y la parte alta de la espalda, el cual no se va ni cuando el cuerpo se recuesta, ya que los músculos pierden fuerza y, debido a la frecuencia con la que tienen que adaptarse a posiciones extrañas, cada día se les dificulta más regresar a la normalidad.
Diego Castagnaro, director de la carrera de Kinesiología de la Fundación Barceló, en Argentina, declaró para un diario de su país que la forma en la que las personas pueden evitar este padecimiento, o en su caso reducir los dolores que causa, tienen que ver con los hábitos que tenemos a la hora de revisar el teléfono.
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Una de ellas es el colocar el teléfono a la altura natural de los ojos y no a la altura del pecho o barbilla; de esta forma son los brazos los que deberán moverse hacia arriba y se evita que la cabeza se incline.
También recomendó actividades físicas de bajo impacto, como la natación o pilates, para que los músculos del cuello y la espalda se estiren y fortalezcan, de esta forma serán más resistentes a los cambios de posición y nos ayudarán a vivir sin los dolores que comienzan a caracterizar al siglo XXI.
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