La semana pasada, científicos detectaron un pequeño asteroide justo dos horas antes de que impactara en la atmósfera terrestre. Por suerte sólo medía unos 3 metros de ancho y la roca espacial, ahora conocida como 2022 EB5 probablemente se quemó en la atmósfera terrestre cerca de Islandia el 11 de marzo.
El hallazgo fue reportado por la NASA y el Instituto de Tecnología de California, y mostró que si bien es maravillosa la detección y observación de asteroides, también amplía dudas sobre el descubrimiento hecho a última hora. ¿Y si hubiera sido más grande?
Aunque cada día la Tierra es bombardeada con más de 100 toneladas de polvo y partículas del tamaño de la arena, esos objetos nunca llegan al suelo y sólo se ven como espectaculares 'estrellas fugaces' o lluvias de meteoritos
Según la NASA, una vez al año, un asteroide del tamaño del 2022 EB5 choca con la atmósfera de la Tierra, crea una bola de fuego y se quema antes de alcanzar la superficie.
Cualquier asteroide de tamaño inferior a unos 20 metros se quemará probablemente al entrar en la atmósfera terrestre. Si alguna parte sobrevive, será en forma de meteoritos más pequeños que causan poco o ningún daño. Pero no siempre es así.
En 2013, el meteorito de Cheliábinsk de casi 20 metros de diámetro cayó sobre Rusia y desató una intensa onda expansiva que rompió ventanas y derrumbó edificios, dejando a unas mil 200 personas heridas.
Basta con que una de estas rocas mida más de 25 metros para causar daños en la Tierra. Sobra decir que a partir de un kilómetro ocasionaría daños catastróficos.
La NASA estima que cada 2 mil años aproximadamente, un meteoro del tamaño de un campo de futbol golpea la Tierra.
Según Universe Today, las rocas espaciales son pequeñas y oscuras, así que se necesita del Sol para observarlas. Si por su órbita no reciben esta luz, será difícil detectarlas cuando se acercan a la Tierra.
Por suerte, la Tierra cuenta con un programa de observación de asteroides que busca objetos cercanos al planeta cada 24 horas.
evr