Es fácil de explicar, la drunkorexia es un trastorno psicológico que padecen mayormente los adolescentes y jóvenes que comen muy poco, o dejan de hacerlo, para compensar las muchas calorías que les aporta el excesivo consumo de alcohol.
Lo difícil, como padres, es aceptar que un hijo es drunkoréxico y poner cartas en el asunto.
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Así que los drunkoréxicos padecen dos trastornos al mismo tiempo: alcoholismo y anorexia, pues beben alcohol para conseguir la aceptación de los demás y se sienten obligados a mantenerse delgados por la misma razón.
En Estados Unidos, un 30 por ciento de personas de entre 18 y 24 años se saltan comidas para ingerir más alcohol.
Y como padre ¿qué se puede hacer?
Reforzar la autoestima del hijo es fundamental y hacerle entender que tiene otras herramientas muy valiosas en su interior que le harán atractivo e interesante sin necesidad de consumir alcohol o dejar de comer para ello.
Hay que hacerle ver que beber puede causar problemas serios de salud, como problemas hepáticos, hipertensión arterial, pancreatitis y gastritis, entre otros, a los que se añaden los derivados de no comer, como la anorexia o bulimia.
“Hablar con la persona implicada y conocer su nivel de consciencia respecto al tema; si aún así permanecen las conductas de drunkorexia, conviene entonces pedir consejo profesional. Además, convendría investigar la posibilidad de que exista una adicción al alcohol”, dice Eugenia Moreno, psicóloga y directora de la Clínica de Trastornos Alimentarios de Valencia.
JCH