Su forma de hablar, esteeee, puede revelar, digamos... algunos trastornos en proceso. Veamos. Las pausas, las muletillas, el alargado de las palabras y otros hábitos pueden ser un indicio de una declinación mental, que a su vez puede desembocar en el mal de Alzheimer, según un estudio.
Investigadores pidieron a la gente que describiese lo que se les mostraba en sesiones filmadas con dos años de diferencia. En aquellos con un principio de trastornos cognitivos se notó un deterioro de la forma de expresarse mucho más acentuado que en aquellos sin esos síntomas.
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“Comprobamos que hay ciertos aspectos del lenguaje que son afectados antes de lo que pensábamos”, antes o al mismo tiempo que surgen los problemas de memoria, señaló uno de los impulsores del estudio, Sterling Johnson, de la Universidad de Wisconsin-Madison.
Pero no te asustes: mucha gente dice “Esteeee…” y tiene problemas para recordar nombres, sin que eso implique que sufre de algún trastorno mental o cognitivo. “Es algo normal de la edad, cosas que uno puede recordar más tarde y que no van a afectar una conversación”, expresó otra participante en el estudio, Kimberlay Mueller. “La diferencia aquí es que ocurre con más frecuencia en un breve período”, interfiere con las comunicaciones y se agrava con el tiempo.
Para ver si un análisis del hablado puede detectar los primeros síntomas de problemas cognitivos, los investigadores pidieron a 400 personas sin problemas cognitivos que describiesen una imagen y no percibieron cambios con su capacidad para expresarse de forma hablada con el correr del tiempo. Luego hicieron la misma prueba con 264 personas que participaban en un estudio de cincuentones y sesentones del Registry for Alzheimer’s Prevention de Wisconsin, la mayoría de los cuales tiene un padre con Alzheimer y podría correr riesgo de contraer la enfermedad.
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En la segunda tanda de pruebas, se percibió un deterior más acelerado en la expresión de ideas y en la fluidez con que se expresaban —menor claridad, pausas y uso de muletillas. Usaban más pronombres como “eso” o “ellos” en lugar de nombres específicos para aludir a cosas o personas, empleaban oraciones más cortas y les tomaba más tiempo expresar lo que querían decir.
“Todos esos son indicios de problemas con todos los datos que procesa el cerebro”, señaló Julie Liss, experta en el lenguaje de la Universidad Estatal de Arizona.
FM