Una mujer y una niña fueron declaradas muertas en dos ocasiones en menos de 24 horas. El primer caso ocurrió este 2023 en España, el segundo el año pasado en México.
El reloj marcaba las 23:30 horas, era 18 de septiembre y al hospital de San Juan de Dios de Zaragoza, ingresó una mujer de 90 años que acaba de sufrir un paro cardiaco. Los médicos que la atendieron declararon su muerte poco después.
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La noticia llevó a la familia a comenzar con los preparativos funerarios. Sin embargo, cuando el cuerpo era trasladado al tanatorio los trabajadores se percataron de que este presentaba signos de vida: de inmediato llamaron a emergencias.
Tras ser trasladada nuevamente al nosocomio, los doctores confirmaron que la mujer tenía pulso; sin embargo, cerca de las 04:00 horas de la madrugada se volvió a dar su segundo (y esta vez) definitivo deceso.
Un caso similar ocurrió en San Luis Potosí, México, cuando Camila, una niña de tres años de edad, fue declarada muerta y velada viva en su funeral.
Los hechos ocurrieron a las 22:30 horas del 18 de agosto de 2022 cuando médicos de la clínica de Salinas declararon que la pequeña había fallecido. Según lo señalado por la madre, le entregaron el certificado de defunción en el que se leía que la causa de fallecimiento había sido por “deshidratación severa, diarrea aguda y shock hipovolémico”.
La niña yacía en el ataúd cuando la abuela notó que el cuerpo aún se movía por lo que destapó la caja y al pasar la luz de su teléfono por el rostro la niña abrió los ojos.
Fue por ello que su familia intentó llevarla nuevamente al hospital, sin embargo, la pequeña murió en el trayecto. En el segundo certificado de defunción se le informó a la familia que había fallecido por edema cerebral, falla metabólica y deshidratación.
Tanto en el caso de España como en el de México se abrieron investigaciones en contra de los doctores por posible negligencia médica.
En el primero, los especialistas explicaron que se trató de un suceso poco común en el que el corazón pasa por una especie de “espasmo”, mismo que trae de vuelta los latidos. Sin embargo, este estado es momentáneo, según explicaron al Heraldo de Aragón.
Por otro lado, en México, los doctores fueron vinculados a proceso por delito de homicidio, ello después de que se señalaran diversas irregularidades en la atención y seguimiento de la niña. Así, ambas historias abren la pregunta.
¿Cómo saben los doctores qué alguien ha muerto?
Cuando alguien fallece inicia un proceso de desintegración irreversible. Si bien existen diversas formas de definir la muerte, en el ámbito clínico ha sido difícil llegar a un consenso general.
Y es que, según los expertos, en cuanto llega una definición, aparecen estados de salud que pueden imitar la muerte de tal forma que un médico podría declarar a una persona muerta aún cuando el paciente está vivo todavía.
Por ejemplo, algunas intoxicaciones por medicamentos pueden ser tan graves que una persona podría aparentar estar cerebralmente muerta. Sin embargo, en estos casos, si se mantiene al paciente vivo con un respirador hasta que desaparezca el efecto de los medicamentos, puede llegar a ser posible una recuperación total.
Al respecto, el artículo Perspectiva internacional sobre el diagnóstico de la muerte (2012) señala que una de las definiciones más cercanas a un consenso es la siguiente:
“Toda muerte humana implica la pérdida irreversible de la capacidad de conciencia, combinada con la pérdida irreversible de la capacidad de respirar”, se lee.
Para ello, más allá del sentido común, se necesitan analizar tres criterios:
- Somáticos (características visibles en la inspección externa)
- Circulatorios (en caso de una parada cardiorrespiratoria, pulso, respiración)
- Neurológicos (en pacientes en coma con ventilación mecánica)
La muerte cuando el corazón deja de latir
Se cree que la muerte llega cuando el corazón de alguien deja de latir, sin embargo, esta idea no es del todo absoluta. En la historia médica se han documentado casos de personas que han durado hasta 78 minutos sin pulso y han revivido para contarlo.
Sin embargo, estos han sido casos excepcionales, pues, cuando se da un paro cardiaco y este no es atendido rápidamente las consecuencias pueden ser fatales.
Por un lado, cuando una persona deja de respirar y el corazón deja de bombear sangre aumenta el riesgo para el cerebro, pues tras cuatro minutos sin oxígeno este puede sufrir daños irreversibles por muerte neuronal.
Además, una vez pasados ocho minutos sin reanimación cardiopulmonar (RCP) y desfibrilación, el poder lograr que una persona recupere el pulso se vuelve casi imposible, según el artículo Paro cardíaco y reanimación cardiorespiratoria (2023).
Cabe señalar que hay casos en los que no es posible aplicar labores RCP como aquellos en los que el paciente presenta signos de muerte biológica, es decir, que el total de actividad de cada célula se ha detenido.