A 31 años de que se realizara el primer trasplante de corazón en México, el doctor a cargo contó cómo inició el procedimiento, que se extendió y ahora más de 21 mil personas esperan un órgano que mejore su calidad de vida, de acuerdo con Gaceta UNAM.
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¿Cuándo y dónde se dio el primer trasplante de corazón en México?
Ocurrió el 21 de julio de 1988, a cargo del doctor Rubén Argüero Sánchez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien junto a un equipo de especialistas del Centro Médico Nacional La Raza del IMSS trabajaron para introducir el órgano cardiaco de Eloísa Pacheco, joven que acababa de morir, en José Fernando Tafoya Chávez, de 45 años, según la gaceta de la universidad nacional.
En el país, se calcula que se realizaron mil 538 operaciones de este tipo, según el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra), además de que en México se realizaron 28 trasplantes de corazón, 17 de ellos realizados en Ciudad de México; 6 en Nuevo León y 3 en Jalisco.
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¿Cómo inició el trasplante de corazón?
A las 5.30 de la mañana, el doctor operaba a la hermana de un médico, cuando a las 7.30 le llamó un cirujano para informarle que había un donador de corazón, una mujer con muerte cerebral.
“Ahí empezó todo. Me comuniqué con la jefa de servicios médicos, quien tras algunas llamadas más nos autorizó la cirugía. En ese instante entré en pánico; pero no podía fallarle a mi grupo, con el que trabajaba desde hacía un trienio. Fue un miedo mezclado con responsabilidad y compromiso lo que nos llevó a lo ya previsto.”
Tras determinar que la paciente era ideal para el trasplante, habló con su familia para autorizar la donación. Había tres receptores posibles, a los que se les practicaron pruebas de histocompatibilidad (en aquella época esto sólo lo hacía una persona).
“Como a las 4:30 de la tarde nos informaron que de los tres, Tafoya Chávez era el más adecuado. Fuimos rápidamente a la habitación del candidato, quien estaba acompañado de Lupita, su esposa. Con señas le hice entender ‘ya tenemos el corazón’ y ella me indicó que se lo comentara a su marido”, contó Argüero Sánchez, para recordar cómo, tras contarle al señor José Fernández, respondió que a eso había ido, “así que, ¡órale doctor!”
El quirófano, era ocupado por no menos de 30 personas: cardiólogos, enfermeras, técnicos, anestesiólogos e instrumentistas, “en este grupo hasta los intendentes tienen un papel esencial: la limpieza, la ropa, la cubetita, el frasquito, el hielo. No podemos menospreciar a nadie”, expresó.
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¿Cuáles fueron las complicaciones del trasplante?
Antes de la operación, a Eloísa Pacheco se le bajó la presión, entonces los cirujanos le extrajeron el corazón y lo pusieron en hielo, ya que el receptor no estaba preparado.
“Nos quedamos en silencio pensando en qué pasaría con este órgano, no había nada en el mundo más importante que colocarlo”.
Cuando les avisaron que ya tenían donador, cuidaron y vigilaron que no le bajara la presión a quien haría la aportación y de llevarlo, entre algodones, a terapia intensiva. Fue hasta cerca de las siete de la tarde que inició la cirugía y que terminó cuando el corazón latió.
“Eran las 10:03 de la noche, fue un instante inolvidable… Cuando uno quita las pinzas de la aorta lo normal es que la sangre corra y empiece a palpitar; pero demoró 18 minutos, los más largos de mi vida. En el quirófano todos estábamos expectantes, en silencio. Sentía mi estómago perforado por la angustia. Estaba seguro de que iba a ponerse en marcha, pero no sabía cuándo.
Expectante, no dejaba de pensar “qué me faltó, en qué fallé”. El médico cirujano señaló que cuando latió, todas las emociones fluyeron. La vida del señor Tafoya cambió, ya que por mucho tiempo había estado en cama, volvió a trabajar, a hacer su vida familiar y social, sin embargo recordó que “Murió al año y medio por una infección estomacal.
Tras 31 años, se ha avanzado en la selección del donador y receptor hasta en los fármacos para terapia intensiva. Se sabe si un paciente recibirá un órgano tiene alterado su metabolismo en sodio, y fallecerá, destacó Argüero Sánchez.
MJA