En Suiza, un hombre de la tercera edad tuvo que ser hospitalizado de urgencia luego de que comió hongos shiitake que no estaban bien cocidos.
El alimento le causó una fuerte reacción cutánea en varias partes del cuerpo, así como un escozor intenso.
Estos fueron sus síntomas y tratamiento
El hombre de 72 años de edad llegó a la sala de urgencias del hospital Universitario de Ginebra (Suiza) con una rara erupción en la piel que se extendía por su espalda y glúteos. Ésta zona estaba cubierta por lesiones rojas que lucían como latigazos, las cuales se conocen como eritema flagelado, y le causaban gran dolor al paciente, hasta tal punto que el escozor de las heridas le impedía dormir.
La erupción había comenzado a aparecer dos días atrás, por lo que los médicos le preguntaron acerca de los alimentos que había consumido antes de que percibiera algún síntoma. El paciente mencionó un par de días antes había preparado un platillo que contenía hongos shiitake entre los ingredientes.
Este fue un dato clave para su diagnóstico, el cual fue descrito como un cuadro de dermatitis del shiitake, una patología que se manifestó por primera vez en 1977, en Japón.
La mayoría de los casos conocidos de este padecimiento, se han registrado en el este de Asia, lugar de donde son originarios los shiitake, mientras que en Europa no existe un número oficial de personas afectadas por este hongo. Únicamente existe un estudio realizado por los Centros de Control de Venenos de Francia, en donde se identificaron quince casos en el país entre el 2000 y 2013.
No obstante, los especialistas esperan que las cifras de este padecimiento vayan en aumento en todo el mundo, conforme el consumo del shiitake se va extendiendo.
La dermatitis del shiitake ocurre cuando los hongos son consumidos sin tener una cocción adecuada y aunque la reacción alérgica puede ser molesta, suele curarse en pocas semanas sin llegar a ser grave.
En el caso del paciente de 72 años, sus síntomas fueron tratados con una crema con corticoides y píldoras antihistamínicas, según explican la revista The New England Journal of Medicine, y el escozor que no lo dejaba dormir desapareció dos semanas después de iniciar su tratamiento, aunque señaló que aún le quedaban algunas marcas de las heridas.