La depresión cambia el cerebro con los años

La investigación realizada en el Centro para la Adicción y Salud Mental en Canadá, arrojó que después de años de depresión persistente y no tratada el cerebro sufre cambios significativos. 

DPA
Madrid /

¿La depresión clínica es siempre la misma enfermedad o cambia con el tiempo? Una investigación de imágenes cerebrales del Centro para la Adicción y la Salud Mental (CAMH) en Toronto, Canadá, muestra que el cerebro se altera después de años de depresión persistente, lo que sugiere la necesidad de cambiar la forma en que pensamos sobre la depresión a medida que avanza.

El estudio, dirigido por el autor principal Jeff Meyer, del Instituto de Investigación de Salud Mental Familiar Campbell, de CAMH, se detalla en un artículo publicado en 'The Lancet Psychiatry'. La investigación muestra que las personas con periodos más largos de depresión no tratada, que duró más de una década, tuvieron significativamente más inflamación cerebral en comparación con aquellos que tenían menos de diez años de depresión no tratada.

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En un estudio anterior, el equipo del doctor Meyer descubrió la primera evidencia definitiva de inflamación en el cerebro en la depresión clínica. Este nuevo estudio proporciona la primera evidencia biológica de grandes cambios cerebrales en la depresión de larga duración, lo que sugiere que es una etapa diferente de la enfermedad que necesita distintas terapias, la misma perspectiva que se toma para las etapas tempranas y posteriores de la enfermedad de Alzheimer, según este experto.

"Una mayor inflamación en el cerebro es una respuesta común en las enfermedades cerebrales degenerativas a medida que avanzan, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson", recuerda Meyer, que también ocupa la Cátedra de Investigación en Neuroquímica de la Depresión Mayor en Canadá. Aunque no se considera la depresión una enfermedad cerebral degenerativa, el cambio en la inflamación muestra que, para aquellos en quienes la depresión persiste, puede ser progresiva y no estática.

Sin embargo, actualmente, dice Meyer, independientemente de cuánto tiempo haya estado enferma una persona, el trastorno depresivo mayor se trata principalmente con el mismo enfoque. Algunas personas pueden tener un par de episodios de depresión en unos pocos años, mientras otros pueden sufrir episodios persistentes durante más de una década con síntomas que empeoran y dificultad creciente para ir a trabajar o llevar a cabo actividades de rutina.

-USAR MEDICAMENTOS CONTRA LA INFLAMACIÓN EN LA DEPRESIÓN MAYOR-

Las opciones de tratamiento para esta etapa posterior de la patología, como los medicamentos dirigidos a la inflamación, están siendo investigados por Meyer y otros expertos. Esto incluye volver a proponer que se empleen los medicamentos actuales diseñados para la inflamación en otras enfermedades en el trastorno depresivo mayor.

En el estudio, se midió la inflamación cerebral utilizando un tipo de imagen cerebral llamada tomografía por emisión de positrones (PET). Las células inmunitarias del cerebro, conocidas como microglia, están involucradas en la respuesta inflamatoria normal del cerebro al trauma o la lesión, pero demasiada inflamación se asocia con otros trastornos degenerativos y depresión. Cuando se activan las microglías, producen más proteína translocadora (TSPO), un marcador de inflamación que se puede observar mediante imágenes PET.

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El estudio involucró a 25 personas con más de diez años de depresión, 25 con menos de diez años de enfermedad y 30 personas sin depresión como grupo de comparación. Los niveles de TSPO fueron aproximadamente un 30 por ciento más altos en diferentes regiones cerebrales entre aquellos con depresión no tratada de larga duración frente a quienes sufren periodos más cortos de depresión no tratada. El grupo con depresión a largo plazo también tuvo niveles más altos de TSPO que aquellos sin depresión.

El doctor Meyer también subraya que, en los estudios de tratamiento, los pacientes con depresión grave de larga duración tienden a ser excluidos, por lo que hay una falta de pruebas sobre cómo tratar esta etapa de la enfermedad, que, a su juicio, debe abordarse.


CR

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