Defecar no solo es uno de los actos más cotidianos y universales que hay, investigaciones recientes señalan que también puede ser un buen referente sobre la salud del cuerpo a largo plazo.
Y es que, la frecuencia con la que se evacua podría preceder, y se sospecha que incluso impulsar, algunas enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento, según un estudio recientemente publicado en Cell Reports Medicine.
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Aunque aún es una discusión sobre el huevo o la gallina, es decir, aún no está claro si las enfermedades crónicas se derivan de los problemas intestinales o los problemas intestinales son producto de la enfermedad, el grupo de científicos se dispuso a averiguar si había una relación entre ambas.
Tras años de seguimiento, los resultados son considerados por los autores “un respaldo preliminar a un vínculo causal entre la frecuencia de las evacuaciones intestinales, el metabolismo microbiano intestinal y el daño orgánico”.
De acuerdo con el estudio a cargo de investigadores del Instituto de Biología de Sistemas de Seattle, la variación con la que alguien va al baño puede afectar la microbiota intestinal y el metaboloma sanguíneo (es decir, un conjunto de pequeñas moléculas en la sangre que en dosis correctas ayudan al cuerpo).
“Investigaciones anteriores han demostrado que la frecuencia de las deposiciones puede tener un gran impacto en el funcionamiento del ecosistema intestinal”, afirmó en un comunicado Johannes Johnson-Martinez, uno de los autores principales.
Al respecto añadió que, cuando las heces permanecen demasiado tiempo dentro del cuerpo, puede haber problemas, ya que los microbios que habitan en el intestino comienzan a consumir la fibra dietética disponible.
Luego de ‘comer’ inicia el proceso de fermentación, en la primera fase de ácidos grasos beneficiosos; después, llega la fermentación de proteínas capaces de producir toxinas dañinas.
¿Qué dicen las heces de ti?
Para tratar de dar claridad sobre la relación, el equipo —conformado por un ingeniero, una bióloga, dos doctoras y un médico— dio seguimiento a las heces y estilo de vida de más de mil 400 personas sanas.
Así, con muestras de las evacuaciones, sangre, el registro de hábitos alimentarios, de ejercicios y niveles de estrés los investigadores se dispusieron a averiguar si existía relación entre la cantidad de veces que los participantes iban al baño y la posibilidad de desarrollar enfermedades crónicas.
Para ello clasificaron la frecuencia de evacuaciones en cuatro grupos: estreñimiento (una o dos evacuaciones intestinales por semana), baja-normal (entre tres y seis evacuaciones intestinales por semana), alta-normal (entre una y tres evacuaciones intestinales por día) y diarrea.
¿Qué encontraron? Las bacterias intestinales que fermentan la fibra (mismas a las que se suele asociar con la salud) parecían encontrarse en los niveles ‘ideales’ cuando las personas defecaban entre 1 y 2 veces al día.
Sin embargo, cuando se presentaban casos de evacuación anormales, es decir, cuando las personas sufrían de diarrea o estreñimiento, se registraban marcadores de función orgánica reducidas, mientras que las bacterias asociadas a la fermentación de proteínas se volvían mucho más abundantes.
A la par, varios metabolitos y la química en sangre mostraron una relación importante: durante la fermentación que se da con el estreñimiento se forman sustancias que se sabe, causan daño en los riñones.
Así, este estudio podría marcar un camino a las siguientes investigaciones para saber si las deposiciones anormales pueden desencadenar enfermedades. Por ahora, una de las hipótesis es que durante el estreñimiento se forman metabolitos potencialmente dañinos en la sangre que podrían afectar la función renal.
Además, se cree que la anormalidad en las evacuaciones está relacionada con afecciones como: enfermedades crónicas, inflamación intestinal e incluso condiciones neurodegenerativas como el Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.
“Sugerimos que el estreñimiento crónico o la diarrea pueden ser impulsores subestimados de daño orgánico y enfermedad crónica, incluso en poblaciones sanas, aunque se requiere trabajo adicional para cuantificar rigurosamente cómo afecta el riesgo de enfermedad”, concluyen los investigadores.
Las consideraciones
El grupo de científicos destacó que el estudio tiene limitaciones: en primer lugar, no se puede generalizar, ya que los participantes fueron en su mayoría blancos, jóvenes y más de la mitad eran mujeres. Se requeriría una muestra mucho más grande y variada para saber cómo se manifiesta en la diversidad de cuerpos que existen.
Además, la cantidad de veces que alguien va al baño también se ve influenciada por la edad, estilo de vida, masa corporal, y composición microbiana dentro del intestino, por lo que esto también influye en la prevención de enfermedades.
Por ahora, y en palabras del Dr. Sean Gibbons (uno de los autores del artículo) la investigación “muestra cómo la frecuencia de las deposiciones puede influir en todos los sistemas del organismo y cómo una frecuencia anormal de las deposiciones puede ser un factor de riesgo importante en el desarrollo de enfermedades crónicas”.
LHM