Esta condición congénita sucede en los tres primeros meses del desarrollo del bebé. Cuando las estructuras que forman el labio superior no logran unirse al problema se le denomina labio leporino. Cuando el paladar es el que no cierra totalmente, se le llama paladar hendido.
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Se trata de dos condiciones diferentes, pero que suelen presentarse juntas en la mitad de los casos. Se considera un defecto congénito frecuente, pues se calcula que uno de cada 750 recién nacidos presenta alguna de estas dos condiciones.
El labio leporino no causa complicaciones de salud significativas, pero algunos padres lo consideran algo grave al ser un defecto que deforma el rostro de su bebé. En cambio, los niños con paladar hendido suelen padecer más infecciones del oído, dolencia que de volverse crónica podría afectar permanentemente al oído medio, por lo que es necesario un chequeo constante con un otorrinolaringólogo.
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Todavía no queda claro qué causa estas condiciones, pero se habla de una mezcla de factores ambientales y genéticos, ya sea por mutaciones o por interacciones complicadas con otros genes. Y aunque hacen falta continuar con los estudios, se ha establecido una relación entre estos problemas congénitos, el consumo de tabaco y la deficiencia de ácido fólico.
AG