Constantemente estamos expuestos a sustancias químicas sintéticas: a través de los medicamentos, productos para el hogar y cuidado personal, contaminantes ambientales y sí, también de los alimentos.
No todas implican un riesgo para la salud, sin embargo, se ha encontrado que un gran número de ellas están relacionadas con enfermedades no transmisibles.
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En el caso de los alimentos, muchas veces el riesgo se encuentra en el entorno que los envuelve: envases, el proceso de fabricación, equipos de procesamiento, todo contribuye a la carga química a la que quedan expuestas las personas al comer un bocado.
Según un estudio publicado recientemente, estas sustancias químicas entran en contacto con alimentos y migran desde diferentes materiales que luego terminan dentro del cuerpo.
El artículo disponible en la Revista de ciencia de la exposición y epidemiología ambiental señala que hay evidencia de que, de las más de 14 mil sustancias químicas conocidas en los alimentos, un total de 3 mil 601 (o 25%) han llegado al cuerpo humano.
“Es probable que las personas estén expuestas a más de los que se informan aquí [en el estudio], ya que solo buscamos en la literatura científica un pequeño subconjunto de sustancias químicas”, comentan los investigadores.
Pese a que no todas representan un riesgo, algunas de ellas están relacionadas con graves daños a la salud. Los datos están disponibles en una herramienta interactiva diseñada por Food Packaging Forum, una fundación sin fines de lucro con sede en Suiza.
“Muchas de las sustancias químicas halladas en alimentos son motivo de preocupación para la salud humana porque tienen propiedades peligrosas como carcinogenicidad, mutagenicidad y reprotoxicidad (CMR), propiedades de alteración endocrina, potencial de bioacumulación y/o persistencia”, detallan.
Para la investigación los expertos consultaron bases de datos de diferentes países en las que se recopila información de muestras de sangre, orina, cabello y leche materna de personas de diferente etnia, edad y/o sexo.
En dichas muestras, especialmente en las de sangre, se identificaron las más de 3 mil sustancias químicas. De acuerdo con lo concluido por el estudio, 105 de ellas son de gran preocupación “debido a sus propiedades peligrosas”.
A la par, detectaron “numerosas lagunas de datos relacionadas con los peligros y los riesgos para la salud humana”, es decir pese a haber sido encontradas en los alimentos, hay un gran número de sustancias que aún no han sido investigadas lo suficiente, por lo que no hay datos de los posibles riesgos que conlleva su ingesta.
Viejos conocidos y otros por conocer
Entre el listado de sustancias identificadas se hallaron algunas que desde hace tiempo habían levantado alerta como el bisfenol A (BPA) y varios ftalatos.
Aunque su nombre no suene familiar el BPA ya ha sido prohibido en algunas aplicaciones de contacto con alimentos, como los biberones debido a los efectos que tiene en la salud.
Además, se detectaron otras sustancias como bisfenoles (plásticos), PFAS (agentes químicos sintéticos), ftalatos (químicos derivados del plástico), metales y compuestos orgánicos volátiles. Existe evidencia de que muchas de estas sustancias afectan órganos, la función hormonal e incluso pueden llegar a ser cancerígenos.
Si bien hay una larga lista de fuentes de exposición, la investigación “ayuda a establecer el vínculo entre las sustancias químicas en contacto con los alimentos y la exposición humana”, afirma la autora principal Birgit Geueke en un artículo de Food Packaging Forum.
A la par, el reporte respalda la investigación sobre materiales más seguros en contacto con los alimentos y destaca las sustancias químicas que muchas veces se pasan por alto en los estudios.
¿Cómo llegan a los alimentos?
En un estudio previo realizado por el mismo grupo de científicos se encontró que los alimentos y bebidas quedan expuestos en más de un momento de su producción.
Ya sea en el procesamiento, envasado, transporte, almacenamiento, cocción o servicio. Algunos de los químicos se encuentran directamente en “plásticos, papel, vidrio, metal, adhesivos o tintas de impresión, solos o en combinación, para producir artículos en contacto con alimentos”, como explican en el artículo lanzado en 2021 y que sirvió como punto de partida para su último estudio.
Los artículos de servicio de alimentos (por ejemplo, cubiertos), así como los equipos de procesamiento de alimentos (por ejemplo, cintas transportadoras) o los recipientes de transporte también suman a una proporción significativa de las sustancias químicas halladas.
Maricel Maffini, una de las autoras que participó en ambas investigaciones, recientemente lanzó una ácida crítica a los marcos regulatorios de producción en Estados Unidos. En colaboración con Laura N. Vandenberg, investigadora de la Facultad de Salud Pública y Ciencias de la Salud, Universidad de Massachusetts, la especialista criticó una supuesta falta de actualización.
El texto publicado en la revista científica Frontiers plantea que los “métodos actuales de identificación de peligros” supervisados por agencias como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Agencia de Protección Ambiental , “se basan en principios y expectativas obsoletos”, lo que podría poner en riesgo la salud pública
Lo planteado por ambas científicas se da en el marco de la próxima audiencia pública organizada por la FDA, en la que se planteará la mejora de su evaluación de las sustancias químicas que se encuentran en los alimentos.
Aunque la discusión se ha limitado a territorio estadounidense, el reporte reciente podría ser un referente para conocer más sobre el posible impacto que tienen algunas sustancias químicas halladas en los alimentos durante y que probablemente llegaron a ellos el alguno de los procesos de producción.
LHM