Todos hemos jugado alguna vez a la lotería, al cubilete o las serpientes escaleras; sin embargo, hoy también se sabe que hay algunos comportamientos asociados a los juegos que pueden implicar consecuencias negativas, una de ellas, la ludopatía.
Es el caso de la ludopatía, un desorden que ha sido reclasificado bajo el rubro de “adicción y trastornos relacionados”; también se define como un patrón de conducta que puede variar del juego problemático, al patológico.
Implica una serie de comportamientos característicos que pueden considerarse de riesgo. Entre esas conductas, se encuentra no poder contener el impulso a jugar.
“Es muy similar a los síntomas que observamos en la dependencia a sustancias: quiero dejar de hacerlo, pero no puedo; conozco las consecuencias de mi problema y aún así no puedo parar; no puedo contenerme y no tengo la capacidad de controlarme”.
También se presenta un síndrome de abstinencia, ansiedad por jugar y apostar, y características de tolerancia, donde cada vez es necesario invertir más tiempo o más dinero en esa actividad, para tener la misma sensación del principio.
México no cuenta con estadísticas oficiales relacionadas con este fenómeno. No obstante, se ha vuelto un tema de interés científico por la gran apertura de casas de juego en los últimos años, lo que favorece la conducta patológica.
Algunos estudios señalan, por ejemplo, que muchos de los usuarios que consumen drogas tienen complicaciones por las apuestas, y de los jugadores patológicos, el 50 por ciento tiene problema con el consumo de sustancias.
Análisis demuestran alteraciones en el cerebro de los ludópatas. Algunos jugadores patológicos tienen menores niveles de norepinefrina que los normales, y se registran deficiencias de serotonina, que también pueden contribuir a una conducta compulsiva. A ello podrían sumarse una predisposición genética y factores sociales.
bgpa