Daniela fue convocada este miércoles para recibir el refuerzo de la vacuna contra la covid. Se registró el domingo en la plataforma habilitada para tal fin y por ese mismo medio recibió la confirmación. Debía presentarse a las 9 de la mañana en las instalaciones del CBTIS 222, allá por el bulevar Felipe Ángeles. Algunos de sus colegas tuvieron que ir a otras sedes y mantenía contacto con ellos a través de los servicios de mensajería en su móvil y todos coincidían. Había centenares de personas esperando.
Estaba un poco nerviosa porque recién había padecido una molestia más o menos severa en la garganta y sentía cierto temor ante la posibilidad de haberse contagiado, lo que afortunadamente no sucedió o al menos eso le dijeron en el hospital Corona del Rosal, lugar al que acudió hace días para rechazar tal posibilidad. Al llegar registraron su temperatura y tomaron sus signos vitales, le escucharon hablar sobre los síntomas y molestias que enfrentaba.
La enfermera que le atendió, quien hacía las veces de primer filtro, la canalizó con una doctora malhumorada que le diagnosticó una simple infección. Eso sí, le dijo que si tenía Seguro Social no podía atenderla y, luego de proporcionarle una receta con diversos medicamentos, si su cuadro empeoraba debía asistir a su clínica a recibir atención médica.
Hoy, en su turno para recibir el refuerzo contra la covid-19, llegó después de las 8 de la mañana. Para las 10 de la mañana, cuenta, ya había varios centenares de maestros esperando, posiblemente más de 500. La fila avanzaba a un ritmo constante y sin mayores contratiempos. Dos horas después de su arribo al sitio por fin tocó su turno para acceder al registro en aula. Ahí ya había sitios para sentarse y llenar la documentación correspondiente.
Todo avanzaba de forma normal. Desechó la idea de ser rechazada por la infección que recién había dejado atrás, ya solo sentía un poco de irritación en la garganta y la inflamación en sus amígdalas había cedido casi al punto de desaparecer por completo gracias a los antibióticos.
Esperaba en el lugar que le habían asignado con los documentos al alcance. Tenía hambre. Este miércoles se levantó un poco más tarde de lo normal y no le dio tiempo de preparar algo de comer, vamos, ni siquiera pudo tomar su tradicional café.
Para distraer las exigencias corporales observaba con detenimiento el lugar. Fue entonces cuando cayó en la cuenta: había muchas más mujeres que hombres esperando ser inoculados. Eso sí, todos portando cubrebocas aunque el asunto de la sana distancia solo eran buenos deseos ante la cantidad de docentes reunidos en el sitio.
Así pasaban sus minutos hasta que, a las 10:43, alguna de las personas responsables del sitio anunció que el proceso de vacunación se detenía “por un problema con las jeringas” y que en breve les darían mayor información. Se escucharon suspiros y profunda molestia entre los asistentes…
Luego de 15 minutos se reanudaron las actividades.
A las 11:36 de la mañana respiró tranquila. A esa hora le aplicaron la vacuna, la dosis de Moderna.
Sin ganas de socializar
Es profesora de una de las múltiples instituciones de educación superior existentes en Pachuca. Acudió a recibir la dosis de refuerzo con la documentación correspondiente, en la que había un código QR que validaba su registro y la hora en que debía asistir y eso es importante, dice, porque así se evitan las aglomeraciones, pues cada uno sabe y conoce el horario y sede adecuadas.
Daniela sí confía en las vacunas y afirma sentirse mucho más confiada ahora con la aplicación del refuerzo, pero ese no es motivo para desatender las recomendaciones del sector salud. Es importante continuar con el uso de mascarilla y mantener la sana distancia, dice, así como evitar lugares concurridos e incluso salir si no hay necesidad de ello.
Lo cierto es que con respecto a la vez anterior, en que recibió la dosis de CanSino, en esta ocasión el procedimiento fue un poco más ágil y fue evidente que había mucho menos personal del sector, especialmente en el área de observación, donde esta vez nadie les orientaba en torno al tiempo de espera o las posibles reacciones a la nueva inoculación.
Otra de las diferencias fue, confirmó, que había mucho más mujeres que hombres, aunque desconoce la razón, y también que no había los clásicos grupos intercambiando puntos de vista o comentando lo sucedido, “como que esta vez nadie tenía ganas de socializar”.
En su trabajo han decidido mantener el formato híbrido para continuar con la preparación del alumnado. Solo llegan a acudir quienes tienen necesidad de usar algún laboratorio o cumplir con alguna actividad necesariamente presencial para su preparación, por supuesto, previa reserva del sitio y en grupos de 14 o 15 estudiantes. Este formato ha sido bien aceptado pues les da oportunidad de aprovechar de mejor forma el tiempo en casa y hacer otras actividades. En marzo cumplirá dos años trabajando desde casa.
“Haber recibido este refuerzo me hace sentirme más protegida y estoy consciente de que puede disminuir la posibilidad o, de darse, la intensidad de un contagio. Creo que es una buena medida, aunque a decir verdad, a veces extraño la convivencia con los alumnos….”.