Logran reconstruir columna colapsada por tuberculosis en IMSS en Nuevo León

Este hospital realiza 500 intervenciones de columna al año, de las cuales sólo 50 son reconstrucciones, pero el caso de don Rodolfo fue un verdadero desafío.

Los cirujanos trabajaron de manera sincronizada por ocho horas en el procedimiento. | Especial
Blanca Valadez
Ciudad de México /

Una tuberculosis destrozó la columna de Rodolfo León Rodríguez, chofer y trabajador de mantenimiento, que lo dejó siete años con intenso dolor y seis meses de permanecer postrado en cama.

En el 2015, el paciente de 55 años, originario de Matamoros, Tamaulipas, presentó molestias de espalda a causa de una infección que se controló con medicamento.

Para 2019, el dolor volvió más intenso en la región lumbar, acompañado de sensaciones de choques eléctricos en las piernas y debilidad muscular, para entonces ya requería de muletas.

El servicio de Patología del hospital realizó estudios que arrojaron como diagnóstico de tuberculosis vertebral, llamado Mal de Pott, el cual había ya había destruido el 60 por ciento de su columna.

En la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE), del Hospital de Traumatología y Ortopedia 21, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Nuevo León, reconstruyó la columna destrozada a causa de una tuberculosis vertebral.

El jefe del Departamento Clínico de Columna en la UMAE 21, Joel León Ruiz, explicó que la pandemia retrasó la cirugía y ésta se programó para el 18 de marzo de 2022, donde se colocó ocho tornillos, dos barras, un travesaño y una estructura hecha con pequeños cuadritos de hueso, extraídos de la cadera del paciente, para reconstruir la columna destrozada en 60 por ciento.

El médico a cargo de la cirugía, Abraham Isáis Gómez, especialista en Traumatología y Ortopedia con subespecialidad en Columna Vertebral, señaló que la intervención fue un desafío, ya que se encontró con una columna colapsada, una masa amorfa que contenía huesos destruidos, ligamentos, nervios y músculos fuera de su lugar.

“Fue como si hubiera explotado una bomba y tienes todos los pedazos por todas partes”, explicó Isáis Gómez, quien estuvo acompañado por sus colegas, José Pablo Rodríguez López y Othoniel Cruz Jiménez.

La deformación anatómica impidió a los cirujanos llegar a la columna en forma habitual. Con dificultad descubrieron la zona y determinaron con exactitud dónde colocarían los tornillos y los injertos de hueso extraídos de la columna del paciente.

Los cirujanos trabajaron de manera sincronizada por ocho horas en una minuciosa técnica ortopédica que consiste en elaborar pequeños cuadritos de hueso, llamados “chips”, para darles forma y reconstruir la columna, hasta que quedó lista.

Una vez que la nueva estructura se colocó en la zona destruida, junto con los ocho tornillos, dos barras y un travesaño, procedieron a la complicada descompresión, en la que con sumo cuidado tuvieron que retirar pedazos de hueso, ligamentos y fibrosis que comprimían y dañaban los nervios. Además, eliminaron las cicatrices que había dejado la tuberculosis.

Al concluir la cirugía, para los médicos fue sorprendente la recuperación del paciente, quien a los cuatro días abandonó el hospital para volver a casa.

“Yo salí tan bien que no sabía si me habían hecho cirugía, porque no sentía ningún dolor, nada, hasta le dije a mi esposa: ‘revísame la espalda’”, compartió el paciente.

Don Rodolfo recuerda que cada dos meses viajaba de Matamoros a Monterrey para su tratamiento contra la tuberculosis. Inicialmente llegaba al hospital en muletas, posteriormente en silla de ruedas y finalmente en camilla. “Intentaba levantarme, pero ya no podía, tardaba una hora y media”, recordó.

El paciente agradeció a Jesús Domínguez los dos años que lo atendió en el proceso de su enfermedad, en el consultorio 13 del mismo hospital.

“Me hicieron una hermosa cirugía, son una maravilla, me regresaron mi salud, la felicidad volvió a mi vida porque recuperé la libertad y no sólo cumplí mi sueño de caminar, también volví a conducir y pasear en bicicleta”, expresó sonriente.

Para Isáis Gómez no importó el cansancio de ocho horas continuas en el quirófano, “lo más gratificante es ver que el paciente vuelva a levantarse, a caminar y recibir las gracias, eso no tiene precio”, compartió con emoción.

“El IMSS tiene la capacidad de hacer cosas maravillosas. Trabajar en la emblemática UMAE 21, que está por cumplir 70 años, es un gran orgullo, seguiremos haciendo casos exitosos para engrandecer su historia”, afirmó Gómez.

Este hospital realiza 500 intervenciones de columna al año, de las cuales sólo 50 son reconstrucciones, pero el caso de don Rodolfo fue para los médicos un verdadero desafío que enfrentaron con éxito.


LP

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