Las temperaturas máximas que se presentan entre los meses de abril y junio, en el área metropolitana de Guadalajara, son cada vez más mortales. Un estudio de la maestría en ciencias de la salud ambiental de la UdeG, realizado por Laura Elena Estrella Rodríguez, analiza los años 200-2014, y arroja conclusiones para preocuparse.
“En las zonas urbanas, las proyecciones indican que el cambio climático hará que aumenten los riesgos para las personas, ya que se suma el cambio climático más el efecto de isla de calor y el uso de automóviles en cuyo interior se incrementa la probabilidad de sufrir un golpe de calor […] las áreas urbanas son más calientes que las zonas rurales cercanas. Las ciudades pueden ser hasta diez grados más calientes que las zonas rurales próximas y puede mantener las temperaturas más cálidas durante toda la noche”, explica.
“Concreto y asfalto en las ciudades absorben y retienen el calor. Los edificios altos reducen potencialmente enfriamiento. Los entornos urbanos pueden carecer de árboles y otros tipos vegetación que proporcionan sombra y aumentan la refrigeración por evaporación. Como resultado, los habitantes de las ciudades pueden experimentar mayor duración y gravedad a los períodos de calor extremo en comparación con los habitantes de zonas rurales o suburbanas”, señala la tesis “Variabilidad climática y extremos de temperatura: efectos en la mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio, Guadalajara, Jalisco 2000-2014”, publicada en 2017.
“La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha determinado los años 2014, 2015 y 2016 como los más calurosos de los que se tenga registro, lo que se sitúa en una tendencia al calentamiento continua; 14 de los 15 años más cálidos se han dado en este siglo XXI […] Los cambios de magnitud y frecuencia de las olas de calor han ocasionado grandes impactos sobre la salud de las poblaciones. Estudios recientes han analizado los efectos en la salud derivados de la exposición durante largo tiempo a altas temperaturas. Tal es el caso de los denominados golpes de calor, que se trata de la alteración más grave de la regulación térmica corporal (ocurre cuando la temperatura corporal rebasa 40 grados centígrados) y cuya relación con los incrementos de morbimortalidad se ha confirmado”.
Por si fuera poco, “Las temperaturas altas en las ciudades provocan además un aumento de los niveles de ozono y de otros contaminantes del aire que agravan las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Según cifras de la OMS (2013), la contaminación atmosférica urbana causa aproximadamente 1.2 millones de defunciones cada año”.
Más detalles
La media anual de la temperatura del aire en una ciudad de más de un millón de habitantes “puede ser de 1-3 grados más caliente que sus alrededores. En la tarde, la diferencia puede ser hasta de 12°C. Las islas de calor pueden afectar comunidades durante los picos de verano con una mayor demanda de energía, costo de aire acondicionado, contaminación de aire y emisiones de gases efecto invernadero, enfermedades y mortalidad relacionadas con calor y calidad del agua”.
El patrón espacial clásico de la isla térmica urbana “es concéntrico (EPA, 2009), o en forma de domo si observáramos una sección transversal de la ciudad, con más altas temperaturas en las áreas más céntricas o densamente construidas, que descienden progresivamente hacia la periferia. Este patrón o gradiente térmico, se asocia a una progresiva pérdida del entorno vegetal natural, intra y peri urbano, substituyéndolo por superficies impermeables, como el concreto, asfalto, ladrillo y otros materiales de construcción, que alteran el balance hídrico y radiativo superficial, lo que induce, en consecuencia, a un aumento de la temperatura en las áreas urbanas”, añade.
Se asocian altas temperaturas “con los siguientes síntomas y enfermedades del sistema circulatorio: síndromes de calor, calambres por calor, agotamiento por calor, golpe de calor, hipertermia maligna […] otros estudios han encontrado una asociación de uno a cuatro días del calor con la mortalidad por causas orgánicas, incluso en grupos poblacionales de edad no ancianos, como el de 45 a 65 años”.
Los episodios “se han asociado con incrementos en la mortalidad, más notoria en la mortalidad por causas cardiovasculares, cerebrovasculares y respiratorias. Los síndromes más frecuentemente asociados son el agotamiento de calor y el golpe de calor”.
Los periodos de calor están sufriendo algunos cambios en el municipio de Guadalajara, “junio se viene a sumar a los meses de abril y mayo, presentando las mayores temperaturas del periodo de calor, y también donde se observaron los mayores aumentos en el periodo de estudio. Las temperaturas a partir de los 33 grados y de condición más crítica a partir de los 36 […] se consideran temperaturas de riesgo para la salud y de manera específica lo denota su relación con la mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio”.
Las islas de calor pueden durar desde unas horas, hasta 21 días, de acuerdo al registro 200-2014 que hizo la investigadora.
Claves
Dos datos
“Dentro del periodo 2000 al 2014 se analizaron las olas de calor encontrando que los años de calor crítico fueron 2001 y 2003 donde se registra la mayor temperatura alcanzada de 37.5 grados centígrados, y en el año 2002 se registra la mayor duración en días, con 27 días, del 17 de abril al 13 de mayo. En el año 2003 se registra el mayor número de eventos de olas de calor, además de iniciar dichos eventos a principios del mes de marzo de manera anormal a los años anteriores, siendo este año uno de los más calurosos”
No mejoran las cosas en los años más recientes: “en mayo del pasado año se registró 37.3 grados el día 21 de mayo en la estación del Cerro del Cuatro; este año, la mayor fue 36.9 grados el domingo pasado [27 de mayo] en la estación Belenes”, dijo a MILENIO JALISCO (edición del 30 de mayo) el meteorólogo Ángel Meulenert .
SRN