En enero de 2020 comenzaría en Jalisco una era libre de bolsas de plástico en tiendas y supermercados y los popotes desechables también se convertirían en cosa del pasado. Por aquellos días se informó que el consumo de estos objetos había bajado 30 por ciento. Hoy, a más de cuatro meses de que comenzó la pandemia de coronavirus, tanto los establecimientos como los ciudadanos olvidaron la prohibición y la reducción en el consumo solo es 10 por ciento menor, con respecto al año pasado.
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De acuerdo con René Solinís, académico de Ingeniería Ambiental del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), la presencia del virus del SARS-CoV-2 en los hospitales hace que todos los residuos biológicos se vuelven peligrosos para quienes los manejan, por lo que el uso de guantes, máscaras, visores y hasta batas desechables aumentó. En los restaurantes también se utilizan más bolsas y recipientes de plástico para transportar la comida.
Información proporcionada por el Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) de Jalisco, describe que en la entidad hay 857 empresas dedicadas a la elaboración de productos de plástico y de hule, de las cuales 430, el 50.2 por ciento, son micro (que tienen de cero a 10 empleados); 292, el 34.1 por ciento, son pequeñas (que tienen de 11 a 50 empleados); 112, el 13.1 por ciento, son medianas (que tienen de 51 a 250 empleados); y 23, el 2.7 por ciento son grandes (que tienen más de 250 empleados).
El experto en medio ambiente resaltó la importancia de aplicar la ley, sobre todo en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), en donde está más concentrada la población y donde actualmente se generan más de 5 millones de kilos al día de desechos, de los que al menos el 10 por ciento son residuos plásticos, que corresponden a casi 800 toneladas de objetos que no se pueden reciclar: “Lo primero que hay que hacer es aplicar la separación y aplicarse. Si no al cien por ciento, al menos en un 60 o 70 por ciento. Los municipios tienen que trabajar en eso. También para que tengan un valor económico y los recicladores se interesen en trabajar este material”.
Hay seis tipos de plástico que se utilizan en la vida cotidiana. Uno de ellos es el polietileno de baja densidad, conocido como “plástico película”, que es el de las bolsas y es muy complicado reciclarlo: “En primer lugar porque está sucio. Se tendría que separar y limpiar, pero como es muy delgadito se pierde mucho al tratar de calentarlo y volverlo a utilizar. Por otro lado, si llega a un relleno sanitario, el plástico tiene la cualidad de que aunque se aplaste, se vuelve a levantar. En la operación de un relleno sanitario le llaman ‘rebote’, es decir, que no se puede compactar”.
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Si el relleno sanitario no se tapa correctamente, el aire se lleva las bolsas volando: “Ese no es un problema tan importante. El principal problema es que llegue a regiones donde hay animales, que estos se los coman las aves y los peces, y que se mueran por intoxicación. En los océanos hay islas de microplásticos, que son peores, porque hasta los peces más chiquitos lo ingieren”.
La mayor complicación con las bolsas que son de polietileno de baja densidad es que sea ingerido. Como pesa muy poco, no tiene un valor económico importante, por lo que no les interesa a los recicladores dedicarse a eso. Mejor se dedican a los metales o a los plásticos más pesados, como el pet o el polipropileno.
La actividad primordial dentro en la industria de este material en Jalisco es la fabricación de bolsas y películas de plástico flexible, que concentra 162 establecimientos (18.9 por ciento), seguida de la elaboración de envases y contenedores de plástico para embalaje, con y sin reforzamiento, con 124 (14.5 por ciento); y la manufactura de otros productos de plástico de uso industrial sin reforzamiento, con 110 industrias (12.8 por ciento).
Para René Solinís, en Jalisco, hace falta mucho más cultura en la gente y entre quienes dirigen los municipios y el estado: “Se han establecido puntos limpios en donde los residuos sí se recogen en forma separada, pero hay muchos que los vuelven a mezclar y se pierde esa primera separación, que es básica para el proceso del reciclado y para que se recuperes su valor económico”.
Todos los plásticos, pero sobre todo el “plástico película”, que es el material de las bolsas, es el más difícil de reciclar, lo que afecta en gran medida a los animales: “Las vacas, si se tragan el plástico, se les atora en alguno de sus estómagos, eso impide que tengan hambre, no comen y se van muriendo. Es un problema que muy pocos ven”. Existen reportes recientes de que en el mar hay microplásticos de hasta cinco milímetros en playas de Jalisco y Colima que envenenan a mejillones, mantarrayas y otros seres que los humanos acostumbran a comer.
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Durante abril de 2020, el valor de la producción de plástico fue de mil 472.94 millones de pesos, mientras que el valor de las ventas fue de mil 482.15 millones de pesos, esto representa una variación anual de -31.77 por ciento y -29.70 por ciento, respectivamente, ya que en abril de 2019 el valor de la producción fue de dos mil 159.87 y de las ventas 2 mil 108.45 millones de pesos.
En este mismo mes, el personal ocupado total fue de 22 mil 771 personas, con una reducción de 2.41 por ciento, respecto al mes inmediato anterior y 2.67 por ciento, respecto al mismo mes del año anterior. Las horas trabajadas por el personal ocupado se redujeron 36.86 por ciento, en relación al mes inmediato anterior y 23.72 por ciento respecto abril de 2019.
En todo el país, de acuerdo con datos de Greenpeace México, hay un promedio de 650 bolsas de plástico utilizadas por una persona al año. Estas tienen una vida útil de 12 minutos.
El 27 de septiembre de 2018, el Congreso de Jalisco aprobó los cambios a la Ley Estatal de Equilibrio Ecológico para sustituir en forma gradual el uso, producción y comercialización de bolsas plástico y popotes, por productos similares, hechos con materiales biodegradables.
SRN