Mitos, leyendas pasadas y presentes en torno a los eclipses

El conocimiento de eclipses, su periodicidad y el cálculo para predecirlos se remonta al 1062 a.C., ya desde entonces se asociaban con riesgos o amenazas.

Misterio de los eclipses, de la antigüedad a los mitos modernos
“Eclipses” proviene del griego ékleipsis que quiere decir “desaparición”. (Rolando Riestra)
Lilia Ovalle
Torreón, Coahuila. /

En su base de datos sobre iconografía medieval, la Universidad Complutense de Madrid refiere que Azucena Hernández Pérez en su texto Eclipses, determina que el término proviene del griego ékleipsis que quiere decir “desaparición”. 

De esta forma, apuntó la investigadora, un eclipse es la ocultación de un cuerpo celeste por otro, observado desde un punto situado en la superficie de la tierra. 

Durante la antigüedad, en la Edad Media y hasta la invención del telescopio en el siglo XVII, los únicos eclipses que pudo observar el ser humano fueron los de sol y los de luna

“El conocimiento de la dinámica de los eclipses, su periodicidad y el cálculo para predecirlos se remonta a la astronomía babilonia (1062 a.C.) y ya desde entonces se asociaron los eclipses con riesgos o amenazas al devenir de la vida de los hombres, a pesar de que las élites intelectuales comprendían ese fenómeno astronómico periódico y carente de daños”, refiere el texto. 

Esta investigadora estableció que en la Edad Media, las ilustraciones sobre los eclipses se incorporaron tanto a los textos sobre astronomía como a las enciclopedias generales del saber; a los tratados sobre la medida del tiempo y a los calendarios

Todas las ilustraciones responden al mismo patrón: se dibuja el alineamiento de la tierra, el sol y la luna, en el orden correcto según que el eclipse sea de sol o de luna, destacando los conos de sombra para apoyar visualmente la explicación textual. 

Astrónomos precolombinos

Por su parte, en América los mayas (200-800 a. C) y los aztecas (1000-1500 d. C) fueron grandes astrónomos, pues además de los calendarios, lograron predecir los eclipses con exactitud.

En el libro VII del Códice Florentino, de Fray Bernardino de Sahagún en Historia General de las cosas de Nueva España, destacó el terror que generaban los eclipses entre los aztecas.

“Cuando el sol comenzaba a desaparecer, los débiles y los cautivos eran sacrificados para ofrecer su sangre, y en todos los templos había cantos y gritos de guerra. Se temía que el sol muriera y el mundo quedara en tinieblas para siempre. Los demonios de la oscuridad vendrían y se comerían a los hombres. Cuando la luna era eclipsada con su cara oscura y cenicienta, las mujeres temían que sus hijos por nacer se convirtieran en ratones”. 

Como parte de un estímulo recibido en la Convocatoria de Apoyo a Proyectos de Comunicación de la Ciencia 2018, el Planetario Torreón editó una guía llamada Cultura Astronómica 2024, donde se refiere la historia anterior. Pero además pone énfasis en los mitos modernos. 

“Observar el sol sin ninguna protección causa daños muy severos a la vista, incluso, ciertamente, puede dejarnos ciegos, sin importar si hay eclipse o no. Curiosamente cuando el sol está eclipsado causa menos daños a nuestros ojos que cuando no lo está. Sin embargo, nunca debemos observar el sol sin la protección correcta.”. 

¿Cuáles mitos hay?

Sobre los mitos modernos, refiere esta guía que desde hace muchos años se ha creído que durante los eclipses lunares, las mujeres embarazadas debían colocarse una faja o un listón rojo en el vientre, ya que de no hacerlo podría provocar malformaciones en sus hijos. Esta creencia nació en la época de los aztecas, y no existen pruebas sobre daños a los bebés no natos.

Un corazón eclipsado desde la literatura

“El Eclipse” de Augusto Monterroso, es un cuento particular que ubica en la conquista de América a un sacerdote español que se pierde en Guatemala. Tras despertar de un leve sueño se ve rodeado de indígenas que amenazan con sacrificarlo. El padre, que ya había convivido por años con ellos, sabía que habría un eclipse total de sol y comienza a amenazarlos, de tal suerte que si lo matan, les asegura que a cambio les dará la oscuridad. 

Los indígenas hablaron entre sí. Dos horas después el corazón de Bartolomé chorreaba su sangre sobre la piedra de sacrificios mientras un hombre recitaba las fechas en que se producirían eclipses que los mayas habían previsto, de tal suerte que esta historia ilustra la relevancia de los fenómenos astronómicos en las culturas prehispánicas. 

EGO


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