Algunas especies de ratón, como los ratones de Oldfield, no solo son monógamos sino que además se involucran mucho en la crianza de su prole. Pero no todos son así, otras especies son muy promiscuas. La diferencia podría estar en una célula generadora de hormonas.
El hallazgo, descrito este martes en la revista Nature, y ha sido realizada por científicos del Instituto Zuckerman de la Universidad de Columbia.
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¿Las células determinan nuestras relaciones?
"La hormona de estas células se descubrió por primera vez en los seres humanos hace muchas décadas, pero nadie sabía realmente lo que hacía", comenta Andrés Bendesky, investigador principal en el Instituto Zuckerman de Columbia.
Ahora "hemos descubierto que puede promover la crianza en ratones, lo que nos da una idea de lo que podría estar haciendo en los seres humanos".
El estudio investigó dos especies de ratón: el ratón ciervo (Peromyscus maniculatus), el más abundante de Norteamérica, que pesa unos dieciocho gramos, habita desde Alaska hasta Centroamérica y es promiscuo, y ratón Oldfield o ratón de campo (Peromyscus polionotus), que vive entre Florida y Georgia, pesa unos 13 gramos y conserva la misma pareja toda la vida.
Para averiguar por qué ambas especies se comportan de forma tan diferente, el equipo examinó sus glándulas suprarrenales, un par de órganos situados en el abdomen que producen hormonas importantes para el comportamiento, como la adrenalina o algunas hormonas sexuales.
El tamaño de las glándulas suprarrenales de estos ratones resultó sorprendentemente diferente: en la edad adulta, las de los ratones monógamos son aproximadamente seis veces más pesadas que las de los ratones promiscuos (una vez ajustadas las diferencias de peso corporal entre las especies).
Además, el análisis genético de las células suprarrenales reveló que un gen, el Akr1c18, tenía mucha más actividad en los ratones monógamos que en los roedores promiscuos. La enzima que codifica este gen ayuda a crear una hormona poco estudiada conocida como 20⍺-OHP, que también se encuentra en humanos y otros mamíferos.
El equipo observó que el aumento de la hormona 20⍺-OHP potenciaba el comportamiento de crianza en ambas especies de ratones. Por ejemplo, el 17% de los ratones promiscuos a los que se administró la hormona acicaló a sus crías y las llevó a sus nidos, un comportamiento inexistente si no se les administraba la hormona.
"Es la primera vez que encontramos algo que podría aumentar el cuidado parental en el grupo promiscuo", destaca Bendesky
La zona inaudita
Normalmente, estas glándulas se dividen en tres zonas pero los científicos descubrieron que las suprarrenales de los ratones monógamos poseían una cuarta zona, que fue llamada 'zona inaudita', "porque nadie había observado nunca este tipo de célula en otro animal", apunta Natalie Niepoth, coautora del estudio.
En las células de la zona inaudita, los investigadores descubrieron que 194 genes, incluido el Akr1c18, eran mucho más activos que los mismos genes en otras células suprarrenales. Sus análisis también identificaron genes clave para el desarrollo y la función de la zona inaudita en los ratones Oldfield.
Además, el equipo calculó que esta estructura -hasta entonces desconocida- evolucionó en los últimos 20.000 años, "un abrir y cerrar de ojos en lo que a evolución se refiere", asegura Bendesky.
Aunque queda mucho por saber sobre las causas de la evolución del comportamiento monógamo, un argumento sugiere que la monogamia puede aumentar las posibilidades de que los padres cooperen para cuidar de sus crías, ya que los padres tienen más confianza en que las crías son suyas.
Niepoth cree que los nuevos hallazgos podrían aportar información sobre el comportamiento y los problemas de crianza en los seres humanos como la depresión posparto, por ejemplo.
APA