Delincuencia e intento de suicidio: testimonios de adictas a la metanfetamina

Mujeres que han experimentado con este tipo de drogas cuentan sus experiencias y prometen continuar con su proceso de rehabilitación.

El Centro de Rehabilitación para la Mujer ofrece una intervención integral. | Foto: especial
Blanca Valadez
Ciudad de México /

La metanfetamina o cristal es la droga de mayor impacto y de consumo problemático en México, propició que Mildred, de 20 años, intentará suicidarse tres veces. Una vez se quiso lanzar de la azotea y, en las dos siguientes, optó por tomar un cúter y cortarse las venas, “me quería morir”.

Sus brazos tienen las huellas de las lesiones y las suturas médicas de emergencia, en su memoria la imagen de aquella niña de 15 años que comenzó a inhalar, tragar y tomar cristal junto con otras sustancias, porque vomitar el alimento ingerido no le resultaba efectivo para bajar de peso. 

Logró bajar 10 kilos y, con ello, aparecieron las alucinaciones por no poder dormir y a presentar arritmias. “Cuando empecé a consumir mucho, veía sombras y me alteraba, como gente que pasaba a mi lado, las veía de reojo, me espantaban. Yo sentía que todo el mundo hablaba mal de mí, en especial mis familiares”.

La joven se encuentra, actualmente, en el Centro de Rehabilitación para la Mujer donde lleva casi seis meses limpia. Su familia optó por ingresarla ante los intentos e ideas suicidas, constantes robos para conseguir cristal, por el cual pagaba mil pesos diarios.

“Cuando empecé a consumir mucho, veía sombras y me alteraba"Mildred, de 20 años . | Foto: especial
“Robé mucho a mis familiares, vendía mis cosas o mi ropa. Llegué a ser dealer, pero no era muy buena idea porque me consumía lo que vendía”, explicó la joven quien mantenía

En ese centro se encuentra también Valentina, de 15 años, quien consumió por más de un año cristal, mezclado con alcohol. Su motivación, reducir el dolor de la orfandad. “Tengo heridas de abandono por parte de mi mamá y de mi papá. Quería evitar el dolor que yo sentía por el bullying que me hacían en la escuela por no tener una mamá presente”.

Al principio la droga la invadía de placer, de energía, pero al final se convirtió en una obsesión que la llevó a gastar 50 mil pesos al mes por la droga. Actualmente, tiene destruido parte del tabique nasal.

Para conseguir el dinero convirtió en adictos a sus amigos y compañeros de la escuela, se presenta en parques, fiestas y eventos. “Yo los inducía, primero, a tomar una cerveza; tomármela con ellos. Y al final sacarles la sustancia y ofrecérselas… era la forma en la que yo conseguía que consumieran y de ahí, claro, se te despierta esa sensación y querían más. Entonces para mí era más fácil moverla, llegue a vender hasta 25 gramos diarios”.

Valentina se dio cuenta de que en cuestión de meses bajó de peso, su piel se tornó amarilla, presentaba ojeras profundas y dolor intenso de cabeza. “Llegue a inhalar a la semana cuatro gramos de cristal”.

Aunque sufrió abandono, en una ocasión, su propia madre se acercó y le pidió que se internara. Lleva tres meses en la clínica y aún sufre el síndrome de abstinencia, sobre todo, ataques de ansiedad, tiene ganas de “salir corriendo; me siento encerrada y de seguir consumiendo, pero me mantendré aquí el tiempo que sea necesario”.

Estadísticas de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) reportan que el consumo de metanfetaminas se elevó entre 2013 a 2023 en 416 por ciento. Solo en 2023, de las 179 personas que solicitaron ayuda a los centros de rehabilitación, 91 fue por metanfetamina.

En el centro de rehabilitación privado, el periodo mínimo son cuatro meses. Sin embargo, los expertos consideran que ese periodo no es el óptimo.

“Chicas que han tenido un consumo de más de cinco años, o en consumo 10 años, o muchos más pues con cuatro meses de tratamiento definitivamente no vamos a rehabilitar a la paciente”, añadió Minerva Palma, directora del Centro de Rehabilitación para la Mujer, cuya dirección prefiere mantener anónima ya que muchas de las pacientes suelen rodearse con delincuentes violentos.

La historia de estas mujeres está rodeada de entornos de abusos, de violencia y abandono, así como enfermedades mentales como el Trastorno Limítrofe de la Personalidad de Jazmín, madre de tres hijos adolescentes y quien en su vida se topó con un “narcisista” que la llevó al consumo aun cuando él jamás se drogaba.

“Yo tengo un trastorno que se llama TLP, pues de hecho estando en esa relación se me detonó lo que es este trastorno y a raíz de eso no controlaba mis emociones, Tenía varios duelos que no podía procesar, el primero fue del papá de mis hijos, porque soy mamá de tres hijos. El falleció, luego mi abuela y finalmente perdí a mis hijos, mis papás se los llevaron por ese entorno en el que vivían”.

Jazmín llegó a consumir cuatro gramos de cocaína y cuatro de cristal a diario, incluso lo mezclaba con mariguana y con tusi, conocida también como a cocaína rosada, una sustancia sintética. “Es un cóctel de sustancias, tiene éxtasis, creo que también cocaína, LSD, es muy fuerte. Cada gramo está en mil 700 pesos, es muy cara, pero a mí me la regalaban”.

La joven madre de 32 años no dormía por más de dos semanas por el consumo diario. “Consumí poco tiempo, pero cantidades grandes; me volví muy irritable y perder a mis hijos ha sido de los más dolorosos”, comentó Jazmín quien está por cumplir cuatro meses de tratamiento y asegura que estará bien.

La degradación ha sido un detonador para intentar salir adelante. “Cada vez me empezaba a relacionar con personas que nada que ver con mi entorno social y familiar. Incluso eran delincuentes y personas que realmente no tenían ningún valor moral”.

Didi es de las pacientes con mayor edad. Tiene 38 años. A los 16 años comenzó consumiendo alcohol, luego a los 28 años probó la cocaína, misma que soltó solo tres años (2019- 2021) para después recaer. “Me gasté todo mi dinero, trabajaba para consumir, me volví mañosa para ocultar mi consumo. No logré engañar a nadie. Perdía todos de mis trabajos”.

“Yo prefería salir a los bares y gastarme en un día 10 mil pesos, claro invitaba a personas. Hasta cuatro días me quedaba sin dormir. Tengo una excelente red de apoyo y por ellos estoy aquí”, detalló Didi quien lleva dos meses limpia.

En el Centro de Rehabilitación para la Mujer se ofrece una intervención integral, desde atención médica, física hasta mental, con la posibilidad de reintegrarse a través de habilidades adquiridas. 

GGAC

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