Hace unos meses, el nuevo etiquetado de alimentos vino a formar parte de las presentaciones de algunos productos que vemos todos los días en los anaqueles de los supermecados, su propósito es informar a la población que lo que comen tiene exceso de algunos elementos que pueden perjudicar en su salud.
A pesar de que el etiquetado tiene, relativamente, poco tiempo ya se han realizado algunos estudios sobre cómo ha avanzado esta medida que tendrá al menos tres etapas y en el que se espera que también la industria de los alimentos chatarra responda y cada vez haga menos dañinos la comida que produce.
Carolina Batis, investigadora del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública, comentó que esta evaluación será un reto porque el etiquetado frontal llegó al mismo momento que la pandemia por covid-19, por lo que no se sabrá si algunos cambios de hábito se vieron reflejados por este acontecer.
En el Instituto Nacional de Salud Pública, donde Carolina Batis es investigadora, se realiza un estudio en mamás de niños y han tenido una primera recolección de datos de las impresiones que ha tenido el nuevo etiquetado para saber si lo apoyan o le entendieron.
"Este estudio que hacemos de mamá en niños si está habiendo una buena respuesta y muchas coinciden que sí influye en su decisión de compra, lo que más reportan es que disminuyen la cantidad en que los consumen porque responden más cuando se tratan de los alimentos de sus hijos que de los ellos mismos, lo que creo es un tanto bueno que tengan cuidado con la alimentación de los niños".
Mientras que en la cuestión de saber si entendieron el nuevo etiquetado de alimentos se les hacía la pregunta de cuál alimento era el más saludable y de acuerdo con la investigadora, el 90 por ciento contestó que el que tiene uno.
La investigadora también comentó que las personas que saben de estos temas o que están interesados en la nutrición también responden un poco mejor al etiquetado, lo cual es esperado a diferencia de políticas como lo fue el impuesto a algunos alimentos que empezó desde 2014.
"Independientemente de nuestro nivel socioeconómico todos vamos a tener que pagar más, el etiquetado nos está dando más información, está tratando de hacerlo la manera más fácil posible, pero también influye en la decisión personal, la motivación y qué tanto interesan esos temas", dijo.
Por su parte, Deni Sheridan, manager de Customer Insights para Kerry Latam explicó en entrevista con MILENIO que en una encuesta realizada por Nielsen, hay un 75 por ciento de los consumidores que considera que este etiquetado facilita la lectura del contenido del producto.
Además, indicó que de los sellos que les parecían más relevantes a los consumidores se encuentran: exceso de azúcares, exceso de calorías y exceso de grasas saturadas.
En una primera investigación, identificaron que al menos 37 por ciento de consumidores buscan disminuir la compra de productos con sellos; sin embargo, aún faltan etapas para consolidar este estudio.
Pese al etiquetado, los alimentos que se siguen consumiendo con más frecuencia son las botanas extruídos con un 48 por ciento, las galletas saladas en un 39 por ciento, los jugos envasados para niños en un 36 por ciento, la carne para hamburguesa en un 32 por ciento, el queso untable en un 29 por ciento y el yogurt bebible en un 24 por ciento.
bgpa